51 Festival Internacional de Cine de Cartagena

El viejo festival que de nuevo promete

Por: Oswaldo Osorio

En un país en el que hay casi ochenta eventos de cine, entre festivales y muestras, el Festival Internacional de Cine de Cartagena – FICCI, que hace medio siglo le dio origen a todo, debería ser el mejor y el más importante. No obstante, esta lógica del deber ser no se aplica a todos los momentos de la historia de este certamen, porque, de hecho, en algunas épocas llegó a cargar con cierto desprestigio.

En los últimos años, definitivamente, esto ha venido cambiando. Primero con la presencia del crítico de cine Orlando Mora al frente de la programación y, en este último año, con el nombramiento de Monika Wagenberg como directora del festival. La calidad del cine ha mejorado hasta un punto óptimo y la organización ahora es mucho más eficaz y profesional, sin que tampoco llegue todavía a su estado ideal, aunque realmente le falta poco.

Con estos dos importantes aspectos solucionados, ya el FICCI comienza a recuperar su lustre y en esta última versión el público solo se tuvo que preocupar por ver buenas películas, una tras otra, y después de las cuales podía conocer a sus directores y actores. Luego ir a una conferencia con el celebrado guionista Guillermo Arriaga o toparse en los pasillos con el maestro Arturo Ripstein o con las mismísimas hijas de Charles Chaplin, Geraldine y Jane.

Porque de eso se trata un festival, de una fiesta de cine que convoca a toda la gente de la industria con el objetivo de ver películas, promover la producción y reflexionar sobre los múltiples aspectos que intervienen en el arte cinematográfico. Y el FICCI tiene muy claro esto, por eso además de más de un centenar de películas, entre largos, cortos y videos, allí se dio lugar, entre otras actividades, el II Encuentro de Muestras y Festivales, el V Taller de Crítica Cinematográfica, el II Taller de Pitch Documental y el VI Encuentro Internacional de Productores.

Pero lo más importante de este o cualquier festival son siempre las películas, y el FICCI presenta una muestra iberoamericana de cine de gran calidad, que se enfoca en los nuevos directores (que tengan hasta tres filmes). De manera que es el lugar ideal para calibrar el nivel y el futuro del cine de esta región, así como para descubrir esas miradas y realidades, solo mostradas con tal claridad por el cine, que de ninguna manera será posible ver en la limitada cartelera comercial del país.

Además de las películas en competencia, México era el país invitado y se pudo ver una magnífica muestra de su cine. Igualmente, retrospectivas del director francés Oliver Assayas y del mejicano Nicolás Pereda. Y no menos atractivo, un puñado de las películas colombianas que serán protagonistas durante este año: Los colores de la montaña, Karen llora en un bus, Pequeñas voces, Todos tus muertos, En coma, La vida era en serio, Los hipopótamos de Pablo y Apaporis.

En un mundo tiranizado por el internet y con el cine amenazado por la imagen pixelada de las películas descargadas o por el pequeño formato de las pantallas del computador, así como por la hegemonía del cine industrial y de gran presupuesto, los festivales de cine son un oasis para la cinefilia. Y si se trata del festival más antiguo de América Latina, que además se está rejuveneciendo, la cita para el próximo año está como para no perdérsela.

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