Previo a la semana de Pascua –cuando el Gobierno se juega sus mayorías en el Congreso para tramitar sus reformas y proyectos–, este fin de semana la ministra de Salud, Carolina Corcho, concedió una entrevista a la Revista Cambio en la que, entre otras, alertó que el “sistema de salud viene quebrado desde que Alejandro Gaviria era ministro”.
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Si bien en el diálogo la funcionaria llamó la atención por ineficiencias, desfalcos y un supuesto colapso del sistema –lo que, aseguró, explica la necesidad de su reforma–, su discurso fue refutado y en redes sociales advirtieron por “vicios de argumentación” en sus declaraciones.
Así lo señaló la Claudia Vaca, profesora e investigadora de la Universidad Nacional, quien sostuvo que en sus palabras Corcho incurre en falsos dilemas, falsos consensos, falacias condicionales y de asociación, así como por exceso de consignas y paréntesis.
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En primer lugar, la profesora analizó frases de la ministra como “en Colombia hay 600 municipios donde en zona rural no hay ni siquiera un puesto de salud”, “¿Será que no somos capaces de ponernos por encima de nuestras diferencias para que además podamos sacar esto adelante como un proyecto de nación? ¿Será que Colombia no va a poder dar ese cambio?”.
Según Vaca, quien se ha especializado en salud pública y acceso a medicamentos, si bien “son cifras ciertas y preocupaciones veraces”, y sus enunciados se enmarcan en los “consensos más amplios que hay en el país”, incurrió en la falacia de asociación y “en cierta medida” en la falacia del espantapájaros.
“La falacia de asociación o falacia por transferencia se refiere a que se presume que quienes se oponen o critican la reforma no están de acuerdo (o incluso son culpables) de esas inequidades inaceptables. En el caso de la falacia de espantapájaros, la ministra y el viceministro hacen un discurso con un desarrollo lógico impecable con las cifras de inequidades del sistema de salud, pero parten de una premisa falsa: la distorsión de la postura opuesta, pues muchos críticos defienden los elementos asociados a la salud rural, los equipos extramurales en zonas dispersas y las medidas de inversión en infraestructura”, explicó.
En segundo lugar, la profesora –que fue asesora del entonces ministro Alejandro Gaviria en la política de medicamentos de Colombia– analizó afirmaciones como que el sistema de salud colombiano tendría las mayores “deudas y desfalcos” en el mundo y que “la reforma a la salud también es una propuesta contra la corrupción”. En este caso, sostuvo, se comete la falacia de generalización apresurada o muestra insuficiente.
“No se acota la afirmación ni se establece magnitud (...) Por la magnitud del cambio sugerido es muy importante hacer escenarios alternativos a los problemas que pudieran derivarse de la nueva operación (...) Los riesgos de corrupción son latentes y no se eliminan con los cambios que se proponen. A lo sumo se transforman, y podrían aumentarse. Esto no se discute en ningún espacio”, indicó Vaca.
Asimismo, la profesora examinó otras frases de la ministra Corcho, como “la preocupación de que el castillo de naipes de las EPS que ya están quebradas, se lleven las demás, y arrasen a las clínicas y los hospitales” y que “las EPS han sobrevivido en Colombia por más de 14 actos administrativos que se han emitido en los últimos gobiernos para bajar los estándares de habilitación y exigencia”.
Aquí, de acuerdo con Vaca, se incurrió en la falacia del falso dilema o falsa dicotomía, pues la ministra presentó sus argumentos como “si solo hubiera dos opciones disponibles: reforma o caos”.
“El todo o nada sugiere que si no hay reforma todo colapsa. Es un argumento complicado porque, de un lado, se entiende que se prefiere el colapso (no hacer nada) si la reforma no pasa, pero también sugiere que no hay acuerdos para una reforma alternativa, aunque se insiste que se han hecho modificaciones fruto de los diálogos de los partidos, de las movilizaciones y de las discusiones internas”, precisó.
De acuerdo con la profesora, en otros apartes de la entrevista la funcionaria del gobierno de Gustavo Petro usa premisas que son ciertas, “pero llega a una conclusión errónea” que se enmarca en una falacia de falsa conclusión o falacia de la conclusión infundada. “El discurso presenta una lógica defectuosa en el razonamiento y una conclusión que no sigue necesariamente de las premisas dadas”.
Vaca ejemplificó esos planteamientos con frases como que si Corcho aplica la normatividad de habilitación a las EPS para que sean aseguradoras, “las tengo que liquidar todas”, que no van a dejar colapsar el sistema, “pero es que no tenemos instrumentos”, y que es “demasiado grave que en Colombia tengamos más de la mitad del territorio nacional desprovisto de los servicios básicos de salud, que porque no eran rentables económicamente”.
Para Vaca, esas expresiones pueden entenderse como un chantaje y que para que esto no suceda “debería explicarse con claridad que es posible establecer medidas de manejo contable para evitar el desvío de recursos y garantizar la reinversión de reservas en el sistema de salud. Da noción de responsabilidad en la gestión, en lugar de decir que no se tienen instrumentos para evitar el colapso, sin renunciar a la propuesta de fondo”.
Por último, la profesora llamó la atención por frases como que “el país no puede aceptar más que gente que no debió morir, muera, que niños que debieran nacer no nazcan en Colombia”, y que no se entiende tanto odio por “estar planteando algo tan elemental como la defensa de la vida”. Para Vaca, son consignas que se asocian a la propaganda y no a la argumentación.
“Esas afirmaciones apelan a las emociones, incluyen afirmaciones engañosas (...) Son afirmaciones de campaña que deberían evitarse en esta discusión y trascender a la argumentación juiciosa que dé sustento a las propuestas”, precisó.