Los ocho senadores del Partido de La U que no acataron la decisión mayoritaria de la colectividad de integrar la coalición de Gobierno revivieron la figura de la escisión, y algunos fueron más allá y plantearon la posible liquidación del partido que primero fue de Uribe, luego de Santos y que ahora es otra vez uribista.
El director del partido, Aurelio Iragorri, confía en que las aguas se vayan calmando y que poco a poco los inconformes se acomoden a la nueva realidad política. Sin embargo, parece que no será tan sencillo alinear a los senadores Armando Benedetti y Roy Barreras, líderes de la rebelión.
La alternativa que han planteado es volver al Partido Liberal, reunificar a todos lo que tienen origen en esa colectividad, incluido Cambio Radical, aprovechando que estos dos últimos sí se declararon independiente del Gobierno de Iván Duque.
La viabilidad política
Desde lo político no habría ninguna objeción para que miembros de un partido se quisieran anexar a otro, pero el impedimento se encuentra siempre en la normatividad.
Según John Fredy Bedoya, investigador del Instituto de Estudios Políticos de la U. de Antioquia, es posible que ellos renuncien a sus partidos, aunque está el vacío sobre de quién es la curul.
“Con la disolución de La U se daría un proceso natural de desgaste de un partido que comenzó con una tendencia uribista y pasó a ser un partido de gamonales. Cambio Radical no es tanto, ya que ha sido más manejado por su líder”.
Para Pedro Piedrahita, docente de la U. de Medellín, en términos políticos se viene con la idea de revivir el Nuevo Liberalismo, y eso depende de si los Galán recuperan esa personería. “La fragmentación de La U y de Cambio sería viable y muchos llegarían al Nuevo Liberalismo”, dijo.
¿Hay posibilidad legal?
Según Pedro Vanegas, docente de Derecho Electoral de la U. Externado, la ley estatutaria de partidos –la 1475 de 2011 en el artículo 4, inciso 18–, le trasladó esa responsabilidad a las colectividades. Les pidió tener en sus estatutos “reglas de disolución, fusión con otros partidos o movimientos, o escisión y liquidación”.
La escisión implica la división del Partido en dos, para que ninguna de las partes desaparezca, pero la condición esgrimida en el artículo 200 de los Estatutos de La U, tampoco lo hace fácil en este momento: “El Partido se fusionará con otros partidos cuando se adopte por decisión unánime de los asambleístas en sesión extraordinaria convocada para tal efecto”.
Hoy no existe unanimidad ni adentro ni por fuera, ni mucho menos mayorías entorno a esta propuesta, lo que impediría el avance de esta aventura reaccionaria.
La MOE siempre ha dicho que es necesario que se reglamenten estos procesos, pero nunca se ha podido. En 2012 hubo un proyecto de ley en ese sentido, el número 12 de Cámara, pero se archivó en primer debate en abril de 2013.
Esa iniciativa contemplaba que podrían solicitar la escisión de un partido o movimiento político el 25 % de sus militantes o de los miembros de las corporaciones públicas elegidos por el partido o movimiento político del cual se pretenden escindir, o el 60 % de los miembros del Congreso reunidos en sesión conjunta de sus bancadas de Senado y Cámara de Representantes.
“Un partido que se pueda escindir o una organización política que tome la decisión de fusionarse con otra tiene que terminar dando discusiones de dónde están las identidades y cuáles son los proyectos políticos”, expresó Alejandra Barrios, directora la MOE.
Por el momento, lo inconformes no tendrían otra alternativa que la de renunciar a sus partidos, pero dejando su curul... y es muy poco probable que, por principios, vayan a renunciar a los privilegios que les da su investidura.
