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La soledad, ¿una epidemia moderna?

Cualquiera puede sentirse así, incluso cuando está rodeado de amigos. La soledad, en alza por estos días, es uno de los problemas de salud pública más desatendidos de nuestro tiempo.

  • ilustración Esteban parís
    ilustración Esteban parís
03 de febrero de 2018
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El actor y comediante Robin Williams dijo en 2009: “Solía pensar que lo peor de la vida era terminar solo, pero no lo es. Lo peor es terminar con personas que te hacen sentir completamente solo”.

Esa es su definición de soledad, y está bien, porque desde la psicología social, esta tiene un carácter subjetivo: cada individuo decide si su nivel de contacto con los demás es suficiente o no. Alex Grahm, por ejemplo, tiene 48 años. Esta norteamericana de ascendencia canadiense alguna vez estuvo casada, pero hace 7 años terminó su relación y está soltera. Grahm tiene dos casas y un trabajo estable, sin embargo, aunque comparte con amigos y socializa se siente profundamente sola. Su madre incluso le dice que “hay personas que nacieron para vivir en soledad”.

Jong Gierveld, sociólogo y demógrafo emérito y profesor en el Departamento de Sociología y Gerontología Social de la Universidad Libre de Amsterdam, lo explica así: “La soledad es una experiencia subjetiva y desagradable resultado de la percepción de unas relaciones sociales deficitarias”.

Este sentimiento no es una cuestión de sumas y restas, o de que no haya gente al lado. Puede ser que crea que no tiene amigos o que sus relaciones son superficiales. Según psicólogos y neurocientíficos, la soledad puede acarrear graves inconvenientes, aunque apenas se están empezando a comprender sus consecuencias. En las últimas dos décadas, ha sido reconocida como un riesgo para la salud y longevidad. Algunos estudios científicos sugieren que es casi tan perjudicial como fumar 15 cigarrillos al día.

Según un trabajo del psicólogo John Cacioppo, un investigador estadounidense experto en la soledad y quien junto a el psiquiatra Gary Berntson es considerado el pionero de la neurociencia social, sentir una soledad extrema puede aumentar las probabilidades de una muerte prematura de una persona mayor en un 14 %. Un metaanálisis hecho en 2010 por Cacioppo y su equipo de trabajo mostró que tiene un doble impacto en la muerte temprana, más que la obesidad.

De acuerdo a un comunicado de la U. de Chicago, las consecuencias para la salud son dramáticas ya que sentirse aislado de los demás puede interrumpir el sueño, elevar la presión arterial, incrementar los niveles naturales de cortisol, la hormona del estrés, alterar la expresión genética de las células inmunes, aumentar la depresión y reducir el bienestar subjetivo.

La educación y el trabajo hacen que muchos vivan lejos de sus familias. Al mismo tiempo, la tecnología ha cambiado la forma de trabajar, comprar, socializar y entretenerse. Esto, en gran medida, ha servido para reducir el contacto cara a cara. La situación se agrava, como dice el filósofo Gilles Lipovetsky, en su libro De La era del vacío, por un “culto a las ocupaciones”, que eleva el tiempo de trabajo productivo.

El aislamiento percibido

Para Ricardo Andrade, “no existe tal cosa en la psicología general que defina la soledad como una suerte de proceso psicológico o como un estado del cerebro o de la vida mental”, sino que es una situación vincular, lo que tiene consecuencias psicológicas a nivel del cerebro y en la biología del cuerpo. “Hay estudios que indican que hay más riesgos de cardiopatías para quienes se encuentran en estados de soledad”, apunta el experto (Ver Radiografía).

El sociólogo Jong Gierveld creó su propia Escala de Soledad, que en la última década ha sido probablemente la más utilizada en Europa para medir este constructo y, según el modelo, cuanto mayor es la discrepancia entre las relaciones sociales deseadas y las que efectivamente se tienen, mayor es la experiencia de soledad.

