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Hija del pintor y escritor, Ronald Tolman, con quien ha hecho sus más exitosos proyectos, Marije Tolman es una reconocida ilustradora infantil. Recientemente lanzó su libro ¡Chau! de la Editorial Monigote, donde de la mano del escritor holandés Edward van de Vendel, cuenta la historia de Marie, una niña que le ayuda a su hermano a espantar las pesadillas, pues ella tiene los más dulces sueños. Generación habló con ella sobre su oficio y el impacto de las nuevas tecnologías en la literatura infantil y su público.
¿Cómo fue su camino hacia la ilustración?
“Después del colegio, estudié Diseño Gráfico y Tipográfico en el Royal College of Art de La Haya. Durante estos años estuve buscando constantemente soluciones ilustrativas en lo gráfico, por lo que decidí estudiar luego ilustración y diseño en el Edinburgh College of Art en Escocia. En Trevieso, Italia, trabajé como diseñadora gráfica y de nuevo mis ilustraciones eran más vivas que cualquier otro de mis diseños. De vuelta en Holanda, trabajé por un tiempo en un estudio con otros diseñadores gráficos, pero pronto abrí mi propio estudio de ilustración. Ahora trabajo en mi estudio en el centro de La Haya, especializado en crear libros ilustrados. Cuando era niña me la pasaba dibujando, grabando, pintando y esculpiendo en el estudio de mi padre. Imagino que siempre tuve la necesidad interior de convertirme en ilustradora”.
¿Cómo trabaja sus historias? ¿También escribe y diseña?
“Mis libros se publican de muchas formas, algunos son solo ilustraciones, otros los diseño completamente y otros los escribo, o colaboro con otros autores. La variedad de mi trabajo es un reto maravilloso e interesante”.
Cuando se habla de ilustración se suele hacer referencia a la relación con la pintura, ¿cuál cree que es la diferencia entre estas dos formas de expresión?
“Las ilustraciones pueden ser pinturas. Las pinturas pueden ser ilustraciones. No pienso en las fronteras, trato de difuminar los límites para que mi trabajo sea ‘multi-interpretativo’ en cualquier forma de expresión. Si logras trabajar en ilustraciones completamente libres, no hay mucha diferencia entre el arte aplicado y el arte autónomo”.
¿Cómo conceptualiza sus ilustraciones?
“Mirando fijamente, haciendo bocetos, creyendo, dibujando, ilustrando. Acompañada de buena música y en completa soledad”.
¿Qué es lo que más disfruta de su trabajo?
“La libertad en el proceso creativo. La magia de hacer que una hoja en blanco se transforme en un mundo completamente nuevo. Compartir el poder de la imaginación con lectores jóvenes y adultos”.
¿Dónde busca inspiración?
“Mis padres me dieron una vibrante infancia en medio del campo en el este de Holanda. Ellos dejaron Amsterdam para comprar una vieja granja donde pudiera divagar con total libertad. Creo que esa experiencia fue buena para desarrollar mi imaginación. Siempre que estoy buscando elementos particulares en mis libros, simplemente me voy a divagar otra vez. Me refresco caminando en una playa cercana, en el bosque, voy a nadar o a montar bicicleta. Escucho buena música, leo y voy a teatro con frecuencia. Viajar también es inspirador: Suecia, Noruega, Escocia, París, Roma, Barcelona, Nueva York y Reikiavik. Sin embargo, simplemente sentarme a escribir poemas con mis hijos puede ser muy inspirador”.
¿A quiénes considera sus maestros?
“Shaun Tan, Quentin Blake, Oliver Jeffers, Wolf Erlbruch y Thé Tjong Khing”.
¿A qué se enfrenta la literatura infantil con las nuevas tecnologías?
“En Holanda yo llamo esto la súper autopista. ¡Por favor, trate de quedarse en los caminos del campo y verá mucho más! Yo me quedo con los libros de papel. Sentir el papel en las manos, pasar las páginas, oler la tinta impresa, llenar estantes de libros, me encanta y estoy convencida que todos estos elementos son importantes para crecer con una personalidad autónoma”.