¿Te acordás?

Hola Galileanos!!

¿Cómo están de memoria por estos días? Se los pregunto porque muchos de nosotros tenemos cosas tan bien guardadas, que en muchos casos olvidamos hasta el sitio que destinamos para archivarlas, y con eso me refiero a libros, discos, revistas y, como no, telescopios.

Y es que hace algunos días, revisando viejas publicaciones en este Blog, encontré referencias a los Galileoscopios, unos pequeños artefactos plásticos que aún hoy se fabrican y que no pasan de los 25 dólares. Esos, los pequeños telescopios, fueron diseñados en 2009 como uno de los hitos importantes en la celebración del Año Internacional de la Astronomía, al que le debemos muchos proyectos, algunas iniciativas y otras tantas actividades que tuvieron lugar en el planeta. Incluso, algunas de ellas tuvieron lugar en Colombia, pero eso será tema para otra ocasión.

Aún se pueden comprar Galileoscopios. Incluso, una nueva versión incluye filtro solar para ver un eclipse de nuestra estrella principal. Sin duda, valdría la pena comprar muchos de estos.

El caso es que aquellos telescopios, réplicas modernas del perfeccionado por Galileo Galilei, permiten observar con algún detalle los objetos celestes que detectamos más fácilmente, como la luna, los planetas observables y algunos cúmulos, varias nebulosas y hasta uno que otro cometa que se deje capturar.

Personalmente pienso que todos los colegios del mundo deberían entregarle a sus estudiantes un Galileoscopio. Es un aparato tan sencillo, barato y fácil de usar, que sin duda sería un excelente insumo para las clases de ciencias, pero también para motivar la curiosidad, la necesidad humana de la exploración, el deseo inagotable de agarrar objetos extraños en las manos y usarlos a voluntad, así sea para dejarlos caer al suelo y sentir que algo valioso perdió su función.

Hay que decir, a favor del artefacto en mención, que por ser de plástico y tan fácil de usar, ofrece cierta resistencia que jamás entregaría un telescopio convencional, lleno de piezas delicadas y espejos que se pueden fracturar con el menor descuido.

¿Y lo de la memoria?
Orden! Como dicen los jueces en las películas. Me fui de largo con lo de los Galileoscopios porque en 2009 logramos traer unas 6 cajas, cada una con 6 de estos artefactos, y es posible que muchas personas, de quienes compraron uno de estos, hoy no tengan idea de dónde quedó el juguetico. Claro, nada trascendente o de alta gravedad si ponemos el olvido en el escenario de los costos, pues al cambio de hoy 25 dólares no llegan a $75.000 pesos, un costo bajísimo para un olvido tecnológico, pero, ¿acaso recuerdan ustedes donde quedó el telescopio ese, el grande, el que el abuelo tenía guardado en un cuarto de la casa, que era metálico, con unos espejos grandes y un trípode de madera? ¿O recuerdan acaso de qué color era el telescopio que le compraron al niño de la casa en alguna navidad, porque aquel año ese fue el antojo del infante del hogar?

Decenas de telescopios y binoculares están perdidos en casas, apartamentos y fincas, ocupando espacios y ganando polvo, moho y otras variedades de hongos, durmiendo el sueño de los justos porque ya no recordamos qué se hizo, dónde lo guardaron o en cuál trasteo se perdió.

Ellos, los telescopios, fueron diseñados y construidos con el fin de acercar nuestros ojos a lo que no alcanzamos a ver bien. Sus ópticas, espejos y trípodes encajaron perfectamente en ecuaciones calculadas específicamente con el fin de ajustar cada detalle, mecanismo y elemento a las necesidades más comunes de observación celeste que podemos tener los humanos corrientes, pues a quienes dedican sus vidas, profesionalmente hablando, a observaciones y estudios más detallados, este tipo de ayudas ópticas van creando muchos rezagos y se les hace necesario integrarse a tecnologías mucho más avanzadas y poderosas que, por ahora, no son objeto de nuestro interés.

Así las cosas regresamos al asunto de la memoria y de los recuerdos:

  • viejo, ¿te acordás dónde fue que guardamos el telescopio ese que le regalamos a Juanjo cuando estaba chiquito?
  • JUM! Ni idea!
  • ese que estaba en una caja de cartón, todavía con las marcas del almacén…
  • no, nada. Yo me acuerdo que eso costó mucha plata y que fue un camello traerlo a la casa sin que Juanjo se diera cuenta, y me acuerdo que casi nos sacamos un ojo para armar eso.
  • pues sí, sí me acuerdo de todo eso, pero ¿dónde quedó?
  • pues debe estar con tu blusita negra, y con el regalo que compramos para la tía Lucía, que jamás apareció!
  • ¿será?
  • preguntale a Juanjo a ver si él se acuerda
  • ese qué se va a acordar, !si desde que anda con esa niña se la pasa viendo estrellas!
  • vieja, y entonces, si anda viendo estrellas, ¿para qué querés rescatarle el telescopio?

Ahí estamos pintados…

¿Soberbia o arrogancia? Venga le cuento

sol

Fotografía del Sol, tomada por mi amigo Juan Felipe Henao

Hola Galileanos!!

¿Se siente muy grande, invencible y poderoso?
¿Ve a los demás como seres miserables a los que puede despreciar?
¿Tiene usted una gran camioneta y le provoca pasar por encima de todos esos carros con pinta de zapaticos de bebé?

La condición humana permite que alcancemos, en muchas ocasiones, un estado de arrogancia, soberbia y engrandecimiento con el que salen a flote algunas de las peores expresiones, reprochables gestos y lamentables actitudes con las que hacemos, consciente o inconscientemente, mucho daño a quienes nos rodean.

Y traigo el tema a colación en este Blog porque, para quienes amamos la observación del cielo, aquello de la soberbia y la arrogancia pasó al último plano desde hace años. Ah! Y si acaso conocen científicos con ínfulas, astrónomos creídos o astrofísicos auto endiosados, es mejor que les revisen con cuidado las cosas que dicen o hacen, no sea que anden por ahí cultivando egos en lugar de hacer ciencia y dejarse tocar por las maravillas aún inexploradas del universo.

¿Y eso que tiene que ver?
Mucho! La astronomía se basa en la observación, en infinidad de cálculos matemáticos y en el uso del método científico, que poco o nada se usa en las redes sociales actuales. Pero, bueno, esa es harina de otro costal. En el caso que nos ocupa, y para ponerlo en la dimensión del simple aficionado, como yo, es evidente la sorpresa de apreciar al telescopio un cuerpo como Júpiter, con sus lunas más visibles y con la evidencia de sus dimensiones espectaculares. Al verlo por primera vez, la reacción obligada que tuve fue la de ir a buscar información detallada sobre sus medidas, características y condiciones históricas, tanto desde la mitología griega como desde la egipcia, por apenas mencionar algunos aspectos básicos.

En otro escenario, quien jamás ha visto en vivo y en directo un planeta como ese dirá que es la octava maravilla, que de eso le hablaron en el colegio pero jamás se lo mostraron, que eso tan grande cómo es que se ve tan chiquito con ese telescopio… y comenzamos la carrera por conseguir el ocular más potente, el barlow más afinado, el telescopio de mayor diámetro y, casi sin querer queriendo, como bien diría el Chavo del Ocho, comenzamos a parecernos a esos pescadores que no agarran sino un resfriado, pero juran haber atrapado un pez del tamaño de ellos mismos.

Y entonces, vamos llegando
Sí, aquí es cuando vamos llegando a esto de la humildad y la sensatez, esa que tanto necesitamos en la vida diaria. Cuando tienes el ojo en el ocular del telescopio y aprecias a Júpiter, a Saturno y sus anillos, a Marte, a Venus, la Nebulosa de Orión… en fin, todo lo que podemos ver con alguna de estas ayudas ópticas, es cuando aparecen las inevitables reflexiones de quien mira lo desconocido con mucha desprevención y sorpresa:

- Eso es así de grande?
– Si, y tal vez un poquito más
– ¿y cuántas veces cabe la Tierra en ese planeta?
– Muchas, como setenta y tantas…
– ¿y entonces hay estrellas más grandes y poderosas que este Sol?
– Uuuuuuuffff!! Muchísimas!! Hay estrellas tan grandes que dentro de ellas caben muuuchos soles como el nuestro.
– ¿Y entonces, con tanto calor, como es que no nos quemamos?
– Ah, es que en eso intervienen la gravedad, la distancia, la composición del núcleo de la tierra….

Y las preguntas, entonces, se hacen infinitas, en torno a esos temas que siempre estuvieron junto a nosotros y que jamás exploramos, apreciamos, vivimos o sentimos. Tenemos un universo totalmente desconocido más allá de la punta de nuestras narices, y apenas si nos damos cuenta de eso.

En cambio, sí somos muy buenos para ver la paja en el ojo ajeno ignorando la viga en el propio; nos volvimos expertos en señalar los errores de los gobiernos y las metidas de patas de los otros, descuidando por completo lo que somos, lo que actuamos y decimos. Creamos parámetros de medida y comparación tan artificiales, tan supérfluos y banales, que las medidas y objetos del universo se hacen cargo de tirar por tierra todas esas falacias, dejando sobre la mesa esas preguntas que desde niños nos dan vueltas y vueltas y, de paso, nos despiertan al máximo las curiosidades con las que abrimos los ojos por primera vez, y que a pesar de los años carecen de respuestas.

