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Sí a la despenalización del aborto y a cambios tributarios; no al alcalde Daniel Quintero y cero simpatías con Nicolás Maduro. Todas son posturas que ha dejado ver el precandidato a la Presidencia para 2022 Sergio Fajardo, antioqueño que encamina su tercer intento de pisar la Casa de Nariño.
Fajardo, el “presidente profesor” de 2018 y la fórmula de Antanas Mockus de 2010, está dejando ver posiciones más claras sobre los temas de la actualidad colombiana, una cuestión novedosa en el candidato que se fue a ver ballenas después de la primera vuelta y optó por el voto en blanco en la segunda.
La más reciente fue acerca del aborto. Mientras el país espera la decisión de la Corte Constitucional sobre si se despenaliza o no la interrupción voluntaria del embarazo, el precandidato de la Coalición de la Esperanza sentó postura sobre el asunto.
“Es hora de superar la discusión desde el ámbito penal y concentrarnos en los retos de salud pública, en la educación sexual, la prevención del embarazo adolescente y el acceso adecuado a servicios de salud”, aseguró.
A semanas de que se decanten los candidatos, Fajardo parece ver que el electorado reclama líderes de opinión con posturas claras y que, sobre todo, reaccionen con prontitud a los sucesos públicos. En la política pospandemia de las redes sociales, un mensaje de Twitter viraliza –para bien o para mal– a una colectividad.
“En el fondo no hay ningún cambio ni de postura ni de discurso, pero sí de método. Las posiciones no son nuevas, todas son consistentes con lo que él ha sido, pero está en una posición mucho más consciente sobre la necesidad de comunicar en campaña”, comentó Santiago Londoño, quien fue un colaborador cercano del precandidato.
Como muchos otros, Fajardo fue un crítico de la reforma tributaria implementada por la administración saliente de Iván Duque, pero en su discurso ya ha decantado que, de llegar a la Casa de Nariño, sí revisaría un nuevo intento de ajuste en materia de gravámenes para Colombia. Para 2021, por ejemplo, habló de un impuesto sobre las variaciones positivas de las utilidades de 2020.
Con su estrategia de redes “la otra campaña” también está opinando sobre el proceso de responsabilidad fiscal que enfrenta por Hidroituango y la acusación de la Fiscalía por la que fue citado para el seis de diciembre en la Corte Suprema a audiencia de formulación de acusación (ver Paréntesis).
En medio de un discurso que él llama pedagógico, el precandidato precisó que “el caso ante la Contraloría parece un típico caso en el que a partir de la conclusión deseada se construye todo lo demás. El objetivo era condenarme”.
8 a.m del domingo 27 de mayo de 2018, en la Mesa 8 del puesto de votación de la institución educativa Inem, de Medellín. Desde ese puesto de votación en el que siempre ha sufragado, el exgobernador de Antioquia partió rumbo a Bogotá para conocer el resultado de la primera vuelta.
En el preconteo de votos empezó segundo, pero los tarjetones fueron arrojando una segunda vuelta entre Iván Duque y Gustavo Petro. Para entonces, Fajardo no tomó postura entre uno u otro y dejó su silencio en un “voto en blanco”.
“Tenía claro que iba a votar en blanco”, dijo, y relató que escribió una carta en la que enlistó sus motivos para permanecer en el centro de esa definición. Casi cuatro años después, el electorado ve a un Fajardo que pasa del mutismo a llamar a los candidatos a dialogar sobre un acuerdo programático para el 2022.
Quienes lo rodean le expresaron que necesita divulgar sus posturas sobre temas de la coyuntura. Cuatro años después de que las opiniones omitidas le valieran el calificativo de “tibio”, en la agenda del precandidato se leen perspectivas más contundentes.
Sobre ese cambio de metodología en campaña, Fajardo le respondió a EL COLOMBIANO que “las convicciones claras siempre han estado. De mí no escucharán propuestas que no se puedan cumplir, que suelen ser las que más suenan. Estamos más activos en las redes sociales, eso me ha gustado mucho. Pero he seguido una línea coherente y consistente desde hace 22 años”.
La percepción sobre Fajardo, sin embargo, está marcando más grises que blancos y negros en medio de la acusación que se lleva en su contra. Si termina juzgado, en el proceso que él ha llamado “absurdo”, ese litigio podría costarle su aspiración política para 2022.
Su estilo, de un profesor con un discurso pedagógico que hasta llevó pupitres a los actos públicos de su campaña de 2018, se enruta a conquistar al centro para 2022 y más ahora que Alianza Verde dejó a su militancia libre para apoyar al aspirante que mejor consideren. Amanecerá y veremos