Receta económica para el nuevo presidente de Colombia

ingredientes de receta

Ingredientes:

Las redes sociales están llenas de mensajes y retos de campaña electoral: ¿incrementará Ud. la edad de pensión?, “Yo priorizaré la educación”, “nos preocupa la regla fiscal”, “¡el sistema de salud es una porquería!” Entonces, en campaña, todos los candidatos tratan de dar “respuestas correctas” a todos estos retos, porque en un año electoral lo importante es ganar votos.

Pero todas esas manifestaciones críticas, y otras más -inflación, desempleo, ciencia y tecnología, sector rural, etc.- no son más que ingredientes de una gran receta: Colombia. No se puede decir SI a todo, eso es engañar al elector. Pero tampoco se trata de elegir algunos ingredientes; de lo que se trata es de saber si el futuro “Chef” planea preparar una “comida rápida” o tomarse en serio el futuro del país: nuestro desarrollo sostenible.

Recomendaciones para una buena sazón.

1. Dejar de ser reactivos, populares en las encuestas y de gobernar sólo para el ya. Esta ha sido una característica de la mayoría de los gobernantes que hemos tenido hasta hoy. No se puede construir país y resolver nuestros grandes retos si sólo tomamos medidas para mantener la inflación a raya, el déficit fiscal en sus justas medidas, el dólar “en cintura” y las encuestas de opinión a favor.

2. Reconocer la situación actual. Este es un país que ha logrado construir una relativamente sólida estabilidad macroeconómica -por décadas hemos mantenido un frágil pero sostenido crecimiento y una inflación controlada-. Sin embargo, la inequidad marcada nos caracteriza, al igual que los bajos niveles de competitividad. Ahora, también tenemos oportunidades: gran biodiversidad y un naciente post-conflicto que abre las puertas a un campo aún sin cultivar.

Ahora lo difícil: mezclar los ingredientes.

A pesar de lo que se crea, un gobierno no está hecho para 4 años; su gestión, con o sin intención, deja huellas en el futuro. Por lo tanto, es relevante que los presidentes, al igual que el Congreso, coloquen la mira en los propósitos de desarrollo de mediano y largo plazo, no solamente en las metas de coyuntura, en las obras que se puedan inaugurar en el cuatrenio o en los paliativos que calman a los medios y a la supuesta “opinión pública”.

Sugiero tres grandes retos, los cuales podrían servir de faro para un gobierno visionario, dirigido por un líder con posturas de estadista:

– Elevar la competitividad del aparato productivo. Colombia se ha desindustrializado y se ha hecho dependiente de la producción y exportación de commodities de origen minero. No agregamos valor a nuestras mercancías y la minería -legal e ilegal- está deteriorando aceleradamente el ecosistema. Llegar a los niveles de competitividad sostenible en el largo plazo no es el resultado de paliativos o paños de agua tibia. Hay que tomar decisiones de largo plazo: crear programas sólidos de primera infancia, fortalecer la cobertura y calidad educativo, crear condiciones para un verdadero ecosistema de ciencia, tecnología e innovación. Eso no se hace en cuatro años, pero alguien tiene que poner la primera piedra.

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- Reducir la pobreza y los altos niveles de inequidad socio-económica. Es insostenible que alrededor del 40% de la población económicamente activa sea subempleada y que tengamos un desempleo estructural del 10%, cuando el mismo es del 6% en muchos países del vecindario. Es inaceptable que sólo un pequeño porcentaje de los colombianos tiene asegurada una pensión.  Por último, la brecha de oportunidades entre la gente del campo y la ciudad y la existencia de un opulento estrato seis y un deprimente estrato uno, son realidades inaceptables que deberían ser objeto central de políticas de Estado.

- Encontrar nuestro lugar en un nuevo mundo globalizado. Más de un cuarto de siglo de apertura neoliberal han convertido a este país en un consumidor de bienes, de servicios y de información importada. Lo poco que sabiamos producir lo hemos olvidado -y no lo digo solamente por desindustrialización-. No sólo se trata sólo del consumismo exacerbado, sino del hecho que el mundo vive cambios monumentales -una nueva geopolítica, un debate ambiental, una sociedad del conocimiento, un fenómeno migratorio global, entre otros.- y este país sigue anclado a su condición de subdesarrollado, dependiente de una potencia y sin un propósito y sueños propios.

Colombia tiene una larga historia de guerras y dependencia; más que oportuno sería un gobierno que convocara a la nación para delinear un futuro promisorio a partir de un nuevo Contrato Social más incluyente: con diversidad de géneros y de étnias, con población urbana y población rural. El final del conflicto con las FARC es un abono que no debería ser desaprovechado.