Al final del ejercicio, de cada observación o relato asociado con las ciencias del espacio, resulta inevitable que alguien llegue a tu lado y te suelte la típica, sincera, honesta, sorpresiva y alucinante frase que resume lo que, ante las inmensas dimensiones del universo, nos formulamos los ínfimos y pequeñitos seres humanos:

“!Es que no somos nada!”

Bryan May: doctor y caballero después de Queen

Bryan May

Bryan May (2013) Foto tomada de Wikipedia, con derechos de uso libre by Creative Commons

Hola Galileanos!!
La humanidad de carne y hueso, que parece tan distinta a la de las redes sociales, tiene historias un tanto difíciles de creer. Esta que les voy a compartir es una de aquellas, en las que algo de mi propia historia pudo reflejarse al analizar algunos textos y planear la redacción de la entrada. “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, !Ay Dios!”, tal como dice Rubén Blades.

Entrando en materia, nuestro personaje de hoy es el señor Bryan May o, mejor dicho, Sir Bryan Harold May, Comendador de la Orden del Imperio Británico desde el año 2005, en reconocimiento a sus servicios a la industria de la música. A secas, muchos de nosotros no tenemos ni la menor idea de quién es este señor, pero al mencionar que fue el fundador de Queen, con todo y Freddie Mercury a bordo, las caras cambian y el interés aumenta.

Sir May
¿Cómo es que un músico se convierte en Caballero del Imperio Británico? Algunos críticos dirán que tras la fundación de Queen (asunto del que no hablaremos aquí), y del rotundo éxito mundial del Grupo, un gobierno como el británico recompensa a sus connacionales con títulos honoríficos, cosas que afortunada, o desafortunadamente, no tenemos por estas latitudes. Otros, en cambio, afirmarán que se trata de un justo y merecido reconocimiento por su trabajo como compositor, guitarrista, baterista y otros cargos propios de las típicas tareas del diario vivir de un grupo musical. En cualquier caso, felicidades al señor May, que por uno u otro motivo parece tener muy merecido su título honorífico a cuestas, colgado en la pared o guardado en un cajón.

Sin embargo, lo que nos atrae desde este Blog es la otra cara de May. Desde niño tuvo conexión directa con asuntos de aviación, pues su padre era piloto de la Real Fuerza Aérea en la Segunda Guerra Mundial, y su madre era parte de la Real Fuerza Aérea para Mujeres (Women’s Royal Air Force, en caso de que la expresión en inglés sea mejor que la traducción). En ese ambiente, al pequeño May le interesó la astronomía, a la que se dedicó desde muy niño con fuerza y disciplina, hasta graduarse como Licenciado en Física y Astronomía en el Imperial College de Londres en 1968.

Digamos que hasta ahí la cosa iba muy tranquila en la ruta de vida de nuestro personaje. Sin embargo, un viejo ukulele del papá, que sonaba bastante bien en casa cuando el jefe de hogar lo interpretaba, ya había sembrado un gusto especial por la música en la cabeza de este joven inquieto, que más temprano que tarde armó un grupo en la universidad, con el que no hizo mucho, para seguir luego con el que sería uno de los más emblemáticos grupos musicales de la historia.

En fin, que la historia de Queen cada quien la conoce desde su perspectiva y aquí no tengo nada para aportar en la materia. La astrofísica, que es el tema que me interesa, se fue quedando en el tintero, pues muy seguramente aquello de andar componiendo canciones, dando conciertos y compartiendo escenarios con un imborrable Freddie Mercury, no dejaba tiempo para nada más.

Poco más de 30 años después…
Y llegamos al punto que más me atrae: muerto Mercury, extinto Queen y todas las demás variables que la historia de la música nos puede contar, May regresó a terminar lo que desde los 70 había quedado pendiente, tras obtener su licenciatura y hacer un par de publicaciones científicas en las muy respetadas Nature y en la Revista de la Real Sociedad Astronómica Inglesa. ¿Su tema? El reflejo de la luz del polvo interplanetario en el Sistema Solar. ¿Su tesis? An Investigation of Motion of Zodiacal Dust Particles (Investigación sobre el movimiento de las partículas de polvo zodiacal, aunque en otras fuentes aparece como Motions of Interplanetary Dust, es decir, Movimientos del Polvo Interplanetario), que toma como base las observaciones realizadas por él mismo en el Observatorio del Teide (en las Islas Canarias), en algún momento entre los años 1971 y 1972.

Tweet y foto de la NASA con Bryan May.

