Errabundo en su vida y también después de muerto.
Colombia, Costa Rica, Jamaica, Cuba, Guatemala, Estados Unidos, El Salvador, Perú y México; nutrieron la existencia y las letras que como poeta y periodista escribió Porfirio Barba Jacob (Miguel Ángel Osorio Benítez). Y en la muerte su cuerpo y sus cenizas no dejaron de vagar, hasta ayer, cuando en un último viaje, o por lo menos el más reciente, sus restos llegaron al sitio en el que, se espera, ya sí descansará por el resto de la eternidad: el parque principal de su natal Santa Rosa de Osos.
Allí en una urna especial y transparente, adecuada en la base del monumento Alegoría del mito del Ave Fénix del poema Futuro, que en honor del poeta creó Rodrigo Arenas Betancur, la copa de plata, obsequio del gobierno mexicano, con las cenizas de Barba- como lo llaman en su pueblo- estarán dispuestas para que sus habitantes y los visitantes le rindan sus particulares homenajes.
De México a Santa Rosa
La verdad es que Barba Jacob ya reposaba en Santa Rosa de Osos, desde hace poco más de 30 años, pero en una urna emplazada en el recinto del concejo y lejana de su gente.
“La cultura poética de Porfirio Barba Jacob va a ser una buena imagen para el mundo”, dice Ferney Escobar, quien impulsó la iniciativa, primero como gestor cultural, y ahora como concejal del municipio.
Con margaritas rojas, blancas y azules; los alumnos del Instituto Nuestra Señora del Carmen forman una calle de honor por la que pasa, llevadas en brazos de autoridades y custodiadas por las señoras del Club de la Edad Dorada, la copa de plata con las cenizas en su interior.
Un recorrido que en esta última etapa fue corto, pero que empezó en 1942, cuando el cuerpo del poeta fue enterrado en México. Cuatro años después, relata Rafael Eduardo Eusse, coordinador de la oficina de Turismo de Santa Rosa y estudioso de la vida de Barba Jacob, por gestión de Ciro Mendía, León de Greiff y un joven Rodrigo Arenas Betancur, entre otros, los restos ya cremados se repatrían a Colombia y se depositan en el Cementerio Universal en Medellín. Pero en 1973 un grupo de jóvenes profanan la tumba, sin embargo no atinan a llevarse la copa. Como protección los restos van a la sede del Banco de la República en la capital antioqueña, y un año después, en 1974, son entregados al concejo de Santa Rosa de Osos. De allí salieron ayer en ceremonia para su nuevo destino a no más de 500 metros, pero para servir de ejemplo y memoria, e impulsar el trabajo que el municipio de Santa Rosa está desarrollando en torno al eje, neurona lo denominan sus habitantes, de la educación y la cultura, explica la secretaría de Educación, Dora Cárdenas.
A la adecuación de la urna solo le falta un pequeño reflector, y ahí sí Barba Jacob será el faro que sus coterráneos buscan para seguir siendo tierra de hombre ilustres.