En la nave central del Museo de Arte Moderno de Medellín encuentra por estos días una caja de cristal con huesos humanos sintéticos, una instalación del argentino León Ferrari que que hace referencia a los desaparecidos en Argentina durante la dictadura entre 1976 y 1983.
La nueva exposición del Mamm, El círculo que faltaba, muestra a través del arte problemas de América Latina como la violencia, la explotación y el miedo. La idea de la curaduría es presentar la “experiencia compartida de la muerte” en esta región.
Este ciclo de muestras, con las que la institución cierra este año, es el resultado de investigaciones de los artistas, uno de los focos de interés de esta institución.
Oscuridad
Desde hace algunos años en el museo han tenido resonancia las preocupaciones de los países vecinos. Quien comanda la muestra central es la crítica y curadora de arte mexicana Magalí Arriola. El círculo que faltaba, como se llama la propuesta, es fruto de un estudio de tres años en el que quería explorar el papel de los muertos en el mundo de los vivos.
Explica, por ejemplo, la relación del zombi de la cultura popular con los esclavos de la región. Para ella, desde el siglo XIX hay referencias a estos personajes en Haití y en Brasil, como Zumbi dos Palmares. “El zombi de hoy viene de las primeras sublevaciones de esclavos en el continente; son una horda de esclavos reclamando sus derechos”.
Arriola expresa que su significado es ambivalente: “A ti te decían zombi para que perdieras tu voluntad sin decir nada, eres una máquina de trabajo”. Este personaje se transforma en la cultura pop y “se vuelve liberador”, lo que la lleva a pensar que los tiempos “negros” por los que pasa el continente pueden ser un motor político para cambiar las cosas.
El largometraje Joker, precisa la curadora, sirve para explicar el tema. “Fíjate que es usar un personaje de ficción, sacado de una caricatura, para narrar una historia. Está Chile cayéndose en pedazos y es exactamente las revueltas que suceden en esa película”.
El nombre El círculo que faltaba fue prestado del escritor argentino Julio Cortázar, quien lo dijo en un simposio sobre desaparecidos en 1981. “Allí se refiere al círculo que faltaba en el infierno de Dante, el que la región se ha encargado de poblar. Y llega muy a propósito no solo hoy en Colombia, sino de lo que está pasando en el mundo”, explica Emiliano Valdés, curador jefe de la entidad.
Sala C y Lab 3
El líder curatorial del Mamm cree que con frecuencia los artistas transmiten sus preocupaciones políticas. Paralelo a la muestra central está la Sala C, en la que se exhiben obras de artistas emergentes y hay una muestra de Sebastián Múnera.
El autor hace un paralelo entre la Hacienda Nápoles y el parque zoológico del mismo nombre, un juego irónico que mezcla narcotráfico, cultura, medio ambiente y sociedad.
Finalmente el laboratorio de experimentación sonora del tercer piso presenta a Lucrecia Dalt, colombiana radicada en Berlín y figura de la música electrónica y experimental. Presentará una instalación en la que explora la psicoacústica, esa relación que hay entre el estímulo físico y la respuesta psicológica que el sonido provoca.
Jorge Bejarano, curador de proyectos especiales del Mamm, indica que “esta exposición va a ser una reflexión muy interesante en torno a la unión entre arte y ciencia”.
Las tres exposiciones que se proponen para esta etapa final del año estarán abiertas hasta el 2 de febrero de 2020