Más de 30 años después!! A muchas de nuestras universidades les parece aterrador e imposible que hablemos, escribamos o pensemos asuntos académicos luego de 4 ó 5 años y nos obligan a tomar nuevos cursos de lo mismo, dictados muchas veces por las mismas personas y tocando casi siempre los mismos temas… en fin, esa es la vida y así son nuestros entornos universitarios. May no tuvo que pasar por esa historia: Se acabó Queen y toda su parafernalia, ya hubo tiempo, la astrofísica estaba pendiente y listo, el hombre regresó a la Universidad a terminar lo iniciado.

Así, este músico brillante obtuvo su Phd en el año 2007, y poco más tarde le estaba dando una mano al equipo NASA encargado de mirar los datos llegados desde Plutón y enviados por la sonda New Horizons (aquí una rueda de prensa que vale la pena ver), con el fin de dar claves, pistas e interpretaciones que resultaron indispensables para los científicos a cargo del proyecto.

Admiración
Yo no se ustedes, pero esto de que una persona se guarde su pasión por tantos años, mientras estuvo ejerciendo la otra con tantos méritos y destreza, me parece francamente admirable. Ya hay personas escribiendo en las redes sociales, exigiendo un premio Nobel de física para Bryan. Los argumentos científicos, como es de esperarse, tienen solidez técnica y despiertan toda la aceptación posible de quienes reciben esos comentarios vía social media. Sin embargo, y como bien sabemos, una cosa piensa el burro y otra el que lo está enjalmando, así ha sido, y así seguirá siendo, de manera que lo del Nobel, al menos en esta materia, tendrá que esperar.

Y la del cierre, www.savemetrust.org
Personajes como Bryan May no dejan de sorprender. Tras ganarse el respeto mundial como músico, ser reconocido como astrofísico y aportar su conocimiento en la misión NASA antes mencionada, el hombre priorizó la causa animalista desde el año 2009, mediante una ONG llamada Save Me Trust, centrada en la protección del zorro y del tejón en sus ambientes silvestres. La web se puede visitar clickeando aquí, y sin duda me sorprende porque a muchos de nosotros nos critican el hecho de cambiar de proyecto de vida, de prioridades o de ideas de base, mientras personas como May lo hacen increíblemente bien, con evidente éxito y apabullante sencillez, humildad y serenidad. Dirán ustedes que tanto adjetivo algo esconde pero, en realidad, me gusta reconocerle a cada persona lo que hace, logra y se merece, y pienso que la música, la astrofísica y los animales silvestres tienen en este único personaje a un claro ejemplo de ser humano de carne y hueso reales (no como los de las redes sociales), ejerciendo la vida con plena validez y seriedad, viviendo cada día conectado con el mundo real y no con el de la imaginación, los memes y las bromas que tanto divierten, aunque muy poco aportan al desarrollo real y sostenible de la humanidad.

He dicho!!

La luna de Gonzalo Arango

Llegada del hombre a la Luna, el 20 de julio de 1969 (Foto NASA)

Hola Galileanos!!

En la exploración de miradas diversas con respecto a lo que muchos de nosotros hemos visto, leído y escuchado con respecto a los cuerpos celestes, y con relación a la astronomía en general, hallamos cosas curiosas, llamativas, útiles y oportunas, como también, de vez en cuando, encontramos asuntos completamente fuera de lo que podríamos llamar “común”.

Gonzalo Arango”Fotografía cortesía de Juan Carlos Vélez Escobar, quien la utilizó en la portada de su libro Gonzalo Arango – Pensamiento Vivo.” Texto y foto tomados de la página oficial de Gonzalo Arango.

Gonzalo Arango (1931-1976) fue uno de esos personajes que, sin duda, pensó en la luna como un objeto tan disímil como tantos otros que pasaron por su mente. En tiempos del cuarto creciente, y de variaciones importantes en el comportamiento del clima local, el interés que tenemos por seguir de cerca los movimientos de la luna y cada una de sus fases jamás pasa desapercibido. Para “El Profeta”, todas estas cosas tampoco pasaban de largo, y se quedaban presentes en su memoria, dejándolas por escrito en algunos de sus textos.

Así, por ejemplo, su “Poema Tristísimo” menciona a la luna al final del texto, tal vez como un olvido, tal vez como un recuerdo:

Poema tristísimo

Si muero
te invito al sol
alma mía
y no olvides
llevar tu cuerpo

Sufriremos felices
y juntos seremos
carne de luz
en la memoria de Dios

Y si no hay Dios
lo mismo da

Recordaremos el sol
que tanto nos gustaba
allá en Cali Colombia
Nuevo Mundo ¿Recuerdas?

¿O era en la luna?
¡Lo olvidé!

