Las vidas privadas, de Marco Tullio Giordana

Los artistas y la guerra

Por: Íñigo Montoya

Muy pocas veces tenemos la oportunidad de ver en la cartelera de Medellín una película italiana, y cuando llega, es una de esas superproducciones de época que cuenta historias muchas veces vistas y que enfatiza su valor en la factura y la inversión, más que en un posible cine distinto de aquella cinematografía tan ajena a nosotros. En otras palabras, así como vimos esta película, daba igual si presenciábamos una superproducción de época de Hollywood, muy a pesar de Italia tener una de las más importantes tradiciones cinematográficas del mundo y ciertamente tiene un cine más valioso y estimulante.

Se trata de la reiterada historia de un país antes, durante y después de la guerra, de la Segunda Guerra Mundial, por supuesto, que es la más cinematográfica de todas. El relato se esfuerza por mostrar cuál es la posición de cada personaje frente a los cambios políticos, lo cual va a determinar el vaivén de sus vidas y las relaciones que establecen entre ellos, porque, también por supuesto, pone a los protagonistas en un bando y en otro, para que el drama funcione.

Con esta descripción lo que quiero decir es que la película apela a un esquema y no se aleja mucho de él. En ese sentido, está llena de lugares comunes (como empezar innecesariamente por el final), probados tics narrativos (como flashbacks que le explican lo obvio al espectador o secuencias de imágenes sobre pegadizos temas musicales, a la manera de un video clip) y golpes emocionales conducidos por fáciles tretas dramáticas (como hacer encariñar a la protagonista de una joven e de inmediato asesinarla brutalmente o trazar con burdos trazos al hombre más malo del mundo, el torturados con el diente de oro).

La variación interesante de esta historia es que los personajes centrales pertenecen al mundo del cine. O al menos interesante para quienes estén familiarizados con el cine italiano de los años cuarenta, que podrá ubicar la historia y por ello la encontrará más significativa al reconocer nombres y procesos históricos.

Por último, es inevitable decir que, a pesar de todo, la presencia casi permanente en la pantalla de la actriz Monica Belucci puede ser, para muchos, una buena razón para ver esta cinta.