La guerra, que nunca ha dejado nada bueno para la humanidad, dejó algo positivo en Adolfo Palacio, un excombatiente de las Farc que ahora se imagina un futuro sin armas en sus manos y adelanta su proceso de reintegración en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de Carrizal, ETCR, en Remedios, Antioquia.
Durante el tiempo que estuvo en las filas guerrilleras aprendió el cuidado por la naturaleza, el amor por los animales y la protección del medioambiente; y hoy, parte de su proyecto de vida está encaminado a reforestar aquellas zonas donde el hombre ha dejado muestras de que pasó con el hacha en la mano.
“Cuando todo esto pase, la tierra nos estará reclamando que la cuidemos. Todos necesitamos respirar. Más allá que cualquier otra actividad, guiamos nuestros ojos al medio ambiente. Bien lo decía Martin Luther King: ‘Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol’”, dice, con tono inspirado.
Preocupado por la situación ambiental actual, Adolfo y un puñado más de excombatientes decidieron, como parte integral de su reincorporación, ejecutar un plan de protección de la naturaleza.
Pero este plan no lo haría solo, estaría acompañado de la comunidad, las víctimas del conflicto armado y los excombatientes, todos asesorados por instituciones como Uniciencia, Universidad Nacional, Universidad de Antioquia, autoridades locales, la Agencia para la Reincorporación y Normalización, ARN, Fuerza Pública y la Misión de Verificación de la ONU en Colombia.
Francisco Ramírez, otro de los excombatientes, explica que en medio de la pandemia, siguen sembrando árboles. “Con mucho cuidado se hacen turnos y sembramos. También, pensando en la seguridad alimentaria, estamos cultivando productos pancoger como yuca, plátano y maíz”, explica el exguerrillero.
Seguir con la siembra
La meta de Adolfo, Francisco y el resto del grupo es sembrar 10.000 árboles, y así como la semilla pequeña de los 11.000 que ya sembraron les representa un comienzo, están preparados para sembrar otros 10.000 cuando haya condiciones y la pandemia que paralizó al mundo se los permita.
Para seguir con la ambiciosa meta de reforestar, alrededor del ETCR se han realizado, desde el 2017, tres “Sembratones por la Paz”, en las que han plantado 11.000 especies.
Una de las iniciativas más llamativas se vivió en julio de 2019, cuando hasta el ETCR llegaron integrantes de la Fuerza Pública, estudiantes y comunidades aledañas al campamento llamado “Siembra tu Árbol por la Paz”. Durante tres días se unieron y con azadón y pala, decidieron apostarle a la reconciliación.
En aquella ocasión, el intendente de la Policía, Raúl Fernández, encargado de parte de la seguridad del ETCR, expresó que la idea de sembrar, se le asemejaba a cosechar la paz y la reconciliación. “Estamos aportando al medio ambiente y apadrinando un árbol por cada víctima caída en el conflicto en Colombia”, dijo.
Andrés Stapper, director de la Agencia para la Reincorporación y Normalización, ARN, dijo a EL COLOMBIANO que este tipo de iniciativas son importantes porque los que antes empuñaron las armas, han logrado construir un futuro de oportunidades.
“A través del desarrollo de proyectos y formación para el trabajo, fortalecen sus habilidades y competencias y las ponen al servicio de las comunidades”, asevera Sttapper.
Se lucran de la madera
Pero así como los excombatientes le dan a la tierra árboles, también se lucran de la madera que esta da. Y no es que se vayan con hacha y motosierras a cortar especies, lo que hacen es “reciclar” lo que para los aserradores es basura.
A través de la Cooperativa Coomupron, 35 exguerrilleros hicieron de la madera y la ebanistería su proyecto productivo para volver a la vida civil.
Raúl Méndez, ex integrante de las Farc y líder de este proyecto, cuenta que desde la infancia le ha gustado el trabajo de la ebanistería y que en las montañas de esta zona de tradiciones mineras y aserradoras, se queda el 50 por ciento de maderas que ellos recogen “para tener esa parte de reincorporación que hemos querido con el medio ambiente”.
Para hacer realidad su sueño, él y el grupo se capacitaron durante 240 horas para aprender a sacarle “las mejores formas a la madera. Nos enseñaron el manejo de las máquinas, el cuidado que hay que tener con ellas para sacar el proyecto adelante”.
Consciente de que la tierra le da para vivir, quiere devolvérselo con creces y, por eso, también le apuesta a sembrar árboles, “porque hay que enseñarle a la gente que por cada palo que corte, tiene que sembrar 10 árboles” para no dejar morir el planeta.