Fuente: Obra negra. Santa Fe de Bogotá, Plaza & Janés, primera edición en Colombia, abril de 1993

El alunizaje
Aunque soy fiel amante y seguidor de la literatura nadaísta desde el octavo grado del colegio (gracias al profe Dario Cano, que cumplía labores docentes en el área de lengua castellana, tanto en mi Colegio, el Instituto San Carlos, como en el Colegio Salesiano El Sufragio, en el barrio Boston), y de que cada tanto tiempo me sorprende algún nuevo texto de toda clase de temas con alusiones directas al mismo satélite natural, siento que la visión de Gonzalo Arango refleja muchas de las emociones de momentos tan críticos como el primer alunizaje humano en el cuerpo Selenita, el 20 de julio de 1969.

Y digo lo de las emociones encontradas porque, para la ciencia y los científicos, es innegable que se trataba de uno de los acontecimientos más importantes en la historia de la humanidad. La llegada del hombre a la luna marcaba un antes y un después en decenas de situaciones y escenarios, pasando por los militares, los políticos, los puramente científicos y, naturalmente, también causó sus efectos en los asuntos literarios.

Y es que, sin duda, la luna es y será una fuente nativa de inspiración, por lo que algunos poetas de la época escribieron infinidad de líneas con toda clase de alusiones a la hazaña de la NASA en aquella fecha memorable. Algunos de aquellos escritos lamentaban que un ser humano, tan impoluto y poco digno de Selene, la luz de los sueños, hubiese sido pisoteada por un humano indolente que dejó sin gracia la prosa y el verso, por el simple hecho de pisar suelo lunar, caminar sobre el y tomar muestras de uno de los tesoros literarios más adorados de la historia.

En este sentido, recuerdo haber leído un texto en un periódico de circulación nacional (en mis tiempos escolares), del que lamento no recordar el nombre. Se que recorté la página porque, al leer con detalle, encontré un texto de Gonzalo Arango (que jamás he logrado volver a ver, aún ni con la ayuda de Google), en el que El Profeta se quejaba del exabrupto lamentable cometido por la NASA (en su Apolo 11)  y por Armstrong al haber dañado la pureza de la luna, reduciéndola a un simple objeto científico en el que una nave espacial había posado sus cohetes.

Así las cosas, y sin hallar aún el texto que recuerdo en mi memoria, les anexo otro más, un tanto distinto, en el que Arango pone su particular forma de pensar y expresarse al aludir a lo sucedido aquel 20 de julio de 1969.Con respecto al título del poema, he hallado varias versiones del mismo, y este parece ser el más aceptado). Ustedes dirán:

Para eterna memoria

Según estaba previsto por
los computadores de la Nasa,
Siendo exactamente las 20:19
(Greenwich MeanTime)
en el Centro Espacial de Houston,
el selenauta Neil Armstrong
abrió la escotilla del “Lunar Module”,
descendió uno a uno, lentamente…
los nueve peldaños de la escalerilla
y puso pie en la Luna
a 330.000 kilómetros de su casa.
Era un momento eterno, ¡aterrador!
En una mano empuñaba la bandera
de su Patria. ¡El Colón de la Luna!
Lo embargaba una emoción tan tremenda
que no pudo evitarlo y soltó un pedo.
En la majestad del silencio selenita
delató la presencia del hombre en la Luna.
Aunque el incidente no estaba previsto
en el riguroso programa espacial,
pasará a la historia.
Fue un pedo sublime.
¡Nadie lo niega!

Gonzalo Arango

* Hallado en este blog (click)

Algunos enlaces:

 

La luna de Wilfrido

Cntra carátula del LP “La Medicina”, de Wilfrido Vargas (1986). Imagen publicada por el Portal Altervista

Sin duda, una de las lunas más célebres y famosas de los años 80 fue la canción de Wilfrido Vargas, “El loco y la luna”. Y es que por muchos meses, e incluso años, esa pieza del repertorio musical dominicano, en clave de merengue para fiesta de garaje, fue para muchos la primera oportunidad de acercarse a la luna llena en medio de una noche de celebraciones.

Y no era para menos. La luna llena, la misma que todos hemos usado para sentirnos más enamorados, llenos de dicha y esperanza, sigue acaparando la atención irrestricta de los románticos, aún de los más ilusos, pues nunca han faltado los poetas que quieren dejar sus versos adheridos al satélite natural de la Tierra, en un ciclo interminable del que jamás hemos detectado el principio, y muy seguramente jamás hallaremos el fin.

“Dime tú si ella me quiere”
Yo recuerdo expresamente la época de los años 1985 a 1986. En mi caso particular, estaba en el paso de la primaria a la secundaria escolar, y fue ese año, el 86, en el que sentí que me enamoraba por primera vez. Ella, claro, no tenía la menor idea de lo que pasaba por mi explosión emocional pre adolescente, pero sin duda fue la canción de Wilfrido la que me animó a decirle en uno de los ya mencionados bailes de garaje: “¿bailamos esta?”

