Para bailar no se necesita técnica, ni clases ni tacones ni cocacolos, no se necesita saber la historia de la salsa ni de dónde vino la bachata; para bailar no se necesitan academias ni salones ni espejos grandes en las paredes. Para bailar solo se necesitan ganas.
Y en Medellín y en el área metropolitana lo tienen claro: hay academias, hay grupos, gente que se junta los fines de semana o en las noches de semana alrededor del break dance, el urbano, la kizomba, la salsa, el porro y la bachata. Gente que no requiere academias sino que les basta un parque, la calle o los bajos de alguna estación del Metro.
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Hace cinco años la zona que queda debajo de la estación Madera del Metro de Medellín, llegando a Bello, tenía una cancha y un kiosco que reunían a jugadores de fútbol, patinadores y skaters y uno que otro “pelao’ que se reunía a fumar y consumir”, como cuentan los que lo habitaron. Hoy la misma zona tiene otra vocación.
Joel Pérez se apropió del lugar y lo llenó de música, de porro, bachata, kizomba y, sobre todo, salsa casino. Allí decidió practicar sus pasos de baile con algún amigo y una pareja y fue así que fundaron, sin saberlo, una academia que no es academia sino que es un espacio de baile social en la calle, al aire libre, sin paredes.
La gente poco a poco se fue animando, se comenzaron a unir motivados por las posibilidades: bailar así no supieran, sin contratos, sin barreras de edad, de género y, lo mejor de todo, accesible en términos económicos.
Pasaron de ser tres a ser un combo que hoy, casi cinco años después, ha transformado el parque y se ha convertido en un referente. Decir “vamos a bailar a Madera” tiene un significado porque, sin necesidad de citas ni horarios, los bailadores saben que allí, a las 5 de la tarde de los domingos, habrá parche social.
Hoy se llaman Social Dance Group Academy pero, más que una academia, son “un movimiento que une a personas por medio de la danza”, cuenta Pérez, su fundador y líder. Porque además de bailar y de dar clases, también salen juntos, viajan, y practican la “ruta porrera”, que consiste en ir en un recorrido en motos y carros por varias de las discotecas del sur, del centro, y del norte del área metropolitana en las que se baila y se escucha porro.
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Cualquier espacio cuenta. En los bajos del bloque 9 de la Universidad de Antioquia, además de la vida académica, hay un parche artístico alrededor del baile. Así, tal cual, se llaman: Parque Latino. Su fundador y actual líder y profesor, Juan Sebastián Montoya Flórez, quería utilizar el porro, la salsa y la bachata para demostrar que danzar es “una manera de expresar lo que con palabras no se puede”.
Montoya cuenta que el proyecto nació en 2019 como un espacio donde además de aprender secuencias y pasos, se creara un ambiente de compartir. Fue un sueño, literalmente, porque a las 3:00 de la mañana se despertó animado, y con su amiga Jennifer Rodrígez lo hizo realidad.
Hubo acogida, la gente iba, se unía, tanto estudiantes como empleados, pero la pandemia los obligó a pausar. En noviembre de 2021, cuando la vida y los estudiantes volvieron a la ciudadela, fue la misma coordinadora de Bienestar de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas la que lo invitó a retomar el grupo y, de nuevo, están activos.