Madeline Smith era voluntaria en un refugio de animales en Estados Unidos. Allí, revisaba diariamente los perros que necesitaban atención. En una de esas rondas, un canino fuera de la lista habitual captó su atención porque la saludó con entusiasmo. Una situación que, según recuerda en sus redes sociales, no pasó desapercibida por ella y generó una conexión entre ambos.
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Se trataba de una perrita llamada Maya, la cual se puso de pie sobre sus patas traseras y apoyó su hocico en los barrotes, casi demostrando una súplica por ayuda. “Pareció rogarme” que la llevara, según describió Smith.
Sin embargo, a pesar de su ternura, Madeline no estaba preparada para acoger a otra mascota por sus planes de viaje y a los numerosos animales que había transitado. Aun así, la imagen de Maya no se iba de su cabeza.
Así las cosas, días después descubrió que Maya estaba en la lista de eutanasia. Por lo cual, Smith sintió la urgencia de actuar. Esa decisión tenía que tomarla pronto para salvar la vida de la perrita, pues sabía que muchos animales esperan su turno para sacrificarlos debido a limitaciones de espacio o su estado de salud.
Ante esto, Smith solicitó la ayuda de una colega voluntaria, quien accedió a hospedar a Maya temporalmente hasta que ella regresara de su viaje. Este gesto fue fundamental, pues el tiempo apremiaba para sacarla del refugio y no muriera.
Al regresar a Estados Unidos, a Maya la llevaron a la casa de Smith junto a su esposo, su gata Barry y su otra perra Margot. Según contó la mujer en su red social de Instagram, la integración de la nueva mascota fue rápida y fluida.
En el primer mes que estuvo en su nuevo hogar, el animal recibió atención médica para tratar una dolencia de salud que tenía por cuenta de un gusano en el corazón, que es una enfermedad peligrosa transmitida por mosquitos que afecta órganos vitales como corazón y pulmones.
Cuando se recuperó, llegaba el momento de decidir si Maya debía volver al refugio o quedarse en esa casa. Aunque la de Madeline había sido un hogar de transición para más de cincuenta perros, el vínculo con la perrita la llevó a replantearse sus planes.
Así fue como el Día de la Madre, el esposo de la mujer la sorprendió regalándole oficialmente la adopción de Maya, que consistió en un collar personalizado y los papeles firmados que sellaron que Maya era su mascota y un nuevo integrante de su hogar.
Actualmente, Maya vive feliz con su familia, aun cuando la gata Barry falleció y con la noticia para la pareja de que están esperando un hijo que llegará a seguir agrandando ese hogar.
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