Y claro, queridos lectores. Recordarán ustedes (los de mi generación, claro), que esas canciones eran la dicha, porque no había que ser experto en baile y danza, y mucho menos haber practicado grandes pasos en academias o escuelas especializadas. Las vueltas eran lo único necesario, junto con el pasito de levante y caiga de un lado para el otro, que por fortuna aún hoy en día sigue vigente.

¿Y la carátula del disco?
No, Galileanos, no la busquen mucho. La que yo conozco le pertenece a un LP de Wilfrido llamado “La Medicina”, y que llegó a mis manos gracias a la generosidad de mi papá, en épocas navideñas. Debo decir que aún conservo ese LP, así lleve muchos años guardado y sin uso. Es que, en realidad, esa época tuvo grandes herencias en mi amor por la astronomía, pues justo un año antes, y durante la primera parte del 86 ya mencionado, estuvo de visita el cometa Halley, del que otras veces he comentado. Aquí, como ven, les adjunto un par de fotos del disco, para que las conozcan los amigos de las nuevas generaciones y las recuerden quienes, como yo, también se conectaron con la delicia de la observación del cielo estrellado y de la luna llena con canciones e historias como esta.

Hay que decir, finalmente, que la niña de la que me enamoré en aquellos tiempos algo supo de mis sentimientos, muucho tiempo después, y que con el paso de los años jamás volví a saber absolutamente nada de ella. Pueda ser que le siga gustando el merengue ochentero, o que la luna que alguna vez, seguramente le regalaron, ilumine sus días y le regale grandes alegrías.

Imposible no hablar de esta canción sin anexarla. Ahí la tienen, vía Youtube.

Por un ideario Galileano

La Noche Estrellada, de Vincent Van Gogh. Óleo sobre lienzo, 1889 (Wikipedia)

Hola Galileanos!!

En días de fiesta y reflexión, de trabajo o de afanes presurosos, siempre resulta necesario y reconfortante devolver el tiempo al origen de lo que somos, de lo que nos define como personas y como amantes de alguna de las actividades que disfrutamos.

En mi caso, que es el mismo de este Blog, la pasión por el cielo estrellado tiene decenas de años a cuestas. No puedo decir que nació conmigo, pues no tengo tanta ni tan buena memoria; pero sí es un hecho que la fecha originaria del gusto por el cielo se quedó anclada en algún día de 1984, cuando el Cometa Halley pasó por este vecindario y animó decenas de publicaciones y entusiastas.

Como he dicho en otras ocasiones, jamás pude ver el Cometa. Observé el cielo decenas de noches, con menos de 12 años de edad, intentando captar la famosa cola dejada por el objeto extraterrestre, sin atinar a las coordenadas, a la altura o a la localización específica, pues el balcón de mi casa era bastante pequeño para mis intereses. Aún así, la semilla de la curiosidad por los misterios de la noche oscura quedó muy bien sembrada, dando frutos que apenas ahora comienzo a entender.

El Ideario Galileano
Aunque suene a un asunto de filosofía política, pienso que vale la pena remover los cimientos y asentar nuevamente las bases de lo que significan este Blog y sus publicaciones. Al fin y al cabo, una cosa era el 2009, cuando comenzamos y otra ocurre hoy, cuando abundan -por fortuna- los divulgadores de la ciencia, y se llevan a cabo decenas de actividades de promoción en diversos espacios de Ciudad y de Región.

  1. Observación libre y desinteresada del cielo: miramos, observamos, nos tendemos en el suelo y alzamos la mirada al firmamento, de día o de noche, con el fin de atraer a nuestros ojos los objetos, las historias y las preguntas que puedan llegar desde cualquier parte.
  2. Observamos con lo que haya: a simple vista, con binoculares o telescopios; con ayuda de aplicaciones especializadas o con la referencia de alguien que llegó a donde estamos. Nuestro propósito sigue firme en la observación recreativa, en la que aprendemos a responder preguntas con la ayuda de la tecnología y las conexiones a Internet. No nos las sabemos todas y no pretendemos saber más de lo necesario.
  3. No somos científicos: Somos observadores aficionados al cielo y a la astronomía, mas no actuamos como científicos, pues no lo somos. Carecemos de estudios avanzados en astrofísica, mecánica cuántica, física de partículas o exobiología. Disfrutamos esos temas y nos gustan muchísimo, y por eso preferimos escucharlos de los expertos en cada una de esas materias.
  4. Humanistas declarados: Optamos por las humanidades que también rodean la observación del cielo. Así, nos unimos con amor y fidelidad a la literarura, el arte, la filosofía, la historia o la antropología, por citar sólo algunas de las profesiones y áreas del conocimiento con las que nos sentimos más afines. Incluso, consideramos, como en el siglo XIX, que la arquitectura forma parte de las humanidades en las que nos interesamos. En el camino sabrán porqué.
  5. Encuentros, tertulias y cercanías: Disfrutamos de la integración de saberes, personas, costumbres y hasta de instituciones, pues creemos firmemente que la astronomía puede -y debe- seguir integrando a quienes esperan conectarse con ella, de cualquiera de las formas en que esto se hace posible. Poco a poco nos iremos conectando, conociendo, y disfrutaremos del cielo, sus estrellas e historias de la manera más descomplicada y sencilla posible.

