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Hasta seis directores por entidad en dos años: radiografía de la crisis de Gobierno de Petro

En dos años de mandato han desfilado 38 personas por 18 ministerios y otras 124 en viceministerios. Además, los directivos en entidades no duran ni seis meses, según denunció el congresista Hernán Cadavid. Remezones explicarían crisis de gobernabilidad.

  • A lo largo del año el presidente Gustavo Petro al fin logró conformar un gabinete integrado por su más cercanos adeptos y escuderos. Sacrificó a varios técnicos. FOTO Presidencia
    A lo largo del año el presidente Gustavo Petro al fin logró conformar un gabinete integrado por su más cercanos adeptos y escuderos. Sacrificó a varios técnicos. FOTO Presidencia
16 de octubre de 2024
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Si bien en los entresijos del Gobierno se da por hecho que los ministros son fusibles que cada tanto deben ser cambiados –en la medida en que el relevo refresca y da paso a nuevos liderazgos en la conducción del país–, lo que se ha vivido en el Gobierno de Gustavo Petro es una desbandada que, según expertos, explicaría con creces las dificultades del Ejecutivo en materia de gobernabilidad y ejecución.

En poco más de dos años de mandato, en los 18 ministerios que le dan consistencia a la rama Ejecutiva han desfilado al menos 38 ministros. En promedio, esos jefes de despacho duran en sus cargos ocho meses. Por otro lado, en los viceministerios –aquellos mandos medios de carácter mucho más técnico que permiten aterrizar los planes de gobierno–, la desbandada es mayor: en 41 de ellos han pasado 124 personas y en solo seis permanecen quienes fueron nombrados inicialmente.

Infográfico
Hasta seis directores por entidad en dos años: radiografía de la crisis de Gobierno de Petro

Así lo reveló el representante de oposición Hernán Cadavid, del Centro Democrático, quien radicó 123 derechos de petición para hacer una radiografía de los cambios y movidas al interior del gabinete, incluyendo otras entidades y departamentos administrativos donde también hubo salidas. Sin embargo, reclamó que tuvo que presentar 28 tutelas para ampliar la información y señaló que tres entidades no dieron respuesta.

Lo cierto es que, a la luz de estos datos, el congresista llamó la atención por una perpetua inestabilidad en los altos cargos del Estado que explicaría la crisis de gobernabilidad en tiempos de la administración Petro. Por ejemplo, advirtió que solo en el Ministerio del Interior –determinante para asegurar gobernabilidad en el Congreso y lograr el trámite de las reformas–, han pasado tres ministros, es decir, “casi uno por legislatura”.

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Según Cadavid, al margen de los ministerios, las miradas deben estar centradas en los frecuentes cambios en los viceministerios, en la medida en que su gestión favorece el andamiaje del Estado dado que allí aterrizan personas por su conocimiento técnico y práctico de las problemáticas de país.

Son poli-técnicos. Allí llegan técnicos con origen político, o políticos con conocimiento técnico”, explicaba en 2023 una fuente a EL COLOMBIANO que ocupó viceministerios en gobiernos pasados. Desde ese entonces, en medio de controversias y peloteras, se comenzaba a acentuar la crisis tras las polémicas salidas de ‘vices’ como Belizza Ruiz (del Viceministerio de Energía en la cartera de Minas) o de Flor Esther Salazar (del Viceministerio de Empleo y Pensiones del Ministerio de Trabajo).

En diálogo con este diario, Cadavid advirtió que la rotación de al menos 124 personas por los 41 viceministerios “se ve reflejado en la bajísima ejecución, toda vez que el personal técnico del Gobierno no tiene ningún grado de estabilidad y ningún grado de certeza, con el agravante de que cuando han aprendido un proceso inmediatamente son reemplazados”.

Las cifras parecen darle la razón al congresista. De acuerdo con estadísticas del Ministerio de Hacienda conocidas por este diario, con corte a septiembre pasado la ejecución presupuestal abarcando únicamente ministerios y otras entidades de la rama Ejecutiva ascendía, en promedio, al 42,8 % (teniendo en cuenta los pagos y apropiaciones).

De hecho, un informe de Corficolombiana divulgado en julio pasado evidenció que la ejecución presupuestal durante el primer semestre del año (sin tener en cuenta el servicio de la deuda), se ubicó en el 36,6 %, el promedio más bajo de los últimos 23 años.

Justamente, algunos de los ministerios con mayor rotación de viceministros no superan el 50 % en materia de ejecución presupuestal, entre ellos, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (21,2 %) o el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (39,4 %).

En otras entidades y corporaciones, de acuerdo con el representante Cadavid, también se evidencia inestabilidad. Según la información conocida por el parlamentario, entes como la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca, el Fondo de Adaptación o el Instituto Nacional de Vías (Invías) han cambiado de directivos hasta en seis oportunidades.

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Otras como el Fondo Rotatorio de la Policía, la Unidad de Planeación de Infraestructura de Transporte, el Archivo General o Invima han tenido hasta cinco directores en dos años. En otras 18 hubo cambios de hasta cuatro directores. “Para el Gobierno ha sido difícil estabilizar un equipo porque no hay quién oriente el Gobierno, porque el liderazgo del propio presidente es tóxico, no es de concertación, ni de seguimiento a las tareas, sino de ruptura y acá están los resultados”, explicó Cadavid.

Lejos de ser una sana rotación que vitaliza un gobierno, para el profesor y analista político Yann Basset –director del Grupo de Estudios de la Democracia de la Universidad del Rosario– la inestabilidad que persiste en el Gobierno Petro se traduce en errores técnicos y costos políticos que han llegado a poner en riesgo proyectos de todo el corazón del petrismo como sus reformas.

“Hay muchos errores técnicos en la forma de presentar las reformas o los textos en el Congreso. Lo vimos recientemente con el debate sobre el Presupuesto General. Hay muchos errores que se traducen en inexperiencia. No es bueno para la implementación del programa del gobierno. Tanta inestabilidad paraliza distintos frentes de acción y eso se evidencia en la dificultad para ejecutar el Plan de Desarrollo”, manifestó el catedrático a este diario.

A su turno, la profesora Eugénie Richard, de la Universidad Externado –experta en marketing político y comunicación gubernamental–, recordó que, aunque al principio Petro intentó hacer un gobierno de coalición, poco a poco se fue fracturando la arrolladora unidad nacional con la que arrancó su mandato.

Lo anterior, en parte, a la dificultad del presidente para atender el disenso, como se evidenció con la controvertida salida del exministro de Educación Alejandro Gaviria –crítico de la reforma a la salud que promovía la entonces ministra Carolina Corcho– o la renuncia de Jorge Iván González de Planeación Nacional –uno de los funcionarios de más alto perfil técnico en el gabinete–, señalado de tener diferencias con el presidente.

“Este es un Gobierno que no sabe generar consensos, que es bastante cerrado a la crítica y que se deshace de sus funcionarios tan pronto no entran en el dogma que ha impuesto el presidente. Todo esto demuestra además que hay bastante inestabilidad, lo que no es una buena idea cuando se quiere generar una impresión de gobernabilidad a nivel de país”, manifestó Richard.

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Lo cierto hoy, pasada la primera mitad de Gobierno, es que Petro ya parece estar gobernando con sus bases y más cercanos adeptos –entre ellos Gustavo Bolívar, director de Prosperidad Social; Daniel Rojas, en Educación, o Alexander López, en Planeación–, lo que le garantizaría fidelidad y respaldo irrestricto, mas no necesariamente ejecución y resultados técnicos.

“Petro poco a poco se ha centrado sobre un gobierno que solo es del Pacto Histórico. Es decir, el presidente solamente está gobernando con los petristas y para los petristas. Eso se ve reflejado en su i aprobación, que está alrededor del 30 %, que corresponde a la base que siempre lo ha apoyado”, agregó Richard.

En ello coincidió Basset, quien señaló que ese círculo cerrado del petrismo en altos mandos del Estado le implicó también perder mayorías en el Congreso y conseguir apoyos para su gobernabilidad: “la nominación de ministros responde, entre otras, a tratar de conciliar la necesidad de tener funcionarios cercanos al Gobierno y tener réditos en el Congreso con figuras políticas”.

Frente a los resultados en materia de ejecución el profesor fue tajante: “se evidencia falta experiencia de la izquierda en el Gobierno Nacional. Para muchos funcionarios, que en algún momento acompañaron a Gustavo Petro en su Alcaldía en Bogotá, ha sido difícil adaptarse y lograr resultados”.

Aún Petro está a mitad de camino en su mandato y, con adeptos y simpatizantes irrestrictos, el presidente parece al fin haber encontrado el camino para disipar la crítica en su conducción del Estado. Hay que ver si esa estrategia de rodearse de activistas en su primer anillo redundará en resultados concretos.

Para la profesora Richard, no obstante, hay una máxima en política y gobernabilidad: “estabilizar un gabinete es un arte que requiere paciencia y prudencia, y son dos cualidades que el presidente no tiene. Petro quiere un gobierno que sea el propio reflejo de su pensamiento y no acepta la crítica ni las divergencias en la forma de pensar”. El presidente, lejos de eso, ha desencadenado un discurso de confrontación y de batalla política con todos sus críticos, incluida la prensa.

“Un narcisista paranoico” escribió Mario Mendoza sobre Petro

En un crudo perfil divulgado en la Revista Cambio, el escritor Mario Mendoza describió al presidente Petro como “un narcisista paranoico que no soporta que le lleven la contraria, que lo cuestionen o lo vigilen”.

Si bien Mendoza sostuvo que al principio el mandatario nombró “gente de distintos espectros políticos” e intentó posar como un socialdemocracia de corte europeo, reclamó que “poco a poco empezó a mostrar su lado más oscuro y siniestro”.

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“Empezó a cerrar filas y, mostrando unos pésimos modales, sacó a Cecilia López, a José Antonio Ocampo y a Alejandro Gaviria. También echó sin contemplaciones a funcionarios eficientes que venían de sus huestes más leales, como Patricia Ariza. Fue el primero de tantos brotes de paranoia que vendrían después. Narciso empezaba a delirar atrapado en la Casa de Nariño”. Según Mendoza, el mandatario actúa como un “gurú religioso que ve enemigos escondidos dentro de su propia secta”. Por ello, sostuvo que “él mismo se encarga de desdibujarse y contradecirse”.

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