Barranquillera. Abogada. Docente. Madre. Abuela. Desde cada una de esos calificativos podrían decirse muchas cosas de Margarita Leonor Cabello Blanco, pero en lo que coinciden casi todos lo que la conocen es que ha tenido una vida consagrada al derecho desde la Rama Judicial, donde inició como jueza municipal y terminó siendo presidenta de la Corte Suprema de Justicia, una carrera hecha a pulso, que la catapultó al Ministerio de Justicia.
También dicen que ha sido una mujer dedicada a romper techos de cristal, y este es tal vez el más grande de su vida: ser la primera mujer procuradora general de la Nación.
Este sábado se posesionará en el cargo, en reemplazo del procurador Fernando Carrillo, de cuya gestión se resalta el apoyo a la implementación del Acuerdo de Paz y la lucha contra la corrupción durante la pandemia en compañía del fiscal Francisco Barbosa y del contralor Felipe Córdoba.
Su posesión es celebrada por quienes la conocen de cerca, por sus excompañeros en la rama judicial, por la élite barranquillera, por el gabinete de Iván Duque y por una gran mayoría en el Congreso (obtuvo 83 votos en el Senado).
También lo hace con críticas acerca de las amistades y nexos que pueden hacer inviable su gestión en el organismo de control disciplinario.
De cuna costeña
Cabello es nieta del coronel liberal Leandro Cabello, quien luchó de la mano del general Sabas Socarrás en la Guerra de los Mil Días. Es hija del abogado guajiro Leandro Cabello López (quien llevó el primer acueducto a Villanueva, su pueblo Natal) y de la barranquillera María Blanco. Pasó su infancia y juventud entre la capital del Atlántico, donde aprendió amar el Derecho, y Villanueva, donde le cogió el gusto al folclor vallenato.
La hoy procuradora inició sus estudios en Derecho en la Universidad del Rosario, pero en las primeras vacaciones regresó a la Costa y conoció al ingeniero Rafael Caparroso de quien se enamoró, entonces se quedó en Barranquilla estudiando en la Corporación Universitaria de la Costa, de donde egresó. Se casó con Caparroso y tuvo dos hijos.
Una vez egresada inició su trayectoria profesional como juez penal municipal de Sabanalarga (Atlántico), juez de menores y juez civil del circuito de Barranquilla hasta llegar a la magistratura en la Sala Civil-Familia del Tribunal Superior de Barranquilla, cargo que ocupó durante 19 años.
En 1999 Cabello se divorció y empezó a frecuentar los centros de poder en Barranquilla, ella que nunca había pertenecido a esa élite se acercó a los Char, los Name y los Gerlein, quienes mandan la parada en esa región del país.
Incluso el exsenador David Name Terán la llevó a la masonería, una sociedad secreta y filantrópica, en la que Name ostenta la máxima posición en Barranquilla.
Los Char, además, según contaron dos fuentes que conocen al dedillo la política del Caribe, la han acompañado en toda su carrera y le han facilitado las cosas en el camino, de hecho Arturo Char fue de los primeros en promover su nombre a la Procuraduría.
“Margarita es un ser humano sensible, muy preocupado por los demás, era la líder y sigue siéndolo de alguna manera de la Fundación de Ayuda por la Justicia, en la que muchos líderes la acompañaban para atender necesidades urgentes de funcionarios de la Rama Judicial. Además es muy creyente. Esa humanidad se traslada en el trato con las personas, decente y respetuosa”, describió el congresista de Cambio Radical, César Lorduy, amigo personal de Cabello desde hace varias décadas.
Para el profesor Ángel Tuirán, de la Universidad del Norte, “los nexos con los políticos barranquilleros le pasarán factura tarde o temprano. Este cargo es elegido en el Senado, y allí los Char, Name y Gerlain tienen bancada propia, y la votación fue mayoritaria para Cabello. Apoyos que se dan con base en compromisos”.
Este es un cuestionamiento que comparten sus críticos.
Su carrera en Bogotá
El salto a la capital lo dio con el entonces procurador Alejandro Ordóñez, otro de los hombres fuertes en su carrera, quien la llevó como procuradora delegada de la Sala Disciplinaria.
En 2009 el presidente Álvaro Uribe estaba tratando de conformar la terna para el cargo de fiscal general de la Nación, allí le pidió a Ordóñez que le remitiera mujeres que tuvieran las cualidades para esa dignidad, entre las recomendadas estaba Margarita Cabello, una mujer desconocida para el mandatario. Así que la citó en la Casa de Nariño y Cabello fue ternada. Pero esa fue la terna que no prosperó en la Corte, y que solo vino a resolverse cuando el presidente Juan Manuel Santos nominó a Vivian Morales.