Y listo, así arrancamos esta nueva etapa. Felices cielos y mejores historias!

El espíritu Galileano

Salida de la Luna Llena en el mes de Septiembre. La foto es de nuestro amigo Pedro Zuluaga, quien no se pierde la fiesta. El telescopio utilizado fue un Orión de 8 pulgadas, newtoniado, de nuestro amigo Jesús David Llano. Todos ponemos para esta fiesta del disfrute.

Salida de la Luna Llena en el mes de Septiembre. La foto es de nuestro amigo Pedro Zuluaga, quien no se pierde la fiesta. El telescopio utilizado fue un Orión de 8 pulgadas, newtoniado, de nuestro amigo Jesús David Llano. Todos ponemos para esta fiesta del disfrute.

Observar el cielo ha sido mi pasión. El universo entero, tan grande y profundo, sigue sorprendiendo a quienes dedican sus días y talentos a sondearlo con toda clase de objetos, técnicas, teorías y recursos. Aquellos, quienes hablan de ciencia, entienden el universo como un precioso e inagotable laboratorio de oportunidades únicas, capaces de preservar el necesario efecto de la sorpresa que tanto necesitamos hoy en día, en tiempos en que parece que ya lo hemos visto todo y casi nada logra conmovernos.

Los poetas, en tanto, creyeron por años que todo aquello que vemos, más lo que no identificamos, tendría un efecto especial en nuestras vidas, en las musas, o incluso en la cotidianidad. Ellos, inspirados o conmovidos, pasan horas eternas en medio de la noche y su penumbra ideando la unión de palabras, la construcción de frases dulces y atractivas, capaces de atrapar un beso o de trenzarse felizmente en medio de un abrazo alumbrado por la luz de la luna llena y decorado con alguna luz que pasa, a toda prisa, cuando la fuerza de la atmósfera pulveriza alguna pequeña piedra entrando a nuestro aire terrestre.

También están los divulgadores de ciencia: seres curiosos, capaces de leer y analizar decenas de notas de prensa emitidas a diario por universidades, agencias espaciales, medios especializados y muchos blogueros. Todos, sin duda, esperan tener entre sus manos la feliz noticia del último gran descubrimiento, del nuevo mayor hallazgo que sea capaz de abrir por completo la boca de toda la especie humana, pues nada sería más grato y poderoso que causar la más grande y fastuosa conmoción informativa. Ellos, también, observan el cielo, aunque sea de vez en cuando.

Así, entonces, el cielo y sus bellezas podrán observarse con muchos ojos: los del alma, los de ciencia, los que informan… todos, sin excepción, encuentran en la misma fuente una larga lista de inspiraciones. Aquí, en este Blog, seguimos creyendo en el encanto y la dicha de disfrutar el universo que nos rodea desde las cosas más simples, las más sencillas y aún desde las más complejas. No tenemos una preferencia en especial, y sólo reafirmamos el amor por lo que la misma naturaleza nos regala en cada momento de la existencia.

De día, al ver el sol, o de noche, cuando llegan las estrellas, permítase un minuto de simple imaginación y regálese un minuto de cielos claros. Seguro, sin duda alguna, verá que usted también querrá vivir más tiempo pegado de sus propios sueños, o de alguna de las estrellas que a veces podemos ver en el cielo sobre nuestras cabezas.

Conferencia: “Una especial órden ejecutiva de Barack Obama”

Hola Galileanos!!logo_SJG

Con la tradicional y generosa invitación de la Sociedad Julio Garavito para el Estudio de la Astronomía, me alegra contarles que este sábado 17 de febrero, de 1100 AM a 1:00 PM tendrá lugar un nuevo encuentro de los aficionados a las ciencias del espacio, en el Auditorio del Planetario Municipal “Jesús Emilio Ramírez”.

En esta ocasión el tema toma como base una especial órden ejecutiva del expresidente estadinense Barack Obama, relacionada con los posibles efectos de una gran tormenta solar, y de paso recordará algunos eventos parecidos, acaecidos en años anteriores.

La entrada es libre y gratuita y el orador, en esta ocasión, es el Profesor Asociado de la Universidad Nacional, Carlos Eduardo Sierra.

A continuación, un corto resumen de la presentación anunciada.

