viernes
3 y 2
3 y 2
¿Qué postura asumiría el senador Gustavo Petro frente al gobierno de Gustavo Petro? Esa es la pregunta que no dejan de hacerse diversos estamentos políticos, incluso aliados a su administración, tras la decisión del primer mandatario de dar vía libre a la compra de aviones de guerra que rechazaba de tajo como opositor. Como esta, son varias las determinaciones que, en contravía de lo que pensaba como congresista, ahora ha tenido que adoptar como jefe de Estado.
Una revisión hecha por EL COLOMBIANO da cuenta de al menos cinco actuaciones del Ejecutivo que ponen en entredicho lo que pregonaba Petro en campaña y que lo han llevado a recular lo que planteaba en sus tiempos como un destacado senador de oposición.
Se trata de decisiones que corroboran una máxima en política: siempre será diferente la comodidad que brinda un atril para criticar y refutar el trabajo del gobernante de turno, a la difícil tarea de conducir los destinos de una Nación y encarar desafíos que exigen decisiones adversas. Veamos.
Aviones de guerra: gasto de $15 billones
En marzo de 2021, con la pandemia a cuestas y ad portas del estallido social, el senador Petro criticaba con vehemencia que el gobierno de Iván Duque se propusiera comprar aviones de combate. Aseguró que era “el máximo grado de irresponsabilidad de un gobernante” y señalaba que esos recursos bien podrían destinarse a universidades y colegios.
Sin embargo, ya como presidente, decidió seguir adelante con ese proceso, que le costará al Estado mínimo $15 billones para remplazar los viejos Kfir. Su gobierno justificó que la renovación de la flota aérea era una necesidad para “contar con unas Fuerzas Militares equipadas, profesionales y capaces de protegernos de cualquier amenaza”.
Diplomacia, “en-bajada” con Petro
Durante la campaña que lo llevó al poder, Petro insistía en la necesidad de profesionalizar el cuerpo diplomático, apostando por quienes “hayan estudiado y estén en carrera”. Lo anterior, para hacerle frente a “amigos de la clase política, algunos incursos en corrupción”, que terminaban en cargos en el exterior.
Sin embargo, parece que el discurso como presidente cambió. Sin mayor mérito, el presidente ha hecho nombramientos controversiales que ponen en tela de juicio su promesa de campaña. A políticos como León Fredy Muñoz, quien se quemó en las parlamentarias, lo puso como embajador en Nicaragua. A Camilo Romero, que no le alcanzó para llegar a la Presidencia con los verdes, lo ubicó en Argentina.
Inclusive, le dio la Embajada en Paraguay al exsenador Juan Manuel Corzo, célebre por asegurar que su salario como congresista no le alcanzaba para pagar la gasolina de los carros blindados en los que se movilizaba. Más allá de esa polémica, lo cierto es que el político conservador tuvo que dar explicaciones en la JEP por supuestos vínculos con paramilitares y viene de trabajar con el contradictor político de Petro: el expresidente Iván Duque.
Los lunares de la Reforma política
La reforma política que presentó el gobierno Petro y que fue aprobada en su cuarto de ocho debates levantó roncha en el Congreso y logró lo impensable: poner de acuerdo a opositores y aliados del presidente en rechazo a varios puntos. Entre ellos, que los congresistas puedan renunciar para ser ministros, la inclusión de un ‘mico’ que les aseguraría la reelección a los congresistas en 2026 o que se haya caído el artículo que limitaba a tres los períodos que podrían seguir en la corporación.
La representante Jennifer Pedraza (Dignidad) llamó la atención por otro punto que criticaba como senador el hoy mandatario: las listas cerradas. Según Pedraza, con la aprobación de ese artículo se permite también que los grandes partidos puedan realizar coaliciones y listas conjuntas, un derecho que hasta ahora solo tenían los partidos minoritarios. “La Constitución lo prohibe para que los partidos grandes no aplasten a los pequeños”, dijo. “Le cedí mi palabra en el Congreso al presidente. Puse su intervención cuando era senador y defendía a las minorías”.
Sigue la dulce Mermelada en el Congreso
En sus tiempos como senador, el ahora presidente era un férreo crítico de repartir “mermelada” –léase puestos y burocracia en el Ejecutivo– para asegurar gobernabilidad en el Congreso. En Twitter, Petro asociaba la mermelada a corrupción y cuestionaba que se le entregara el país a “asociaciones políticas para delinquir”.
No obstante, para armar su aplanadora mayoritaria en el Congreso, el presidente terminó aliándose con sectores políticos tradicionales tan opuestos a su proyecto político como el Partido Conservador, La U o los liberales. A cambio de no declararse en oposición, les entregó ministerios y la dirección de varias entidades. ¿El mandatario se tragó el sapo por gobernabilidad o es un indicio de corrupción, como diría el senador Petro?
TLC con Reino Unido, ¿ahora sí?
En octubre pasado, Reino Unido decidió levantar la exigencia de la visa de turismo para los colombianos que quisieran visitar el país. Por supuesto, el presidente celebró la determinación y agradeció el gesto. “Agradezco al Reino Unido por su decisión”, manifestó el jefe de Estado a través de Twitter.
Lo que no dijo fue que como senador se opuso a la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre ambos países, pese a que fruto de ese acuerdo –impulsado por su antecesor– se logró la flexibilización en los requisitos de viaje.
Comunicador social y periodista de la Universidad Central, especializado en Gobierno, Gerencia y Asuntos Públicos de las universidades Externado y Columbia.