Los Juegos del Hambre, de Gary Ross

Cuestión de sobrevivencia

Por: Íñigo Montoya


Otra saga salida de un best seller llega al cine. Siempre causa desconfianza esta fuente. Normalmente son historias esquemáticas que aplican muy bien las fórmulas ya probadas con el gran público. Además, las condimentan con de todo un poco: aventura, acción, efectos especiales, historia de amor, bellos especímenes como protagónicos y un cuento ejemplarizante.

Pues esta película tiene todo eso, y aún así, no es el producto del todo artificial y rutinario que se podría pensar. De entrada engancha con un universo en cierta medida original e inquietante. Un futuro entre tecno y retro donde un gobierno, que aplacó una insurrección, condenó a parte de la población a entregar una pareja de jóvenes para que se maten entre ellos, eso mientras todo el país los ve en un descarnado e inhumano reality.

Lo primero que llama la atención es el diseño de arte, el cual logra, sobre todo en vestuario y maquillaje, hacer una propuesta que poco se parece a otras cosas vistas antes en esas proyecciones que el cine futurista hace sobre cómo se va ver la sociedad dentro de cientos de años.

Pero lo que realmente arrebata de esta cinta es que en esencia se trata de una historia de supervivencia, con todo lo que ello implica: violencia extrema, cuestionamientos éticos, batallas de fuerza e inteligencia, en fin, todo un festín de situaciones de acción, ingenio y dilemas morales. Con ese material, más la política y las conveniencias externas al juego interfiriendo soterradamente, la trama completa cobra una fuerza que se mantiene hasta el final.

La película también nos recordó la existencia de una promesa de la actuación, Jennifer Lawrence, a quien ya se le había visto llevar sobre sus hombres todo el duro drama de Lazos de sangre (Debra Granick, 2010). Sobre ella está casi todo el tiempo el lente y es su belleza y la intensidad de la trama, con los mencionados elementos que la componen, lo que hace de esta película un título a tener en cuenta para pasar un estimulante rato en la sala de cine.