El espectáculo de la astronomía y su divulgación

Hola Galileanos!!

Al nacer el nuevo año nacen también muchas ideas, iniciativas, deseos y anhelos de hacer las cosas que siempre quisimos y que no hemos puesto en marcha. Eso, claro, incluye a la astronomía, que cada vez parece ganar más adeptos, interesados o amigos aunque, en muchos otras condiciones y latitudes, parece acumular detractores, enemigos y contradictores.

Y es que justamente esa condición de balances, los mismos que podemos adosar a la condición humana, propician las preguntas del nuevo año y animan a dejar cerradas las posibles respuestas a lo que no logramos realizar en los pasados. En otras palabras, los observatorios astronómicos caseros, las observaciones celestes en fincas o lugares cuidadosamente buscados, incluso la compra del mejor telescopio posible llegan de nuevo al escenario, y es aquí cuando me abordan aquellas preguntas que pocas veces me atrevo a responder.

En este sentido, ¿qué tal si ustedes se animan a responder algunas de las preguntas que verán a continuación?

  • ¿Se puede vivir de la astronomía en nuestras latitudes?
  • ¿Qué objetivo tiene pasar horas enteras mirando en el cielo los mismos objetos de siempre?
  • ¿Porqué parece que quienes hacen observación astronómica son como de otro mundo?
  • ¿Tienen relación las religiones, la física, la astronomía y las creencias asociadas a la observación del cielo?
  • ¿Es cierto que para hacer astronomía debo tener equipos muy caros, grandes, pesados e importados?
  • ¿Porqué algunos observadores del cielo hablan más de política y religiones que de la ciencia que dicen promover?
  • ¿Tiene futuro la exploración espacial en los próximos años?
  • ¿Es verdad que Donald Trump quiere reducir o acabar con la NASA?

Como ven, hay un poco de todo, y más allá de la lista que acaban de leer, estoy atento a las nuevas y múltiples preguntas que ustedes puedan tener tras escarbar un poco más a fondo lo que a todos nos pasa por la cabeza. Ahora, y en línea con el título de esta entrada, quiero poner en referencia la perspectiva de la astronomía como espectáculo, es decir, la que se convierte en fiesta, en evento lúdico o en oportunidad para el encuentro, la conversación y el regocijo propiciado por la misma naturaleza.

Los divulgadores de la ciencia, entre quienes me incluyo, pasamos largas horas pensando y probando métodos, estrategias y actividades que permitan mejorar lo que decimos y hacemos, con el fin de que quienes nos escuchan, leen u observan puedan unirse a nuestra causa con pasión desbordante, ánimo intenso y alegría extrema. A veces es fácil ganar el objetivo, aunque en otros momentos la tarea se vuelve compleja, difícil y más retadora de lo calculado.

En este nuevo año los retos de la divulgación se incrementan y vuelven más complejos. Muchos canales de televisión, blogueros, youtubers y demás han diseñado estrategias poderosas para ganar audiencias, captar tu atención y llevarte paso a paso por sus caminos. Todos, sin duda, tienen grandes intenciones con respecto a la divulgación de la ciencia y de la astronomía en particular, y es aquí cuando lanzo mi reflexión: ¿Es mejor divulgador quien responde a todas las preguntas de la lista? ¿Se volvió la ciencia, su divulgación o su ejercicio, una exposición mediática y del espectáculo, más allá de la continua necesidad de apreciar, entender, responder y formular nuevas preguntas?

La cultura del espectáculo tiene grandes ventajas y momentos de verdad. Bien vale la pena identificar la línea de contenidos que más nos atraiga, impregne y colme de las mejores respuestas. En tanto sigan llegando nuevas preguntas, sabremos que vamos en la vía correcta.

Felices cielos para todos!!

“El placer de descubrir y la reificación inherente a los premios”

logo_SJGHola Galileanos!!

En medio de la tremenda locura nacional con tantos temas de actualidad, la Sociedad Julio Garavito para el Estudio de la Astronomía nos invita a su próxima conferencia, a cargo de Carlos Eduardo Sierra, Profesor Titular de la Universidad Nacional de Colombia, con un tema que reviste gran interés por estas fechas, en las que los premios Nobel han despertado críticas, alabanzas, reconocimientos o sorpresas, según sea la orilla desde la que se les mire.

No obstante, hay que aclarar que la conferencia no se concentra en el tema del Nobel, y abordará experiencias e historias que para muchos pasan desapercibidas, como las palabras o reacciones de un personaje tan peculiar como Richard Feynman.

La conferencia tendrá lugar este sábado 22 de octubre, a las 11:00 AM en el Auditorio del Planetario Municipal “Jesús Emilio Ramírez”. La invitación es abierta y con entrada libre.

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Abstract de la Conferencia