Varias fuentes le dijeron a EL COLOMBIANO que desde entonces Cabello es de la entraña Uribista, sin embargo, desconcierta que la Corte Suprema que había tenido rencillas con Uribe la nombrara magistrada de su Sala Civil y luego fuera elegida por su colegas como la segunda mujer presidenta de la Corte.
Al respecto, Tuirán dijo que “hay que destacar lo que representa el liderazgo de una mujer, Cabello ha llegado a los cargos más importantes cuando la Rama Judicial se caracteriza por no tener paridad, por ser eminentemente masculina. Alrededor de ella puede haber polémica en los sectores feministas, que no se sientan representados en sus posturas, pero es una mujer que ha llegado a grades posiciones”.
Cabello ha impulsado transformaciones de género en la Rama Judicial desde la Comisión de Género, lo que sin duda ha facilitado el acceso a los cargos públicos de muchas más mujeres.
De hecho, ese es uno de los desafíos que enfrenta en la Procuraduría, como señaló Hernando Herrera Mercado, director de la Corporación Excelencia en la Justicia: “Es la primera mujer procuradora y esa lucha implica que tendrá la opción de luchar por sus pares. Se espera de ella que impulse la formulación de política pública de mujeres en el sector público”.
El paso al Ejecutivo
En junio de 2019 el presidente Iván Duque la invitó a ser su ministra de Justicia, con tres metas claras: lograr la aprobación de la cadena perpetua para violadores, sacar adelante la reforma a la justicia y conseguir el aval de la Corte para retomar las aspersiones con glifosato. De las tres metas solo cumplió la primera.
“Yo veo que fue una ministra que duró muy poco tiempo, que llegó a un Ministerio de muy bajas gestiones. El resultado fue bueno: logró la aprobación del proyecto de comisarías de familia, apoyó la cadena perpetua, iniciativas para dignificar el trabajo de las personerías, trabajó con el Consejo de Estado en la modificación del Código Contencioso Administrativo, y adelantó modificaciones en el régimen penitenciario que permitieron la reducción del hacinamiento”, destacó Lorduy.
Quizá el último de esos logros fue el reto más importante que asumió, y con el que no contaba en un principio. La pandemia desencadenó una serie de revueltas en las cárceles del país, de presos asustados por la inminencia de los contagios, y el 23 de marzo ocurrió la peor en el la Cárcel la Modelo, de Bogotá. El saldo fueron 23 detenidos muertos y 80 heridos. Desde entonces, Cabello lideró la formulación de un decreto que permitió la excarcelación de 4.000 privados de la libertad, lo que ayudó a disminuir la presión en las prisiones.
Pero justo en esa construcción Cabello tuvo que ir en repetidas ocasiones al Congreso, a rendir cuentas y allí fue sumando a más parlamentarios a sus afectos. Por eso no sorprendió que cuando el presidente Duque la ternara al cargo de procurador la mayoría de los partidos políticos se enfilaran en su aspiración.
“Ella desde hace tiempo ha tenido una buena relación con quienes terminan estando en el escenario político, como yo, y sigue manteniendo la amistad. Yo no le veo ningún inconveniente porque además de esa humanidad, decencia y dulzura también es una mujer de carácter y sabe cómo decir que no”, manifestó Lorduy ante las suspicacias.
Los retos que vienen
Herrera mencionó algunos de los retos que se esperan en su gestión como procuradora. Primero, deberá avanzar en la lucha contra la corrupción, idealmente de la mano del fiscal y el contralor. Segundo, trabajar por darle más dientes a la entidad, ya que la Corte Interamericana mutiló sus capacidades al impedirle sancionar a funcionarios elegidos por voto popular. Tercero, tendrá un papel muy importante en la Jurisdicción Especial para la Paz, ya que el Ministerio Público obra en los procesos como representante de las víctimas y de la sociedad. Y por último, garantizar que ningún funcionario participe en política durante las elecciones.
En palabras de Andrés Hernández, director de Transparencia por Colombia, “está claro que en términos profesionales, de conocimiento y de hoja de vida Cabello es altamente calificada para el cargo, pero su cercanía con la clase política de la Costa, el uribismo y el gobierno de Duque siembra duda en su gestión. Esa duda la esclarecerá ella misma con las decisiones que tome: a quiénes designe como sus procuradores delegados, qué tipo de decisiones tome sobre las procuradurías regionales y los procesos que están abiertos. Como se dice coloquialmente: por sus obras la conoceremos”.