Al momento de recibir de manos del terapeuta el zapato derecho, Augusto*, que toda la vida lidió con botas de guerra y pantano en el monte, no supo qué hacer con él y, en un gesto de desespero, lo tiró a un lado.
No pensó en el infortunio de faltarle una pierna, pensó en que su gran problema sería en adelante domar ese pedazo de plástico que acababan de entregarle en reemplazo de su pie derecho, perdido hace seis años cuando con el frente 36 de las Farc patrullaba las montañas de Norte de Antioquia.
Augusto se midió la prótesis, la modeló por el espejo, caminó apoyado en la baranda hasta que el muñón que le dejó la explosión de la mina antipersonal no aguantó más y entonces exclamó: “me talla en el nudillo”.
Recostado en una silla, Augusto cuenta que esta nueva prótesis le servirá para cumplir con su reincorporación a la vida civil luego de combatir por 16 años en las Farc. “Lo mejor de todo es que podré jugar con mi hija, salir a caminar sin el temor de caerme, trabajar en el campo que es lo que me gusta”, dice Augusto, y agrega que con “su nuevo pie” podrá sacar adelante su proyecto productivo de cerdos, para sobrevivir con su familia después años de guerra.
No es el único
Junto a Augusto, Ernesto* y Álvaro, dos excombatientes de los frentes 18 y 36, también recibieron prótesis, y estos hacen parte de un grupo de 11 exintegrantes de las Farc que recibieron la ayuda. La mayoría de ellos perdieron sus pies cuando realizaban tareas de comisión en la antigua guerrilla. Para Ernesto la pérdida fue más fuerte, la explosión le arrancó de un tajo tres dedos de la mano derecha.
“El día del accidente pensé que ya no serviría para nada. En ese entonces, la organización me entregó una prótesis conseguida de forma clandestina que me servía para caminar, pero cuando se dañó, tocaba amarrarla con lo que fuera. Ya puedo hacer mis tareas normales”, comenta Ernesto.
Ayudar estas 14 personas que alguna vez empuñaron las armas y se fueron “al monte”, es para Juan Rodrigo Mejía, director de Mahavir Kmina —entidad que les entregó las prótesis a los exguerrilleros—, un acto de reconciliación en este camino que recién inicia.
Además, explica Mejía, la decisión de ayudarlos es que al analizar la situación de cada uno se llega a la conclusión de que con un problema de movilidad es más difícil hacer parte de la sociedad.
“Esto es una forma ayudarle a la paz; ayudar a que todos estos muchachos dejen la situación que tienen de estar en la ilegalidad y que se reincorporen, que tenga un trabajo, que puedan tener un estudio; otros quieren dedicarse a cultivar y que de esta forma ellos puedan hacer sus labores.
“La misión de Mahavir Kmina es adaptar prótesis a todas las personas afectadas sin importar su contexto social, religioso o algún otro. Por aquí han pasado toda clase de personajes, hemos atendido guerrilleros, paramilitares, soldados, policías; ha pasado toda clase de personas y a todos se les ha ayudado”, comenta Juan Rodrigo.