Secretos del poder, de Kevin Macdonald

La política y el cuarto poder

Por: Íñigo Montoya

Cuando uno ve esta película es inevitable pensar en Los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976), aquella mítica película donde Robert Redford y  Dustin Hoffman encarnan a la pareja de periodistas del Washington Post que destaparon el Watergate e hicieron dimitir a Richard Nixon. Una película sólida, un escándalo político sin precedentes y un buen ejemplo de investigación periodística y denuncia.

Esta nueva película, protagonizada por Russel Crowe y Ben Affleck, tiene todos esos ingredientes. Si bien su argumento parte de la ficción (está basada en una serie de la BBC del 2003), lo que plantea y denuncia no está muy alejado de la realidad. Se trata de una verdad que todos conocen y que ya Oliver Stone en JFK (1993) la ponía como el principal móvil para el asesinato del presidente Kennedy: el negocio de miles de millones de dólares que se mueve tras la industria armamentista, una de las tantas razones por las que Estados Unidos no ha parado de guerrear desde mediados del siglo pasado.

Kevin Macdonald plantea una historia envolvente y narrada con precisión, la cual, sin embargo, no consigue apasionar en ningún momento. Parece más una exposición fríamente calculada de los hechos y sus aristas, adobada con una serie de lugares comunes: el periodista talentoso, desarreglado e irreverente, la bella aprendiz, la editora con carácter recio pero al fin cómplice de los héroes de la imprenta y el blog, el político envuelto en un escándalo sexual, el asesinato que es la punta del iceberg de una gran conspiración, las forzadas secuencias de acción protagonizadas por el periodista que no tiene perfil para ello, y finalmente, los giros sorpresa para que todos queden sorprendidos y convencidos de lo fabulosa que es la película.

Será una película que seguramente le servirá a los profesores de periodismo para evadir la responsabilidad de dar clase, y tal vez algún estudiante despabilado logre inferir algunos principios de la investigación periodística y reflexionar sobre el estado actual del oficio. Pero sin duda será más provechoso que, en esas dos horas que le dedicará a esta cinta, lea un buen artículo sobre su profesión, o mejor, que se vea el clásico de Pakula, así aprenderá no sólo de periodismo, sino también de historia gringa y de cómo se hace una buena película sobre este ingrato oficio.