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“Petro está en la lucha por imponer su relato... el dato mata el relato”: Juanita León, directora de La Silla Vacía

El presidente Gustavo Petro parece que no le gobierna por igual a todos los colombianos, según el siguiente análisis. ¿Qué es lo que ha hecho hasta ahora por el país?

  • El presidente de Colombia, Gustavo Petro, en medio de su discurso en la Escuela Militar José María Córdova. FOTO: COLPRENSA
    El presidente de Colombia, Gustavo Petro, en medio de su discurso en la Escuela Militar José María Córdova. FOTO: COLPRENSA
  • El presidente Gustavo Petro en un evento de la Escuela Militar José María Córdova. FOTO: COLPRENSA
    El presidente Gustavo Petro en un evento de la Escuela Militar José María Córdova. FOTO: COLPRENSA
  • Gustavo Patero, presidente de Colombia. FOTO: COLPRENSA
    Gustavo Patero, presidente de Colombia. FOTO: COLPRENSA
  • El jefe de Estado en un evento en el Hotel Tequendamita para tratar la reforma agraria. FOTO: EL COLOMBIANO
    El jefe de Estado en un evento en el Hotel Tequendamita para tratar la reforma agraria. FOTO: EL COLOMBIANO
08 de junio de 2024
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La periodista Juanita León, directora del portal de periodismo La Silla Vacía, fue invitada al congreso de Asobancaria, que tuvo su clausura el viernes 7 de junio en Cartagena, donde tuvo una intervención en la que habló de la situación política del país.

Juanita León habló de Gustavo Petro, e hizo un perfil sicológico y político del Presidente de la República, de quien mencionó su propensión por el relato y la propagando repleta de emociones y poca veracidad. A continuación reproducimos su conferencia.

Buenos días, y gracias a Jonathan Malagon, a Asobancaria y sus afiliados por darme la oportunidad de hablar hoy con ustedes sobre el rol del periodismo en esta coyuntura.

Hace dos años, durante la entrega de los premios de periodismo Simón Bolívar, Gustavo Petro dio un discurso revelador. Dijo que él veía su rol como presidente equivalente al de un comunicador social. Y qué, en la medida en que tanto el presidente como los periodistas nos movíamos en el mismo espacio discursivo, la confrontación sería inevitable

Esa definición de su cargo explica, en parte, el poco interés que ha demostrado el presidente en inaugurar obras o en demostrar mejoras en los indicadores de pobreza o seguridad. Lo suyo es cambiar los paradigmas, los lentes a través de los cuales los colombianos entendemos el progreso, la relación con el sector privado o la crisis climática.

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Petro está en la lucha por imponer su relato. En todos los campos y particularmente, respecto de los pilares que sostienen el poder en Colombia.

El argumento que yo quiero hacer hoy es que solo el dato mata el relato. En otras palabras, que la verificación correcta de la información siempre superará las narrativas y las historias que se crean alrededor de la coyuntura.

En esa medida, creo que el principal aporte que podemos hacer los medios a la democracia colombiana hoy es un periodismo basado en la reportería de los hechos y que se haga en contra de nuestros propios prejuicios ideológicos porque es un contrapeso importante del populismo de izquierda y de derecha y un nutriente esencial de la cordura que tanto se necesita en este momento.

Algunas cosas que hemos entendido en La Silla Vacía con base en nuestra reportería sobre los hechos de este gobierno:

1. El presidente gobierna para el 20 por ciento más excluido de los colombianos, y si puede mejorar su condición de vida no le importa qué tanto amenaza la estabilidad del 80 por ciento restante.

El presidente Gustavo Petro en un evento de la Escuela Militar José María Córdova. FOTO: COLPRENSA
El presidente Gustavo Petro en un evento de la Escuela Militar José María Córdova. FOTO: COLPRENSA

Su indicador de éxito para la reforma pensional es que los 400 mil viejos desposeídos no pasen hambre; para la de salud, que una niña que viva en la zona rural del Pacífico tenga acceso a una atención médica básica; para la de educación, que un joven del Catatumbo pueda ir a la universidad cerca a su casa.

Qué pase con el mercado de capitales, con el aseguramiento obligatorio de salud construido durante años o con la educación que necesitan los colombianos para no quedarse por fuera de una economía jalonada por la inteligencia artificial, es una preocupación secundaria para él. Eso explica, creo yo, su renuencia a concertar los cambios.

2. El presidente entiende que su mandato no viene de las urnas sino del estallido social: Así lo dice en el preámbulo de la agenda de negociación con el ELN y lo ha remarcado en varios discursos. Es por eso que él cree que el Acuerdo Nacional ya está incorporado en sus reformas, que ve como la solución y la alternativa a oro estallido social.

3. El presidente no es un loquito. Muchos piensan que Petro delira cuando habla de la etnia cósmica, el poder constituyente o el decrecimiento. Pero en realidad él bebe de las corrientes intelectuales de izquierda, de las que poco sabemos en Colombia. El poder constituyente, por ejemplo, como él lo concibe, ya lo había definido hace unas décadas su gran influencia intelectual Antonio Negri como “una suerte de catástrofe que interviene abriendo y marcando posibilidades de una nueva Constitución, es decir, a un nuevo poder constituido”.

