A estas alturas de la huelga, tras 20 días de hambre y aguas aromáticas, Jesús Santrich aún es capaz de estar de pie. Aunque por recomendación de los médicos fue trasladado el pasado jueves al hospital El Tunal, en el sur de Bogotá, el Inpec asegura que el líder de la Farc salió caminando por su propia cuenta de la cárcel La Picota. Sus reservas calóricas le han alcanzado hasta para escribir los poemas que su partido publica casi a diario en redes sociales.
Sin embargo, no todos son como Santrich a la hora de soportar los demonios del ayuno. Solo diez días después del inicio de la protesta, los 16 presos de la cárcel Bellavista que cerraron la boca para apoyar al exguerrillero tiraron la toalla y dijeron que volverían a comer porque no aguantaron el dolor y la deshidratación.
Santrich fue capturado el 9 de abril en un allanamiento del CTI de la Fiscalía a su apartamento en el barrio Modelia de Bogotá. Seuxis Hernández Solarte, como se llama realmente el exguerrillero, fue detenido por solicitud de la embajada de los EE. UU., país que lo acusa de tratar de enviar diez toneladas de cocaína después de la firma del Acuerdo.
Al día siguiente de la captura Santrich anunció que no volvería a probar bocado hasta que se comprobara que era un “falso positivo judicial”. Es la segunda vez en menos de un año que Santrich usa la huelga como metodo de protesta, ya lo había hecho para tratar de acelerar la implementación de los acuerdos, pero ¿sí sirve de algo dejar de comer?
Su primera huelga empezó el pasado 26 de junio y se prolongó por 25 días. Santrich era la cara visible de una protesta que reunía a 1.900 guerrilleros presos y que exigían la pronta aplicación del indulto. La huelga fue levantada cuando el Gobierno firmó el Decreto 1252 de 2017, que fija los procedimientos para la amnistía, y el partido de la Farc lo celebró como un triunfo.
¿Y todo se vale?
Para Marco Romero, director de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento, Codhes, las huelgas de hambre de Santrich son legítimas y el Estado no puede obligarlo a suspenderlas, aunque su vida esté en riesgo y la misma implementación del Acuerdo esté pendiendo de un hilo. “Si hay que hacer una huelga de hambre para que empiece a funcionar la JEP como está prevista, eso podría ser una mala señal para los miembros de Farc y de la Fuerza Pública que se han acogido”, opina.
Romero no cree que la huelga de hambre llegue al extremo de comprometer la vida de Santrich, pero si llegara a pasar —es decir, si Santrich muere—, “ahí sí habría una responsabilidad política del Estado que podría generar una incertidumbre muy grande”.
Y es que casos se han visto.
En 1981, Bobby Sands, miembro del Ejército Republicano Irlandés Provisional (Pira), murió después de 65 días de huelga de hambre en la prisión de Maze, en Irlanda del Norte, a los 27 años. Estando en la cárcel, Sands fue elegido como miembro del Parlamento de Westminster, pero nunca ocupó su cargo.
Aunque la primera ministra británica Margaret Thatcher lo acusó de ser un “criminal convicto” que “eligió llevarse su propia vida”, a su funeral asistieron 100.000 personas y su muerte desató la incorporación de nuevos reclutas para el Pira y el resurgir de la lucha armada por la independencia irlandesa.
¿Cuánto aguantará?
Yaneth Bedoya, líder de la estrategia de hábitos de vida saludables del Hospital San Vicente Fundación y experta en nutrición, explica que no hay un número máximo de días para aguantar hambre sin morir, sino que eso depende de las reservas calóricas de cada persona y de las patologías asociadas. Es decir, de la grasa acumulada en el cuerpo y las enfermedades previas que puedan complicar el caso.
Bedoya asegura que ningún médico puede obligar a Santrich a recibir alimentación parenteral o por sonda, si está en pleno uso de sus facultades mentales. Sin embargo, si el exguerrillero pierde el conocimiento y entra en shock, los galenos podrían tomar las medidas necesarias para estabilizarlo y salvar su vida.
65
días aguantó Bobby Sand, miembro del Pira, en huelga de hambre y murió.