Vivimos en tiempos de ciencia ficción: los algoritmos hacen ensayos, escriben guiones de cine y fabrican pinturas. También sostienen conversaciones “casuales” con los internautas. Las empresas diseñan programas para “hackear” la mente y los científicos estudian el código genético humano para erradicar enfermedades y, más aún, para potenciar la fuerza y la capacidad cognitiva de las futuras generaciones. Todo esto —y mucho más— que hasta hace veinte años solo estaba en las páginas de Isaac Asimov o de Philip H. Dick, ahora se informa con frecuencia en los diarios y en las revistas científicas. Con semejante panorama las instituciones educativas se han visto en la obligación de pensarse, de formular preguntas sobre sus misiones y metas. No tienen alternativa.
En la línea de estas reflexiones Eafit ha organizado el Festival de Futuros, un encuentro cuyo objetivo principal es el de propiciar una conversación social sobre el presente y el futuro de la educación en Antioquia, Colombia y América Latina. El evento —que va del 20 al 26 de mayo— reúne expertos y funcionarios vinculados con los ministerios y las secretarías de educación del país y de otras naciones. En su diseño y montaje la universidad cuenta con el apoyo de Comfama, el colegio San José Las Vegas y Global Education Forum.
Claudia Restrepo Montoya, la rectora de Eafit, atendió esta entrevista con EL COLOMBIANO desde los Estados Unidos, mientras participaba en jornadas de reflexión sobre el ahora y el porvenir de las universidades. Como en todo momento de cambio y crisis de paradigmas, por el momento hay más incógnitas e intuiciones que respuestas en firme. Y tal vez en eso radique la importancia de encuentros del tipo de Festival de Futuros.
Le puede interesar: La importancia de pensar por sí mismo
Pareciera que la sociedad va más rápido que la educación: vivimos en el mundo de la inteligencia artificial y de los algoritmos. ¿Cómo abordan ese dilema las instituciones educativas?”
“Es un asunto complejo. Digamos de entrada que el aprendizaje —que es la capacidad de los humanos para entender y aproximarnos a las cosas que hacemos— es distinto de la educación. El aprendizaje es la capacidad y la educación es una tecnología que nos ayuda a adquirir y a desarrollar esa capacidad. Esa tecnología está en crisis en este momento. Y lo está porque la educación se demora mucho en cambiar, porque está directamente asociada con el modelo de pensamiento de la época. La revolución industrial nos condujo a un método de la educación estandarizada, al modelo de la educación como lo conocemos hoy.
Hoy vivimos un cambio de paradigma: hay una revolución de conocimiento, que es más algorítmico, más de inteligencia artificial, más de pensamiento complejo. La educación se está estrellando contra esa nueva realidad porque nuestro modelo es más de los siglos XIX y XX. Las universidades estamos enfrentando ese asunto. Las grandes preguntas de las universidades tratan de cómo hacer para transformarse más rápido para estar a la altura de los cambios de pensamiento que se están viviendo. ¿Cómo hacer que nosotros podamos conectarnos más con ese nuevo contexto? Eso implica cambiar el modelo educativo, cambiar los sistemas de gobierno regulatorio de la educación y transformar las instituciones para que entendamos que no podemos seguir haciendo las cosas como las estábamos haciendo. Eso se va a tomar un buen rato”.
Y no deja de ser particular que la educación tenga que enfrentar esos asuntos del presente sin haber solucionado cosas del pasado: las brechas entre la educación pública y la privada, entre la urbana y la rural...
“No hemos resuelto las preguntas del pasado y nos cambiaron las preguntas. Hoy nos toca reformularlas. Hoy las preguntas que tienen las universidades y las instituciones educativas están asociadas a la apropiación del nuevo paradigma de conocimiento a propósito de la nueva revolución tecnológica que estamos viviendo.
Pero hay otras muy claves relacionadas con la diversidad y la inclusión. Todo el mundo está viviendo una transición demográfica y cada vez hay menos jóvenes que estudian en las universidades. El caso de Latinoamérica y de África es distinto. Tenemos un mayor número de jóvenes, pero no pueden acceder a la educación porque no tienen cómo pagarla. Nosotros estamos frente a la tensión de tener que generar acceso. Además, tenemos unas brechas altas. Las pruebas Saber de universidades son muy malas, hasta las de las mejores universidades. Hasta al mejor le va le va mal. Y parte de lo que pasa es que tenemos unas brechas que vienen desde el colegio. A las universidades nos toca recibir un talento que nos toca trabajarlo mucho más para poderlo igualar.
Estamos en un momento muy importante de la educación. En mis veinte años de trabajar en la educación no había visto uno similar: ahora las bases del sistema se están moviendo. Y el otro asunto es el de la salud mental de los estudiantes”.
Le puede interesar: El cielo perdido de Juan José Hoyos
¿La Universidad está a la altura del mercado laboral actual?
“A mi juicio, las universidades debemos estar conectadas con un modelo que implique resolver problemas. El mundo de las disciplinas va a moverse mucho con la llegada de las tecnologías. Es decir, las profesiones como nosotros las conocemos no van a ser en el futuro así. A las universidades les corresponde que los estudiantes tengan pensamiento crítico, puedan resolver problemas, sean resilientes. Todo esto porque si el enfoque es el de que aprenda la disciplina es muy probable que esa disciplina no vaya a ser tal cual la está estudiando hoy, sino sustancialmente distinta. El mayor reto que tenemos es asumir modelos de mayor conexión con el mundo de las organizaciones. Debemos hacer que el modelo educativo sea mucho más pertinente y esté basado en currículos de competencias, en la resolución de problemas”.
Los asuntos de qué profesiones van a desaparecer y que otras van a surgir llevan a pensar que las universidades van a dejar ofertar pregrados...
“Todos sabemos las preguntas, pero no tenemos tan claras las respuestas. Sin embargo, en las cosas que se van viendo yo destacaría tres: una formación con bases humanistas muy fuertes. Hoy más que nunca hay que humanizar la tecnología. Hay un clamor inmenso por el fortalecimiento del humanismo. Un segundo asunto es que el actual contexto lleva a un rediseño total de las formas que se enseña y de la forma de evaluar. Por ejemplo, hoy el chat GPT puede hacer un ensayo mejor que el que el estudiante puede escribir con las competencias lectoras. El problema no es si el estudiante escribió o no. La pregunta debería ser si el estudiante hizo las preguntas correctas, si usó imaginación y creatividad. Y lo tercero es que la pirámide demográfica indica que cada vez hay menos jóvenes y cada vez hay más adultos y además vamos a vivir más años, entonces a todos nos interesa mantenernos actualizados. Tal vez la educación continua va a ser muy virtual mientras que la formación de los pregrados va a hacerse en los campus. En el pregrado necesitamos reforzar la comunidad mientras en el posgrado ofrece la actualización”.