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Radiografía al trabajo de tres obispos en zonas con violencia

En Tumaco, Quibdó y Apartadó, estos líderes católicos se han unido para trabajar por comunidades afectadas por el conflicto. Hablamos con ellos.

  • Estos tres líderes de la iglesia se unieron con otros 11 compañeros del Pacífico para trabajar socialmente juntos. FOTO CORTESÍA
    Estos tres líderes de la iglesia se unieron con otros 11 compañeros del Pacífico para trabajar socialmente juntos. FOTO CORTESÍA
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03 de mayo de 2021
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Hay zonas de Colombia a las que las ayudas humanitarias principalmente llegan por cuenta de organizaciones sociales o la Iglesia Católica. Una de ella es Polines, sector rural de Chigorodó, Antioquia, al que se llega en moto, mula o a pie. Precisamente, el fin de semana pasado estuvo allá el obispo de Apartadó, monseñor Hugo Torres, en una misión social en un resguardo indígena.

“Esto hace parte de un programa que se llama ‘Diálogos Pastorales’, que consiste en visitar a las comunidades más periféricas, en zonas rurales”, dijo el obispo a este diario.

El trabajo liderado por Torres no solo ha contado con el apoyo de organizaciones internacionales, sino del acompañamiento de las diócesis de Quibdó y de Istmina-Tadó, en el Chocó. Las tres han coordinado acciones con el fin de visibilizar problemáticas de comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas.

“Nosotros conocemos no solo las cifras de los titulares de las noticias, sino los dramas humanos que vive la gente”, contó el obispo de Quibdó, monseñor Juan Carlos Barreto.

Esta historia de atención humanitaria a personas afectadas por la violencia se da a lo largo y ancho del territorio nacional, y una de las regiones que más requiere atención es el Pacífico nariñense.

En diálogo con EL COLOMBIANO, el líder de la Iglesia Católica en Tumaco, monseñor Orlando Olave, explicó la cantidad de problemas sociales en Nariño con una escena: “Es como llegar a una casa en la que solo hay paredes. Se pone el techo, pero alguien llega y dice que falta el piso, y cuando se pone, alguien más dice que falta la pintura. Son tantas las necesidades de este pueblo que se hacen esfuerzos, pero se necesitan muchos más”.

Las problemáticas

Los combates de los dos últimos meses entre grupos ilegales en el Pacífico nariñense dejaron más de 4.000 desplazados en municipios como Olaya Herrera y El Charco.

Sin embargo, esto no es nuevo. Desde que el obispo Olave llegó en 2015 a la diócesis de Tumaco ha venido atendiendo estos problemas y sus posibles soluciones: “Nuestras misiones han sido valiosas como las de otras diócesis. Con Pastoral Social hemos insistido en la formación especialmente para jóvenes”.

Según el obispo Barreto, de Quibdó, “se pensó que con la dejación de las armas en el Acuerdo firmado se iba a llegar a una paz, pero el incumplimiento no ha dejado”.

En efecto, desde su jurisdicción, que abarca a ocho municipios chocoanos y dos antioqueños, dijo no poder afirmarlo con precisión, “pero ya estamos cerca de los 40 homicidios en 2021. El año pasado registramos 152”, añadió monseñor Barreto.

Por eso, fue enfático en decir que “se ha identificado el abandono del Estado. Ciertamente hay una presencia de ellos, pero es ineficaz, el hecho de que la pobreza monetaria estuviera en 68 % hasta hace poco, deja claro que hay necesidades insatisfechas”.

Para su compañero de Tumaco, el obispo Olave, se han hecho algunos esfuerzos: “El Gobierno del expresidente Santos los hizo, y el presidente Duque también los ha hecho, pero falta trabajar mucho más en ellos”, dijo.

“Sí ha habido respuesta ante nuestras peticiones desde distintas instituciones, pero resultados en concreto más bien pocos”, comentó por su lado el obispo de Apartadó.

Las misiones humanitarias

Precisamente él, Hugo Torres, habló con este diario mientras se dirigía hasta cierto punto para llegar a Polines. “Son 45 minutos en carro desde Apartadó hasta la mitad del camino al resguardo. Esperamos que ahorita nos recoja un indígena que prometió llegar con dos bestias. De ahí hasta la comunidad son una hora y media, o dos más”, narró.

Monseñor añadió que hay comunidades cerca del río Salaquí a las que se ha tardado un día entero en llegar, pero ¿qué hace la Iglesia en esos sitios? El obispo de Quibdó dijo que trabajan en el acompañamiento y el hacer sentir la presencia de la Iglesia; la formación en valores sociopolíticos; la visibilización de las necesidades que haya; en la incidencia, haciendo que el Estado responda lo pactado; y en apoyo a procesos organizativos liderados por las comunidades.

“Estamos promoviendo cosas junto a organizaciones sociales, y el ‘Pacto por la Vida y por la Paz’ que se firmó queremos que sea en todo Colombia”, dijo monseñor Barreto desde la capital chocoana.

En ese departamento, este obispo dijo que ha habido tres grandes misiones humanitarias este año. Una con la Oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas al Alto Baudó; otra a Murindó, Antioquia, donde encontraron a 2.200 personas confinadas; y una tercera que estaba planeada para la conmemoración de la masacre de Bojayá, cumplida ayer domingo, pero por la pandemia no se viajó.

Los tres obispos dijeron que hay grupos armados ilegales que saben de sus labores, pero que por lo general no las entorpecen. Pese a todo, el obispo de Tumaco afirmó que la misión que tiene es “exaltar los valores y tantas buenas cosas que hay en los territorios”

2.200
personas confinadas encontró la diócesis de Quibdó en Murindó, según su obispo.

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