<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
x
language COL arrow_drop_down

Guillermo Arriaga no escribe como autor, sino como lector

El escritor y guionista Guillermo Arriaga habla acerca de la novela que le mereció el Premio Alfaguara 2020, múltiples miradas sobre México.

  • Las obras de Arriaga han sido traducidas a 20 idiomas. FOTO cortesía random house
    Las obras de Arriaga han sido traducidas a 20 idiomas. FOTO cortesía random house
  • Portada de Salvar el Fuego, publicada por Alfaguara en 2019. Foto: cortesía Penguin Random House
    Portada de Salvar el Fuego, publicada por Alfaguara en 2019. Foto: cortesía Penguin Random House
12 de octubre de 2020
bookmark

Cualquiera podría pensar que para elaborar obras tan entramadas como las de Guillermo Arriaga, habría todo un plan tejido. Que se desarrollarían a partir de un orden establecido o un esquema, pero la mente detrás de novelas como El Salvaje y Escuadrón Guillotina o de guiones como Amores Perros, Babel y 21 Gramos, no está predispuesta de esa manera.

“No planeo nada, no diseño una ruta, no conozco cuál va a ser el final y prácticamente no sé nada de los personajes”, cuenta el escritor que ganó el Premio Alfaguara de Novela este año por su nueva novela: Salvar el Fuego.

Escribe como lector, así lo define. Los temas van presentándose casi sin aviso y con el día a día va descubriendo el siguiente día que vivirá su personaje. “Sé que puede parecer extraño, pero me da la sensación de que ellos me dictan y yo solo transcribo sus palabras”.

Los protagonistas que llegaron a dictarle al oído a Arriaga fueron Marina, una coreógrafa de un mundo adinerado, y José Cuauhtémoc, un reo condenado a 50 años de cárcel y quien soportó maltratos por parte de su padre, Ceferino, un hombre de ascendencia indígena que a los ojos de todo el mundo sería incapaz de ser violento.

Más de cuatro años se demoró armando esta obra y uno de sus temas más fuertes es el amor, como vehículo para múltiples escenarios, y otro es el racismo, que él ve como una realidad dolorosa en varios países del continente. “El primer lugar común que debemos de evitar, es creer que no hay racismo”.

Arriaga, quien participó de la Fiesta del Libro y la Cultura, habló con EL COLOMBIANO sobre esta novela:

Le dedicó este libro a sus padres, “los originadores del fuego”, ¿qué es lo que más a cuidado de esa llama inicial que encendieron ellos?

“Carlos y Amelia, mis padres, siempre hicieron de la educación, de la cultura y del amor de la naturaleza, su prioridad al educarnos. Nos impulsaron, a mí y a mis hermanos, a avanzar sin dudas por el camino que eligiéramos. Al decirles que deseaba ser escritor y director de cine, no me pidieron que estudiara una carrera ‘seria’, sino que fuera con todo en busca de lo que deseaba hacer. He querido trasmitir eso a mis hijos: esta es una sola vida como para desperdiciarla en una profesión que detestamos”.

Conoce a México muy bien, incluso es un personaje en sus obras. ¿Qué ha entendido mejor de México a través de Salvar el Fuego?

“México es un país de una diversidad inabarcable. Incluso dentro de una región hay variantes marcadas entre sus pobladores. El rasgo que he logrado descubrir y que se repite casi en cada lugar que voy, es el de un acendrado sentido de generosidad. No hay lugar de México donde haya ido en el que la gente no me reciba con una hospitalidad rayana en lo increíble.

Entendí que México es un país que aún está creando su identidad. No terminamos de cerrar heridas y mientras no se cierren no hay manera de consolidarnos como nación. El clasismo y el racismo son parte de esas heridas brutales que, para colmo, son aderezadas con abundantes dosis de corrupción e impunidad”.

Ceferino y su manera de relacionarse con su hijo definen algunos caminos que toma José Cuauhtémoc. ¿Qué rol sigue jugando el machismo y esa relación exigente entre los hombres y sus descendientes en México?

“Ceferino es un prohombre, un intelectual y un activista que está del lado correcto de la historia. Un hombre que lucha con denuedo contra el racismo y el clasismo, un hombre que desea incorporar a los pueblos originarios a los beneficios del México contemporáneo, que busca el reconocimiento a los valores y los conocimientos que traen consigo las civilizaciones indígenas. Solo que al interior de su hogar se convierte en un ogro empapado del machismo más tóxico. Un liberador social no se percata de cuán ruines son sus acciones tanto con sus hijos como con su mujer. Las humillaciones sufridas por ser indígena, en sus palabras “un pinche indio”, despiertan dentro de él los peores vicios como padre y esposo. Es curioso como el machismo se infiltra de las maneras más subrepticias y envenena incluso a quienes gozan de una educación y una cultura a los más altos niveles”.

$!Portada de Salvar el Fuego, publicada por Alfaguara en 2019. Foto: cortesía Penguin Random House
Portada de Salvar el Fuego, publicada por Alfaguara en 2019. Foto: cortesía Penguin Random House

Te puede interesar

El empleo que busca está a un clic

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD