Desde Dabeiba hasta Llanogrande Urama, vereda en la que podría quedar una de las zonas de normalización de las Farc, la carretera es destapada, estrecha, no hay 500 metros planos ni en buen estado. La vía sube y baja, pasa montañas, algunas casas, unas pobladas, otras abandonadas, y así cerca de una hora y media en camioneta hasta llegar al corregimiento de San José de Urama.
Primera entrega: Santa Lucía, vereda que no quiere ser flor de un día
En ese poblado la vida intenta volver a la normalidad, aunque aún se nota lo fuerte que golpeó la violencia en la época en la que la guerrilla y los paramilitares se batían a muerte ese sector; desde ese punto, Llanogrande Urama está a menos de 45 minutos, y para llegar, hay que bajar la montaña, pasar el río Urama y subir hasta el tope de otra colina donde se avistan unas pocas casas dispersas, algunas fabricadas con material, otras con madera, también una pequeña escuela con una cancha de fútbol que más bien se parece a un potrero.
Segunda entrega: Carrizal sueña con borrar la guerra de su historia
Todo esto ubicado en un pequeño llano inclinado, muy cerca al tope del cerro en el que el clima ya no es nada similar al de Dabeiba, allí ya es frío y mucho más cercano a la inmensidad de las montañas que comprenden el Nudo de Paramillo.
Al ver llegar el equipo periodístico de EL COLOMBIANO, los pocos pobladores que hay en el sector (la mayoría estaban trabajando en los diferentes cultivos que hay en la zona) no se sorprenden, en cierto modo esperaban visitas luego de que en las noticias escucharon varias veces nombrar a “Llanogrande de Dabeiba” como sitio de concentración de las Farc.
“La verdad no nos han dicho nada, acá vivimos muy tranquilos hace varios años. De vez en cuando pasa el Ejército, pero no sabíamos que acá puede ser una de esas zonas donde van a estar ellos”, dice Luz Estela Hincapié, quien maneja el billar y la única tienda del sector, donde los fines de semana se reúnen los habitantes de la vereda para tomar cerveza y uno que otro aguardiente.
“Hace unos días llegaron esos muchachos, nos dieron algunos almanaques y pegaron unos afiches en las puertas de las casas, nos dijeron que ahora sí iba a llegar la paz”, dice María Esperanza Oquendo refiriéndose a integrantes del frente quinto de las Farc, quienes en su recurrido por la zona, pegaron afiches de color rojo con la silueta del extinto Manuel Marulanda Vélez, alias “Tirofijo”, máximo líder histórico de esa guerrilla, y con la frase: “Bloque Comandante Efraín Guzmán, frente quinto, hemos jurado vencer y venceremos”.
La vida en Urama
Parado en una de las esquinas de ese billar donde se divisa toda la vereda, José Antonio Torres, quien vive allí hace 40 años, recuerda que mucho tiempo atrás era un sitio grandioso para vivir. Dice que antes de llegar la guerra entre paramilitares y guerrilla, “todo estaba lleno de cultivos de caña y café, pero llegó esa época y todo se acabó, nos tocó abrirnos por un rato, ahora los cultivos poco a poco vuelven a levantar, pero no es como antes”.
José Antonio agradece que por estos días hay trabajo. En el momento de hablar con EL COLOMBIANO recién llegaba de jornaliar. “23 o 25 mil pesos me hago cuando resulta un trabajo. Acá hay cultivos de frijol, maíz, auyama, café, plátano y caña”, sin embargo tener todos esos productos a la mano no significa que en su casa tenga variedad de alimentos todos los días: “un día normal mi desayuno son frijoles con arroz o aguapanela, en el almuerzo repito, la comida igual, ¿carne? Pues cuando hay como”.
La mayoría de pobladores de esta vereda salen a trabajar el campo desde temprano, los niños estudian en una pequeña escuela ubicada a pocos metros del billar, pero esta hace parte de otra vereda llamada Chachafrutal, y solo algunas mujeres se quedan en sus viviendas para preparar la comida.
“Yo en mi casa tengo luz, el agua es de las quebradas, el baño es para bañarse, pero acá las ganas de alguna necesidad se calman en el campo, en un rastrojo”, afirma Morelia Sepúlveda y mientras prepara los frijoles para el almuerzo, ella reconoce que el Estado poca presencia tiene en el sector, el transporte para llegar a Dabeiba solo sale los últimos días de la semana. “Si alguien se enferma tiene que pagar hasta 80 mil pesos para que un carro venga y lleve a esa persona al pueblo, las motos son otra opción”.
¿Zona de ubicación?
Aunque todos aseguran no saber si Llanogrande Urama será vereda de transitoria de normalización, para nadie es desconocido que esa zona ha sido de presencia histórica de las Farc, y por eso no les parece extraño que su vereda sea la elegida en ese paso definitivo para terminar la larga guerra.
Alirio Restrepo, el esposo de María Esperanza Oquendo, la tiene clara: “primero la paz, queremos ponerle fin a todo esto, por eso si van a estar acá, pues que estén”, no muy diferente piensa la mayoría, sin embargo algunos tienen diversas preocupaciones y requerimientos tanto para el Estado, como para la guerrilla.
“Me preocupa que esta gente entregue armas y después lleguen los ladrones, pero también me preocupa que se haga todo este esfuerzo, que todo salga bien, pero que esta tierra siga igual de abandonada, eso no sería justo con nosotros que hemos sufrido con la guerra”, concluye José Antonio Torres.
117
veredas y cuatro corregimientos tiene el municipio de Dabeiba.
3
veredas en Dabeiba inician con el nombre Llanogrande: Urama, Chimiadó y Camparrusia