La historia del río más sagrado de todos (y el más contaminado) que limpia almas
No hay lágrimas, tampoco un ataúd que guarde dos metros bajo tierra al difunto. Aquí le sonríen a la muerte.
El estiércol de una vaca sagrada es tan apestoso como el de cualquier otra vaca mundana. O más, porque en Varanasi las vacas van y vienen a su antojo, como si se supieran de mejor familia. Se les ve en callejones, escarbando con su hocico en la basura,...