Para Gierveld y sus colaboradores el propósito es medir el grado que experimenta una persona en una dimensión básica. No obstante, sus ítems tienen en cuenta la distinción hecha por el sociólogo Robert Stuart Weiss sobre el aislamiento emocional y social.

En esta escala, seis ítems miden la soledad emocional derivada del abandono o ausencia de personas queridas. Los otros cinco miden la soledad social producida por el deseo de contar con alguien en caso de necesidad. Para Weiss, la soledad es una respuesta natural del individuo a ciertas situaciones, no es una forma de debilidad.

Así, la diferencia entre sentirse solo y estar solo es que la soledad es un sentimiento subjetivo en el que la persona experimenta la ausencia de relaciones personales satisfactorias. En cambio, estar solo es una medida objetiva del número de contactos o relaciones que alguien tiene en su red social. En este sentido, puede sentirse sola estando rodeada de su pareja, familiares y amigos; y otra no hacerlo aun teniendo solo tres personas en su vida.

Investigadores del departamento de Psiquiatría de la U. Autónoma de Madrid (UAM), en un trabajo publicado en la revista Plos One, evaluaron la conexión existente entre la red social de una persona y el sentimiento de soledad, y la salud.

El equipo, dirigido por la especialista Laura Rico, observó que sentirse solo está más relacionado con la salud que tener una red social pequeña, un escaso contacto con los miembros de la red o unas relaciones poco cercanas.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores llevaron a cabo un estudio en el que entrevistaron a 10.800 adultos de España, Finlandia y Polonia.

Para ello utilizaron, por un lado, la escala de soledad de la U. de California, Los Ángeles, con la finalidad de evaluar los sentimientos de soledad. Y, por otro, y con la intención de medir la red social de los entrevistados, realizaron diversas preguntas relacionadas con el número total de individuos con los que la persona entrevistada podía contar, cuál era la frecuencia con la que se veían y el nivel de cercanía de la relación.

Hay recomendaciones

La soledad yaes un asunto de Estado en el Reino Unido. A mediados de enero la primera ministra británica, Theresa May, anunció la creación de un Ministerio de la Soledad. Tracey Crouch estará al frente de esta problemática que afecta a 9 millones de personas en ese país, es decir al 13,7 % de la población, según la Cruz Roja Británica.

Ya en 2010 la Fundación Salud Mental del Reino Unido había publicado el informe La sociedad solitaria, el cual llamaba la atención sobre la gravedad del problema y su relativo descuido por los profesionales de la salud. Este cierra con una serie de recomendaciones. La primera es aumentar la conciencia, en parte para abordar el estigma y la vergüenza que se le atribuye. La segunda fue dirigido a los médicos y trabajadores sociales, con el fin de obtener una mejor comprensión de sus posibles consecuencias y educarlos sobre los servicios que están disponibles para tratar con esta problemática. Si se siente solo, busque ayuda, se puede tratar.

Una de las acciones que planea encarar el gobierno británico es diseñar un método para medir la soledad y luego definir acciones en consecuencia.

Hay quienes relacionan la soledad con los años, como ese mito de la anciana loca que vive en una casa vieja, acompañada por sus gatos: esa Ladycat que se ha visto en Los Simpsons y hasta tiene figura de Lego. Hoy se sabe, sin embargo, que aqueja a todas las edades, si bien los más afectados sí son los mayores. Se estima que en Inglaterra la mitad de los ancianos de 75 años viven solos, es decir unas 2 millones de personas.

Aunque en Colombia, según Ricardo Andrade, psicólogo de la Universidad de Antioquia especializado en el ser contemporáneo, las cosas aún no son como en muchos de los países desarrollados donde más gente vive sola y la cantidad de hogares monoparetales aumenta.

Cacioppo, por su parte señaló sobre las personas mayores que estas podrían evitar las consecuencias de la soledad al mantenerse en contacto con antiguos compañeros de trabajo, participar en las fiestas familiares y de todo lo que esté a su alcance para conectarse con otros. “Pensionarse e irse a un lugar de clima más cálido entre extraños no es necesariamente una buena idea si eso significa que se está desconectado de las personas que más tienen significado para usted”, concluye el psicólogo estadounidense.