Incluso su insistencia a convocar movilizaciones en la calle corresponde a la estrategia del “escudo popular” que el profesor de Harvard Aníbal Pérez Liñan definió como el camino de defensa de los presidentes de izquierda latinoamericanos para defenderse de congresos hostiles y de movidas del Establecimiento para sacarlos del poder por la vía judicial. El famoso golpe blando del que hablaron en el último congreso de Puebla.

4. Petro es incapaz de sentir miedo y presionará a sus funcionarios para que hagan las transformaciones estructurales, tensionando al máximo su relación con las ías. El presidente es un revolucionario. No aspira a cambios graduales ni a reformas marginales.

Él aspira a cambiar la estructura del poder y como lo dijo en un Consejo de Ministros, cree que el camino para lograrlas es la confrontación, no los acuerdos y la negociación.

5. Pero, paradójicamente, la ejecución de sus programas enfrenta serios problemas de implementación. Por ejemplo, su apuesta por darle los programas sociales a la economía popular ha llevado al Icbf a no renovar cientos de contratos con ONG que cuidaban a los niños, que mientras se implementa la nueva política, han quedado desatendidos.

Gustavo Patero, presidente de Colombia. FOTO: COLPRENSA
Gustavo Patero, presidente de Colombia. FOTO: COLPRENSA

La transición energética está enredada. Mientras el presidente viaja por el mundo alertando sobre la crisis climática, la hoja de ruta de la transición no está clara y los proyectos renovables se enfrentan a demoras en los trámites de las licencias y las consultas. Y así, en las distintas fuentes de energía. Y en otros sectores.

6. Petro puede querer la Constituyente para hacer esas transformaciones, pero los caminos institucionales legales están cerrados y no está buscándolos. Tratará de crear los incentivos o los caminos para que la parte del pueblo que lo sigue provoque el hecho político que dé luz al acto jurídico, pero en ese propósito también enfrenta limitaciones políticas y constitucionales.

Un primer intento fue meter en la reforma estatutaria de educación que los estudiantes deben tener participación directa en el gobierno universitario, incluyendo la elección del rector.

Es una aspiración de las constituyentes universitarias que ya se están moviendo en la Nacional y la Distrital y que si se multiplican podrían converger en la constituyente que quiere Petro reeditando un proceso político como el de la Séptima Papeleta.

Sin embargo, la oposición logró negociar con el gobierno la eliminación de ese artículo de la reforma aprobada ayer e incluso en la Nacional hay mucha reticencia a que por esta vía se vulnere la autonomía universitaria.

El otro camino es el mecanismo de participación en la negociación con el ELN. Pero la Corte Constitucional ha repetido en varias sentencias que un acuerdo de paz es un mandato político que tiene que el Congreso tiene que traducir en leyes para volver realidad. En otras palabras, el presidente no tiene un camino fácil para su constituyente.

El énfasis del periodismo, entonces, quizás debe concentrarse menos en el miedo que suscita la propuesta y más en entender la naturaleza, las amenazas y las fortalezas que tienen las instituciones que impiden la posibilidad de una constituyente por un camino no institucional.

El jefe de Estado en un evento en el Hotel Tequendamita para tratar la reforma agraria. FOTO: EL COLOMBIANO
El jefe de Estado en un evento en el Hotel Tequendamita para tratar la reforma agraria. FOTO: EL COLOMBIANO

7. La democracia colombiana tiene contrapesos que han demostrado que funcionan y el presidente no tendrá control sobre ellas. Petro solo podrá nombrar un magistrado más en la Corte Constitucional. Los otros serán nominados por las cortes y elegidos por el Senado, dos organismos donde no tiene mayorías el Pacto Histórico.

En el Banco de la República, en enero del próximo año, podrá cambiar dos codirectores, lo que en principio le daría una mayoría de cuatro contando al ministro de Hacienda. Pero la codirectora Olga Lucía Acosta, nombrada por el exministro Ocampo, ha demostrado su independencia de criterio.

El Congreso de la República, aun si se comprueba que sobornaron a congresistas para que aprobaran sus reformas, ha ejercido su rol de contrapeso.

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El desafío que enfrenta el periodismo con un presidente que le apuesta sobre todo al relato, es no caer en la tentación de abandonar el periodismo de reportería y limitarse a reproducir otros relatos alternativos al del presidente basados en la opinión y en las inclinaciones ideológicas propias.

La tentación es grande porque alimentar la polarización está en la base del negocio actual de algunos medios, como lo describe Andrey Mir en su gran libro Postperiodismo y la muerte de los periódicos. Según él, el fracaso del modelo de negocio de los medios alrededor de la pauta y su tránsito hacia las suscripciones, ha llevado a que muchos medios pasen de “fabricar el consenso” con el fin de que la gente sienta que el mundo más o menos funciona y se sienta inclinado a comprar lo que venden los anunciantes, a fabricar odio y polarización. Todos sabemos que nada une tanto a un grupo como poder odiar a otro.

Si algo podemos aprender los periodistas de lo que sucedió en Venezuela con Chávez es no desconcentrarnos de nuestra labor fundamental de reportería. Allá, el día en que los periodistas dejaron de contar la realidad y ante los temores crecientes cedieron a la tentación de volcarse hacia la opinión y la militancia política, Venezuela se quedó sin periodismo. Y perdió uno de los contrapesos fundamentales de la democracia.

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