Los bosques de la Sierra Nevada de Santa Marta ardieron en el pasado febrero. Y también lo hicieron en 2014, 2017 y 2019. Cada año, la historia parece repetirse: voraces incendios forestales destruyen no solo la vegetación nativa, sino los cultivos de café, banano, aguacate y otros productos, que ayudan a la subsistencia de los indígenas koguis y otros pobladores de la reserva natural.
La iniciativa de solución llegó de la mano del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Ciénaga (Magdalena), que busca una inyección presupuestal cercana a los 227 millones de pesos, para instalar en el corregimiento de Palmor la primera estación forestal indígena del país.
Entre las diversas causas de las conflagraciones que han sido registradas por dependencias como el Ideam, la Ungrd y Parques Nacionales, se encuentran desde las olas de calor que por temporadas azotan la región hasta las quemas que realizan las comunidades con fines agrícolas y que se salen de control.
Por eso, el proyecto involucra activamente al resguardo de Sebaynzhy, entre las que ya hay varios integrantes capacitados como bomberos. Desde la nueva infraestructura que se propone, la comunidad podrá monitorear el estado de los bosques de la sierra para prevenir y evitar conatos y también podrá consolidar datos que ayuden a los organismos de socorro durante una eventual emergencia.
“Ciénaga cuenta con los únicos bomberos indígenas capacitados y entrenados en toda la región. Además, la Alcaldía ya se comprometió a mejorar la vía terciaria de acceso a la zona, lo que en conjunto con la instalación de la estación, permitirá hacer mucho más ágil la atención de las emergencias, involucrando a la población rural”, expresó la capitana de Bomberos, Lourdes Peña del Valle.
Durante cuatro años, el Cuerpo de Bomberos de Ciénaga estructuró la propuesta, que no solo comprende la construcción y dotación de la nueva infraestructura, con equipos como motobombas y depósitos de agua, sino un plan de formación para los habitantes de Sebaynzhy, que complementa el trabajo que ya los bomberos vienen adelantando con 26 de los miembros del resguardo.
Ahora están a la espera de que el proyecto cuente con la financiación de la Embajada de Japón, mediante recursos de cooperación internacional. De lograrse, los indígenas tendrán monitoreado el sistema de bosques de la Sierra. Mientras eso ocurre, koguis y bomberos seguirán en la Sierra, con sus propios recursos, trabajando de la mano como guardianes de la madre naturaleza.