El sanador, de Philipp Stölzl

Una ventana a la aventura

Oswaldo Osorio


Para muchas personas lo que mejor define su primer y más emocionante contacto con el cine son las películas de aventuras. Este género cinematográfico está definido por un esquema simple: un héroe proveniente de occidente, dotado de ciertas habilidades y talentos, que viaja a tierras exóticas en busca o al rescate de algo. Desde los filmes de Douglas Fairbanks en los años veinte hasta la saga de Indiana Jones se ajustan a esta definición.

La emoción de ese primer contacto, pues, tiene que ver con que este esquema provee unos elementos, simples pero muy intensos, para que los jóvenes espectadores se conecten con cualquier película: identificación con el héroe, el descubrimiento de nuevos y fantásticos mundos, los peligros que acechan y las secuencias de acción que los resuelven, y una secundaria historia de amor que no le roba el protagonismo a todo el sentido de aventura.

Pero claro, con un esquema tan simple e inmutable durante cien años, el género se tenía que agotar, por eso solo eventualmente aparecen algunas películas de aventuras, que generalmente suelen ser súper producciones, dadas las características  de este tipo de historias. En los últimos años se han visto algunos buenos títulos como La momia (1999), Piratas del Caribe (2003), El príncipe de Persia (2010) y Oro negro (2011), entre otros.

El sanador llega a cumplir esta eventual cita con el público, precedida de la fama del best seller en que se basa, The Physician, escrito por Noah Gordon. La cinta cuenta la historia de Robert Cole, un inglés del siglo XI que quiere aprender los secretos de la medicina, para lo cual viaja a Persia en busca de un famoso maestro, pero antes se disfraza de judío (con circuncisión y todo) para poder cruzar y vivir en las tierras del islam. En medio del viaje, por supuesto, conoce a una hermosa y prohibida mujer.

Con este planteamiento argumental ya están definidos todos los elementos del esquema, pero como siempre, cada película debe proponer un giro o un aspecto diferenciador, y en este caso es todo ese contexto de la medicina, y en general de la ciencia, que determinan a los personajes y los conflictos del relato. En este sentido resulta una película muy atractiva en la concepción de los personajes y sus motivaciones, así como en las ideas que se ponen en juego, las cuales tienen que ver con reflexiones acerca de la confrontación entre ciencia y religión, la ética médica y los juegos de poder en torno a estos temas.

Si bien es cierto que, sobre todo hacia el final, la película resulta un poco predecible si el espectador está prevenido con los esquemas del cine de aventuras, lo que se puede destacar de ella es que sabe jugar bien las cartas del género y crea una historia fascinante, con un relato envolvente y un novedoso tema. Pero sobre todo, nos recuerda ese primer sentimiento como espectadores, cuando el cine era una ventana al heroísmo, la aventura y los lugares exóticos.