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“Las plantas son más importantes que nosotros”: Efrén Giraldo, ganador del II Premio de No ficción

El escritor antioqueño ha publicado ensayos sobre literatura y arte. También un libro de cuentos.

  • Giraldo es profesor universitario. Vive en el campo y el libro lo escribió en la época de la pandemia. Foto: Cortesía.
    Giraldo es profesor universitario. Vive en el campo y el libro lo escribió en la época de la pandemia. Foto: Cortesía.
02 de diciembre de 2022
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Nueve editoriales independientes de América Latina convocaron un concurso de escritura de no ficción. Al certamen llegaron alrededor de trescientos libros, pero tras el cedazo de los criterios formales y de los requerimientos de las bases, cien pasaron a la evaluación final del jurado, dice la poeta Catalina González Restrepo, editora de Luna Libros, uno de los sellos que fundaron el concurso. De esos cien libros, un jurado –compuesto por Yolanda Arroyo Pizarro, Schneider Carpeggiani y Josefina Licitra– escogió el libro Sumario de plantas oficiosas, del escritor antioqueño Efrén Giraldo. El libro, que según el jurado conmueve inusitadamente, será publicado en Bolivia, Colombia, Ecuador, Venezuela, Argentina, Puerto Rico, México. Además, será traducido al portugués para los lectores del Brasil. Todavía no se conoce la fecha de la publicación: Luna Libros estudia el momento oportuno de entregarlo al público nacional, evalúa si lo hace antes de la Feria del Libro de Bogotá o de la Fiesta del Libro de Medellín.

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EL COLOMBIANO conversó con Efrén Giraldo sobre el proceso de escritura del libro, los límites y cercanías del ensayo con la narración.

Hablemos de Sumario de plantas oficiosas: el periodo de escritura, los temas que aborda...

“Este libro lo escribí en pandemia. Fue un libro escrito en un momento familiar difícil. Surgió a propósito de una noticia que alguien me compartió: la nota hablaba de una organización en Japón que se dedicó a distribuir semillas de árboles que sobrevivieron al bombardeo en Hiroshima y Nagasaki. La noticia decía que había tres árboles de esas semillas en Colombia y uno estaba en Eafit, que es donde trabajo. Me pareció especial pensar en eso, que nunca había visto ese árbol. Me llamó la atención la idea de que las plantas podían sobrevivir a algo tan horrible. Empecé a escribir un pequeño diario a propósito de a idea de mi familia de hacer un jardín. En el texto aparecen reflexiones sobre los árboles, sobre plantas invasoras y plantas viajeras. Y, por supuesto, sobre la Covid-19 y asuntos de salud pública. El libro es una reflexión sobre la centralidad de las plantas, que parece que son más importantes que nosotros”.

En el fallo, el jurado habla de que la escritura del libro recuerda a Emily Dickinson. ¿Cuáles son esos autores que de alguna manera le ayudaron a escribir el libro?

“Las primeras referencias que tuve a la mano fueron literarias y artísticas. En las literarias Dickinson es una, la otra fuerte es Antonio Machado. También Eugenio Montejo y Álvaro Mutis están ahí. También me interesó una narrativa muy interesada en las plantas, en su sensibilidad y en su capacidad sanadora. Buena parte de la ciencia ficción que se ha preguntado por el calentamiento global y el desastre ambiental. También por lo que en el libro se llaman botánicas ficcionales: obras de literatura y de cine que especulan con plantas con características diferentes. Eso por un lado, pero por el otro hay mucha bibliografía que ha salido en el último tiempo y que proviene de la botánica y de la neurobiología de las plantas. Son campos que han empezado a preguntarse por la inteligencia vegetal. Todo eso me influyó mucho. Por supuesto, un cuento de Carrasquilla que se titula La mata”.

Este libro mezcla la reflexión de corte académico con la mirada personal...

“La definición que más le conviene al ensayo es la definición de meditación, de libre examen. La apropiación que en las universidades se ha hecho del ensayo lo ha desfigurado un poco. Si bien trabajo en una universidad en la que hay que hacer producción normalizada, a mí me ha interesado mucho el ensayo. El ensayo admite la entrada de la anécdota. En este libro lo anecdótico es muy importante porque mientras se reflexiona sobre la representación de las plantas, también se acude a los recuerdos, de recuerdos de infancia. Mis abuelos fueron de origen campesino y esas evocaciones aparecen allí. El libro tuvo un momento muy duro de escritura por la muerte de un primo. Si algo bueno tiene el ensayo es la posibilidad de que aparezca lo personal, lo íntimo, lo meditativo, aunque se discutan cuestiones de interés general. La verdad tiene una entraña narrativa, anecdótica y personal”.

Ahora que habla de entraña narrativa, usted acaba de presentar un libro de cuentos. ¿Cómo ha sido su experiencia de pasar de un género literario a otro?

“El ensayo permite unas cosas muy interesantes porque es un género bastante ingobernable. Es un modelo de tránsito de un tipo de escritura a otra. El ensayo pone en escena la pregunta por los límites de lo no ficcional. El ensayo, desde la época de Montaigne, usa recursos narrativos. Ahora, son géneros de escritura que tienen obligaciones formales diferentes, pero tienen una hermandad. El ícaro secreto es un libro con cercanía con Sumario de plantas oficiosas. Hay un cuento, que se publicó en Generación y es sobre un árbol. Hay alguna cercanía”.

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