La gran aventura Lego, de Phil Lord y Christopher Miller

¡Todo es increible!

Por: Oswaldo Osorio


Aunque todo pareciera indicarlo, no necesariamente esta es una película infantil, al contrario, es probable que la disfrute más el público joven y adulto, no solo por los alcances de su historia y el particular tono de humor que maneja, sino porque en parte parece haber sido pensada para alimentar la nostalgia del popular juguete y sus ya icónicas piezas y figuras. Además, es una de esas películas que, sin ninguna inhibición y con mucho ingenio, también es un gran anuncio publicitario de la conocida marca y producto.

Y es que hay muchos e interesantes títulos que apelan a la estética y procedimientos de las películas infantiles animadas para manejar contenidos y narrativas para adultos. El gato Fritz (1972), Heavy Metal (1981), Beavis and Butt-Head do America (1996), South Park, la película (1997) o Team America: La policía del mundo (2004) son algunos buenos ejemplos, por no mencionar lo que se ha hecho desde el anime que es todo un universo aparte.

La gran aventura Lego (The LEGO Movie, 2014) parte de un esquema argumental muy conocido. La profecía de que un hombre ordinario se convertirá en el elegido que salvará al mundo se ha visto desde la Biblia hasta Matrix, pero esto no evita que se vea como un atractivo y original relato por la forma en que está contado, pues la historia se mueve dentro de los parámetros de la comedia de acción y, hacia el final, presenta un significativo giro argumental que hace olvidar el esquema inicial y le da peso y hondura a la idea central que propone el filme.

Esta idea se refiere al conflicto entre la imperativa directriz de seguir las reglas para mantener el mundo en orden y la posibilidad de salirse del molde y renegar de la uniformidad a la que está sometida la vida cotidiana y la sociedad, con lo cual se le abre espacio a la libertad, la creatividad y la identidad individual. Se trata de un potente concepto que es disimulado por tratarse de figuritas Lego y por la constante presencia de chistes visuales y verbales, sin que necesariamente le quite su fuerza de fondo, la cual es potenciada al final cuando, de forma inteligente, enfatizan la premisa con el mencionado y sorpresivo giro.

Si el espectador no sucumbe a la innecesaria indignación a causa de lo que podría verse como el gigante anuncio publicitario del producto de una gran corporación, podrá disfrutar de una película inteligente en su planteamiento y original en su concepción visual, que le exigirá estar alerta a todos los referentes de la cultura popular que usa para crear su humor (los relacionados con Batman son los mejores), e incluso para cuestionar la sociedad actual, como la cancioncita pop que todo el mundo canta o el programa televisivo que nadie se pierde aunque siempre sea igual.

De manera que estamos ante una película que parece para niños menores de siete años, por su tema y afiche, pero que en realidad se trata de un elaborado relato que se vale de unos referentes culturales y un humor agudo e ingenioso para desarrollar una historia divertida y entretenida, pero que de fondo también puede decir algo significativo a todo tipo de público.