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Melómanos, esos seres perdidos entre canciones

El nuevo libro de Jacobo Celnik explora las obsesiones que genera la música. Historias de personajes reales.

  • “Lo que pude hacer fue encontrar diversos perfiles psicológicos y emocionales de la melomanía”, dice Jacobo. FOTO cortesía
    “Lo que pude hacer fue encontrar diversos perfiles psicológicos y emocionales de la melomanía”, dice Jacobo. FOTO cortesía
17 de marzo de 2020
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La experiencia de leer el nuevo libro del periodista Jacobo Celnik requiere música de fondo, “no puede ser de otra manera”, apuntó el bogotano justo antes de darle paso a sus Melómanos, quienes habitan en la realidad y ahora en unas páginas musicales, aunque no se trate de pentagramas. Son personajes cuya más grande obsesión es la música.

Para asegurarse de que las historias de estas manías estuvieran acompañadas por esos sonidos que las inspiran, Celnik armó una playlist en Spotify que rige el orden de los capítulos. Cada canción que suena parece ir tejiendo una escena junto a las letras que redactó. En su dinámica, los temas crean la atmósfera en la que gravitan sus personajes, esos espacios en los que son ellos mismos, con sus discos y sus complejas relaciones con la música.

Ese ser perdido o salvado

Un melómano no es un coleccionista, eso hay que tenerlo claro. Aunque sí hay algunos que pueden serlo, pero no necesariamente. Celnik, por ejemplo, se rotula como “coleccionista completista” del rock británico. Lo que eso quiere decir es que busca hasta el cansancio aquellos discos que han creado sus bandas favoritas, incluso los que él no considere como los mejores. Los buscará hasta encontrarlos y llevarlos con él.

Hace un tiempo oyó hablar de un cargamento de vinilos que venían de Venezuela, una colección muy buena que alguien había tenido que vender por motivos de fuerza mayor. La curiosidad le pudo más y se lanzó a rastrear quien había sido ese sujeto. Fue allí donde empezó una serie de búsquedas por ir encontrando los rostros detrás de esas filas enormes de discos que se reúnen con disciplina por años y que algunas veces terminan teniendo finales no tan felices. “Lo que pude hacer fue encontrar diversos perfiles psicológicos y emocionales de la melomanía, una muestra de diversos rasgos de los melómanos”, cuenta.

Destacó ciertos perfiles: hay quienes no se inclinan por un género en específico y más bien son como enciclopedias andantes. Otros compran varias ediciones del mismo disco, una y otra vez, para comparar sus carátulas, las canciones extra o pequeños detalles de la producción, y hay quienes están enfocados en un solo artista, como The Beatles, y poseen toda clase de parafernalia relacionada. Hay algunos para quienes ha sido un camino tortuoso: Felipe, uno de los personajes que Celnik llevó a su libro, vendió gran parte de su colección para costear otra adicción.

El periodista recorrió toda clase de historias en las que las canciones fueron el hilo conductor de una pasión en común y que a veces ha hecho que sus protagonistas sacrifiquen mucho más que dinero para mantener esa relación de amor.

Canciones propias

Esa lista diseñada para acompañar la lectura arranca por Living in the Past de Jethro Tull, canción con la que el autor nombró la introducción del texto. Allí, él aprovechó para describir sus primeros encuentros con la música. En esas primeras páginas relató el rol que jugaron su padre y su abuelo cuando se topó con el descubrimiento del disco Now de los Rolling Stones. Paso por paso narra cómo se volvió ese melómano completista.´“Mi relación con la música es anacrónica, desde que escuché a los Rolling Stones en el año 88 cuando tenía 11 años, me gustaba la música fuera de mi tiempo”.

Cuenta que ha consumido sonidos como si hubiera un desfase de 20 años hacia atrás. No escucha nada nuevo y afirma, sin pena, que simplemente no le interesa hacerlo.

En los 90 había muchas más tiendas de discos de las que hay ahora, “y el coleccionismo o, por lo menos el plan de ir a comprar discos, era mucho más chévere o más romántico”. Todavía hay unas que otras tiendas donde un melómano puede buscar, pero la oferta es mucho menor. “En Colombia quedan pocos espacios que le permitan a uno vivir la melomanía”, pero tampoco es pesimista, destaca que hay un montón de canales digitales desde los cuales se puede conseguir ese título anhelado que falta entre la colección. No es una pasión que esté en vía de extinción.

Celnik anda escuchando a New Order, Depeche Mode y Joy Division, grupos que empezaron a crear temas hace 40 años. Él, feliz, sigue viviendo musicalmente en un tiempo pasado que hace suyo.

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