Los niños y las personas con discapacidad también reportan altos niveles de soledad. Sobre estos primeros, dice Andrade, si desde muy temprano se enfrentan a la soledad, podrían adquirir dificultades psicológicas e incluso no desarrollar estructuras psicológicas fundamentales como quienes sí han tenido una relación adecuada con los otros.

¿Por qué enferma?

Se trata de un estado emocional y el reconocimiento de la función del cerebro es vital para entender gran parte del daño que puede causarse.

La afirmación de Robin Williams, con la que abrimos este artículo, apunta en esa dirección, y Cacioppo asegura que el seguimiento de grupos grandes en el tiempo indica que el aislamiento social percibido lleva su riesgo de morbilidad y mortalidad, independiente del aislamiento social real.

Además no solo es una de las causas de la infelicidad, sino señal de peligro. Y Cacioppo, en sus estudios, ejemplifica lo que sucede observando cómo la naturaleza enfrenta el aislamiento. Los peces han evolucionado para nadar hasta la mitad de su grupo cuando detectan depredadores; los ratones aislados socialmente presentan interrupciones y reducciones de ondas lentas del sueño y al ponerse en campo abierto estas exploran menos y se concentran en la evasión del depredador.

Estos comportamientos reflejan un énfasis en la autopreservación cuando se está con otros. Por ejemplo, los peces en el borde de un cardumen son más propensos a ser atacados por los depredadores, ya que son más fáciles de aislar. Estas observaciones reflejan un principio, que el aislamiento social percibido en animales sociales activa respuestas neurales, neuroendocrinas y de comportamiento (no dormir) que promueven la autopreservación a corto plazo. Sin embargo, ello tiene un costo para la salud a largo plazo y para el bienestar.

El rango de daño neural y los efectos en el comportamiento del aislamiento percibido, documentado en adultos, incluyen ansiedad, hostilidad y más aislamiento; sueño fragmentado y fatiga durante el día; aumento de la resistencia vascular y la expresión génica alterada y la inmunidad; disminución de control de los impulsos; aumento de la negatividad y síntomas depresivos; así como aumento de la decadencia y riesgo de demencia cognitiva relacionada con la edad.

Causas

Para expertos como el sociólogo Juan Díez, autor del informe La soledad en España, el responsable de este aislamiento es, desde hace décadas, el individualismo. “Con el desarrollo económico posterior a la Segunda Guerra Mundial aflora un deseo de emancipación que ha marcado esta época”. Es la misma tesis que sostiene el documental La teoría sueca del amor (2015), que define Suecia como “una sociedad de individuos” en la que las cifras dadas al comienzo de este artículo se duplican. En el país escandinavo, uno de cada dos hogares está formado por una persona, lo que supone que el 20 % de la población vive sola.

Hasta la fecha, los intentos de reducir la soledad han tenido un éxito limitado. Un metaanálisis que estudió diferentes estrategias de ensayos controlados aleatorios demostró que tenían solo un pequeño efecto. Entre los cuatro tipos de intervenciones examinadas, la terapia de habla centrada en los procesos de pensamiento inapropiados como la falta de autoestima, la falta de perspectiva y una idea distorsionada de cuán confiables son otros y cómo te perciben, fue la que tuvo impacto. El entrenamiento en habilidades sociales, apoyo social y mayores oportunidades de contacto social fueron mucho menos eficaces.

Este hallazgo es consistente con la idea de que el aislamiento social percibido aún puede poner en modo de autoconservación, un vestigio de tiempos antiguos, cuando habría dejado muy vulnerable a los ataques, y que puede conducir a procesos de pensamiento perjudiciales y a comportamientos que están en desacuerdo con prosperar en una sociedad moderna.

No existe un tratamiento farmacológico para la soledad, a pesar de la investigación con animales que arroja luces sobre esta posibilidad. La búsqueda merece prioridad.

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