Cyrano Mon Amour, de Alexis Michalik

Teatro en el teatro en el cine

Oswaldo Osorio

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“Somos artesanos de lo efímero”, dice un personaje de esta película al referirse al trabajo de los actores. Una frase que, justamente por esos años, empezaba a perder algo de su validez porque acababa de nacer el cine, y con él, ya una actuación podía quedar plasmada en el tiempo a través del celuloide. Así se desarrolla esta historia, entre las vicisitudes de lo efímero del teatro y la permanencia en el tiempo de una película. Dos artes hermanas que en este relato muestran lo mejor de su espíritu y poesía.

También se trata de la historia de dos hombres, ambos en construcción: el poeta y dramaturgo francés Edmond Rostand (el título original de la película es su nombre de pila), quien titubea acerca de su talento y vocación; y el personaje de Cyrano de Bergerac, que va tomando forma en cada escena del filme hasta convertirse en uno de los más populares del teatro y el cine francés, esto por las incontables veces que ha sido llevado a las tablas y las tantas otras que se ha adaptado a la pantalla.

Se diría que Edmund y Cyrano se encuentran por casualidad, pero en la creación la casualidad no existe, más bien los autores terminan encontrando sus temas, personajes y su voz porque sabían lo que estaban buscando. Entonces la película es una deliciosa y refinada comedia que da cuenta del proceso de este encuentro, así como de la forma en que Edmund, entre episodios de nerviosismo y la epifanía, se inspira para construir aquí un bello verso, allá otro pedazo de la trama y poco a poco al célebre narigón, poeta y espadachín.

El amor, y la inspiración por vía de este, también es un tema central del filme. Tanto el amor real, como el platónico y el idealizado por las palabras son los que mueven a los personajes y sus circunstancias. De hecho, Cyrano de Bergerac es un triángulo amoroso, y la película misma está constituida por dos de esos triángulos, y ciertamente resulta que esta es la figura que mayor intensidad dramática y posibilidades argumentales puede dar a las tantas variables del amor.

Igualmente, es la historia de la mejor ciudad del mundo en la mejor de sus épocas: París al final del siglo XIX, con los pintores cambiando la historia del arte, la gran Sarah Bernhardt presentándose cada noche entre las muchas obras del cartel y, en medio de ellas, el cine haciendo tímidamente su aparición en el saloncito de un café. Todo este ambiente es reconstruido aquí con una connotación de vitalidad y emoción, e impregnado con esa “alegría de vivir” de la que todavía se hablaba por esos años.

Es una bella y estimulante comedia, donde el teatro dentro del teatro es mostrado por el cine, y donde se puede ser testigo de la alquimia de la creación y los aprietos de la producción. Una película sobre la creación, el amor y la inspiración que devela el funcionamiento de ese universo falso que es concebido para hablar de lo verdadero.

 

Amor.com, de Stéphane Robelin

Cyrano 2.0

Oswaldo Osorio

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Una comedia francesa siempre será refrescante en medio de la oferta primaria y de mal gusto proveniente de Hollywood en cabeza de un Adam Sandler o una Amy Schumer. Por lo general, el humor galo es sofisticado e inteligente. Por eso esta no es tanto una comedia de carcajadas como sí de una estimulante gracia, una comedia de enredos que apela a los resortes básicos del esquema, pero que sabe bordear la línea de la transgresión e, incluso, del velado referente a uno de los personajes y relatos más célebres de la literatura francesa.

Guardadas las proporciones, se trata de un Cyrano de Bergerac en la era de las citas por internet. Así que ya el locuaz y romántico hombre no habla en las sombras debajo del balcón de la dama, mientras ella embelesada mira al tonto y apuesto galán, sino que este hombre se oculta tras el anonimato de las páginas de citas por internet. De manera que tenemos a un anciano descubriendo el mundo de las ciber-citas, pero, a la hora de dar la cara, manda al joven que le enseñó a manejar el computador.

Como es una comedia de enredos, resulta que el joven es el novio de la nieta del anciano y este no sabe que lo es, así como ella tampoco sabe lo que traman su abuelo y su novio. Pero más allá de los posibles apuros en que se metan los protagonistas por las mentiras y ocultamientos que generan la lógica de la comedia, al relato parece importarle más la reflexión en torno al amor: la pérdida irreparable, los contrastes entre la atracción física y emocional, el romanticismo o las relaciones de pareja.

Así que con esta puesta al día y sutil variación del célebre narigón, esta comedia divierte y entretiene de forma amena e inteligente. Incluso llega un momento en que la trama roza los cuestionamientos morales en torno a la posibilidad de una pareja de tres o de las relaciones amorosas con grandes diferencias de edades. Sin embargo, cuando parecía ser más atrevida en sus planteamientos y personajes, finalmente (alerta de spoiler) termina asentándose en la normalidad del amor y las relaciones, es decir, siendo complaciente con el gran público.