A hornear.

Nada de lo que se acaba de reseñar se puede hacer a corto plazo.

Si nos quedamos en las preguntas de coyuntura -subir o no la edad de pensión, controlar la inflación del semestre, quitar o no ciertos impuestos o negociar anualmente un paupérrimo salario mínimo-, en lugar de diseñar un Futuro Deseable -juventud alimentada, educada y con pensamiento crítico y autónomo, vejez atendida con dignidad y trabajo productivo y remunerado con justicia-, que sirva de referente para guiar estratégicamente la respuesta a las preguntas de corto plazo, estaremos profundizando las raíces de nuestro subdesarrollo.

No necesitamos un chef que prepare pizza…necesitamos un Jefe de Estado que convoque para comenzar a hornear el platillo del bienestar de las futuras generaciones. Un gobierno que siembre futuro, no que inaugure puentes.

 

2 comments

  1. Pedro Reyes Zambrano   •  

    Buena noche. Felicitaciones, un discurso claro, amable y muy profesional. Va el punto de vista que se plasmo en un texto de “Lineamientos de Política Ambiental para Boyacá”, producto del CEAMDER de la USTA Tunja, bajo la coordinación del biólogo Nelsón Velez. Este es el planteamiento: “Se discute que el concepto de desarrollo sostenible, a pesar de su vigencia, no representa adecuadamente la visión de la sociedad en conjunto, por cuanto en su acepción hay dos hechos contrarios al sentido natural: de una parte, estar fundamentado en una percepción utilitarista de la naturaleza, el planeta entero está allí para satisfacer las necesidades “crecientes” de las presentes generaciones sin comprometer la posibilidades de las futuras. En dicha visión el hombre no hace parte de la naturaleza, sino que ésta está allí para usarla. Pero y adicionalmente, como existe un acuerdo mundial según el cual el desarrollo se mide por el crecimiento del producto interno bruto (PIB), entonces se plantea que, como lo demuestra también la naturaleza, no es posible crecer indefinidamente; al menos no, sin vulnerar el derecho al crecimiento de los demás.
    En contraposición con esta visión de desarrollo e interpretando lo que enseña en este sentido la naturaleza, se plantea la búsqueda de la organización estable como principal objetivo de desarrollo de la sociedad……. Entonces, mientras al concepto de desarrollo sostenible está asociada la contradicción que supone el crecimiento indefinido con la autorregulación del consumo, al concepto de organización estable, están asociados como principios el carácter interdependiente de la naturaleza, según el cual lo que hagamos en nuestros territorios tiene consecuencias en las demás partes del globo, y el principio del crecimiento respetuoso y responsable, que nos obliga a entender que nuestro crecimiento, como nuestra libertad tiene límites en el derecho al crecimiento y la libertad del otro, porque el planeta no es infinito. Es el respeto por el derecho de los demás lo que le confiere estabilidad a la organización.

    • Giovanny Cardona Montoya Giovanny Cardona Montoya   •     Autor

      Gracias por estos aportes tan interesantes. Sólo quiero, con el ánimo de mantener el hilo del análisis, hacer un comentario. Considero que la apuesta por un desarrollo sostenible, en la que se asume la posibilidad de combinar negocios pro-ambientales con rentabilidad es una dimensión que está pasando del “deber ser” al “ser”. Cuando miras B-companies, te das cuenta que ya existen emprendimientos concretos que ven en la transformación social o ambiental, oportunidades de negocios. Adicionalmente, el grado de deterioro del medio ambiente está “arrinconando a la humanidad”, lo que le da cierta racionalidad económica a las exigencias que entidades gubernamentales y consumidores están haciendo -cada vez con más frecuencia e intensidad- a las empresas, para mitigar o compensar el daño.

      Adicionalmente, señalas un elemento crítico: reconocer el crecimiento económico como indicador para medir el desarrollo económico. Este puede ser un consenso, pero cada vez es más débil. No sólo las ONG ambientales sino algunos gobiernos locales influenciados por movimientos étnicos autóctonos (en Bolivia, en Ecuador, los más evidentes) reclaman por una revisión del concepto de crecimiento como “relidad irrefutable”. De hecho, los movimientos antiglobalización cuestionan la necesidad de crecer como requisito para lograr mayor equidad. O sea, consideran que la disminución de la pobreza y de las brechas de inequidad no depende de la tasa de crecimiento, sino de los mecanismos de distribución y redistribución.
      Saludos

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