En coma, de Juan David Restrepo

Las tragedias del universo marginal

Por: Íñigo Montoya


Es difícil para mí celebrar o rechazar esta película de un solo tajo. Y lo digo porque es de esas cintas que divide al público entre esas dos posiciones. Esto porque, de un lado, se trata de un película con un tema que muchos creen que ya es recurrente (la violencia en las ciudades), y del otro, porque hay quienes ven en ella un relato impactante, entretenido y realista.

La verdad es que no estoy de acuerdo del todo con ninguna de las dos posiciones. Para empezar, el tema no es muy visitado por el cine colombiano. El de la violencia tal vez sí, pero el de este tipo de violencia en realidad no. Solo que el público en general encasilla todas las películas donde hay pillos y bajo mundo con el tema del narcotráfico. Pero esta cinta tiene que ver más con las bandas de delincuentes y su universo violento y marginal.

De otro lado, lo impactante, entretenido y realista tiene muchos bemoles. Efectivamente es una película contada con cierto brío y está construida a partir de dramáticas y trepidantes acciones, pero en todo ello hay mucho de artificio, melodrama televisivo y recargados giros argumentales. Es decir, al protagonista le pasan muchas cosas, todas son adversas y las asume con un dramatismo exacerbado.

Es por eso que uno de los principales problemas de esta cinta es la cantidad de personajes, momentos y situaciones que se acumulan en el raudo relato. Esto ocurre con frecuencia a los guionistas y directores debutantes. Pero de todos, el problema más evidente es el de la concepción del tiempo, pues resulta difícil seguir la línea cronológica en la que se ordenan esas acciones, produciendo en efecto de desorientación, así como la certeza de que el argumento y la trama se exceden en elementos.

Por otro lado, no se le puede negar a esa cinta que ese argumento recargado y esa intensidad en el relato, aunque sea por acumulación, logran un filme con muchos momentos de verdadera fuerza dramática. Además, en general tiene una factura de nivel que puede conectar con el gran público, aunque no siempre las actuaciones consiguen sostener esa fuerza, sobre todo la de algunos personajes secundarios.

Aunque sea para escoger bando es una película que hay que ver. Porque está bien empacada, porque tiene muchos elementos que son tratados para enganchar al gran público y, al mismo tiempo, porque trata de hacer un retrato honesto y descarnado de ese universo delictivo y marginal, que tiene mucho de intenso y dramático, y que aquí lo proponen como un relato con cierto halo de trágica y desbocada poesía.