Into the Wild, de Sean Penn (2007)

Cuando el hogar es el camino

Mario Fernando Castaño

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El 18 de junio de 2020 se ve un helicóptero que sobrevuela el parque Nacional Denali, en el centro de Alaska, cumpliendo la misión de sacar de la zona un viejo autobús de más de setenta años ¿La razón? Evitar que las personas que intenten llegar a la zona para estar cerca del “autobús mágico” o el “bus 142” perezcan en el intento, como antes ya había sucedido con los más de diez aventureros que fracasaron en perseguir, entender y, sobre todo, vivir el sueño y la causa de Alex Supertramp. Nada más alejado de la ficción, la búsqueda de una utopía en tiempos actuales.

Basada en el Best Seller escrito en 1995 por Jon Krakauer y adaptada al cine en 2007 por el actor y también director Sean Penn, Into the Wild cuenta la historia basada en hechos reales de Christopher McCandless, un brillante joven y una promesa para sus padres frente al futuro que se queda esperando justo en la puerta debido a su determinada decisión de abandonar todo sin previo aviso y desaparecer  en 1991 sin ningún apego material, económico o afectivo e irse  vivir a un lugar inhóspito en lo profundo de los bosques de Alaska.

El motor de la inspiración de Chris fueron libros escritos por diferentes autores con temática existencialista y naturista como Tolstoi (Felicidad familiar) o Henry James (La llamada de la selva), que lo llevaron a sustentar su odisea apoyada por su sed de libertad, un rencor hacia el sistema capitalista y la difícil situación con sus padres. Nosotros como espectadores emprendemos su viaje a través de diversos parajes y diferentes personajes que se encariñan con Chris y tratan de alguna manera convencerle a que abandone su idea, por lo ambiciosa, arriesgada y loca que esta parece. Cabe resaltar la corta pero magistral actuación de Hal Holbrock, quien abandonó este plano hace poco tiempo.

Comprendemos y entendemos al protagonista hasta el punto de dejarnos ir en ese viaje de libertad y desapego, pero poco a poco vamos entendiendo que su propósito tiende a ser un tanto egoísta al abandonar así, sin más ni más, a su familia y gente que lo quiere y aprecia, al pretender enfrentarse a la naturaleza de una manera tan confiada e inexperta, cada paso es una lección aprendida que el público ha interpretado a veces de manera equivocada.

La historia, a pesar de poseer una premisa que puede caer en una de desenfreno y rebeldía juvenil, invita a que se vea de una manera más profunda, cuestionándonos en lo que queremos en la vida, invitando al arrojo y la aventura pero con los pies en la tierra, valorando cada paso y cada persona que nos acompaña en el viaje. Un ejemplo de vida en el que podemos aprender también de los errores ajenos.

Su fotografía es hermosa dentro de su sencillez y exquisitez en los detalles, los planos generales por los diferentes lugares de Estados Unidos son un deleite, mientras que la puesta en escena los personajes logran que los sentimientos afloren sin importar que dejemos escapar una que otra lágrima.

Las canciones y la banda sonora han sido compuestas por Eddie Veeder, vocalista de la aclamada banda de rock grunge, Pearl Jam, siendo este un compañero de viaje que con sus notas Folk y sus letras tan llenas de sabiduría son un motivo más del por qué esta es una gran película y que este artista haya sido merecedor de dos Globos de Oro a Mejor canción original, por Into the Wild, y a Mejor banda sonora en 2008.

El personaje de Chris Supertramp, interpretado de una manera magistral por Emile Hirsch, deja un legado de sabiduría, valentía, un ejemplo de libertad y decisión, pero también deja marca de dos lecciones que hay que saber identificar con humildad. Una es frente a la naturaleza, ella no nos pertenece, no podemos sobre estimarla, es un territorio que se puede mostrar hermoso y condescendiente, pero sus reglas y designios son crudos y tajantes en que, si no existe el respeto, la experiencia y el saber entenderla, nos puede comer, literalmente, y sucumbir a su ley sin importar qué tan impetuosos, importantes o únicos creamos ser.

Y la otra, y no menos vital, es hacia las personas que nos rodean y el respeto que estas se merecen. Debemos reconocer que, como seres humanos, nuestra naturaleza gregaria nos lleva a no dictar nuestro destino y proyectos solo por nuestra cuenta sin pensar en los demás y cómo impactamos sus vidas, la soledad y la libertad también pueden ser compartidas.

Into the Wild es una película que necesitamos en nuestras vidas, es una de esas que “nos mueven el piso”, una road movie que nos lleva por un viaje de ida y con un posible regreso, pero hacia nosotros mismos, el camino recorrido está lleno de experiencias y nos da material para seguir emprendiendo ese viaje hacia lo que siempre va a ser una incertidumbre, teniendo en cuenta que la mayor de la motivaciones para hacerlo es sentirnos libres, felices y sobre todo vivos.