Las diferencias entre los negociadores del Gobierno y las Farc en el tema relacionado con la justicia que debería aplicarse a la guerrilla, se ha convertido en el nodo generador de tensión entre ambas delegaciones, tanto, que hasta los discursos en la mesa han subido de tono.
El malestar entre ambas delegaciones comenzó hace cuatro días cuando “Iván Márquez”, jefe negociador de las Farc, expresó: “para los guerrilleros cero cárcel. Ningún proceso de paz en el mundo ha terminado con los líderes de la insurgencia tras las rejas”.
De inmediato, el Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, le respondió al jefe guerrillero que si las Farc estaban pensando en impunidad, sería muy difícil consolidarse el proceso de paz. “La guerrilla piensa que si no les garantizamos impunidad no van a dejar las armas”, dije.
El tema de la justicia transicional —sumado al de los de los derechos de las víctimas y el esclarecimiento de la verdad— llevó a Jaramillo a expresar, por segunda vez en el tiempo que llevan las negociaciones, que se ha entrado en un punto de alta tensión en la mesa de diálogos.
No dejarán la mesa
Pese a que el inicio del ciclo 33 de negociación empezó entre tensiones y ánimos subidos, expertos del conflicto armado coinciden en que ninguna de las partes negociadoras se parará de la mesa.
Parte de esa afirmación se fundamenta en la petición reiterada de los cinco grupos de víctimas que viajaron a entrevistarse con las delegaciones, en cuyas ponencias exigieron a las Farc y al Gobierno “no pararse de la mesa hasta que no se firme el acuerdo final”.
En esta petición, el analista y experto del conflicto armado, Juan Carlos Ortega, ve una presión hacia los negociadores que estos no pueden ignorar. “Entre las propuestas nacidas de las discusiones, se aprobó la visita de las víctimas a Cuba. Si los negociadores no tienen en cuenta lo que expresaron los afectados por el conflicto, el proceso perderá credibilidad y generará más tensiones de las que hay”.
No obstante, el analista Ortega está seguro de que, pese a la tensión, ninguna de las dos partes se parará de la mesa, todo por los avances hasta ahora obtenidos, y porque en caso de una ruptura de los diálogos, una próxima negociación tardaría en darse por el desgaste y la poca credibilidad de un nuevo acercamiento.
Pero la tensión en la mesa de diálogos no se debe solo a factores considerados externos. Los plenipotenciarios del Gobierno y las Farc también presionan a los contrarios. El objetivo, explica el analista Luis Eduardo Celis, es posicionarse cada uno en sus ideas.
“Ahora es el momento de máxima tensión en el proceso y todo por el delicado asunto de reconocimiento de responsabilidades frente a los graves crímenes cometidos, máximos responsables y penas”.
Visitas bajan tensión
Las visitas de algunos personajes como el exsecretario general de la Onu, Kofi Annan; o el delegado de E.U., Bernard Aronson, quien ayer se reunió con el presidente Juan Manuel Santos, es una forma de bajarle temperatura a los discursos.
De hecho, Annan se refirió a uno de los temas que ha generado tanta polémica: la justicia transicional.
“Esta debe adaptarse al contexto colombiano, pero también a las normas internacionales sobre el conflicto y la guerra. La decisión de qué penas impartir a los responsables máximos de los crímenes del conflicto colombiano, es decisión de las instituciones judiciales de cada país”.
Dice Javier Ciurlizza, exsecretario ejecutivo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación del Perú, que el apoyo de estas personalidades es un factor muy importante, pues su representatividad en el mundo genera confianza en el proceso de paz en Colombia.
En el caso de Annan, Ciurlizza precisa que su experiencia en la resolución de conflictos servirá como hoja de ruta para avanzar en asuntos estancados en la agenda. “Al ser una de las personas más representativas en el mundo, quien tuvo en sus manos la construcción de paz y posconflicto en varios países, la experiencia que él tiene va a servir para avanzar en los temas pendientes en los que no se ha encontrado un mayor apoyo”.
El ciclo 33 de los diálogos inicia con un grado de tensión que si bien llevaría a un cruce de declaraciones airadas, no desencadenaría que los negociadores se paren de la mesa sin la firma del acuerdo final.
6,8
millones de víctimas están registradas en el país, según la Unidad de Víctimas.
