La experiencia de leer el nuevo libro del periodista Jacobo Celnik requiere música de fondo, “no puede ser de otra manera”, apuntó el bogotano justo antes de darle paso a sus Melómanos, quienes habitan en la realidad y ahora en unas páginas musicales, aunque no se trate de pentagramas. Son personajes cuya más grande obsesión es la música.
Para asegurarse de que las historias de estas manías estuvieran acompañadas por esos sonidos que las inspiran, Celnik armó una playlist en Spotify que rige el orden de los capítulos. Cada canción que suena parece ir tejiendo una escena junto a las letras que redactó. En su dinámica, los temas crean la atmósfera en la que gravitan sus personajes, esos espacios en los que son ellos mismos, con sus discos y sus complejas relaciones con la música.
Ese ser perdido o salvado
Un melómano no es un coleccionista, eso hay que tenerlo claro. Aunque sí hay algunos que pueden serlo, pero no necesariamente. Celnik, por ejemplo, se rotula como “coleccionista completista” del rock británico. Lo que eso quiere decir es que busca hasta el cansancio aquellos discos que han creado sus bandas favoritas, incluso los que él no considere como los mejores. Los buscará hasta encontrarlos y llevarlos con él.
Hace un tiempo oyó hablar de un cargamento de vinilos que venían de Venezuela, una colección muy buena que alguien había tenido que vender por motivos de fuerza mayor. La curiosidad le pudo más y se lanzó a rastrear quien había sido ese sujeto. Fue allí donde empezó una serie de búsquedas por ir encontrando los rostros detrás de esas filas enormes de discos que se reúnen con disciplina por años y que algunas veces terminan teniendo finales no tan felices. “Lo que pude hacer fue encontrar diversos perfiles psicológicos y emocionales de la melomanía, una muestra de diversos rasgos de los melómanos”, cuenta.
Destacó ciertos perfiles: hay quienes no se inclinan por un género en específico y más bien son como enciclopedias andantes. Otros compran varias ediciones del mismo disco, una y otra vez, para comparar sus carátulas, las canciones extra o pequeños detalles de la producción, y hay quienes están enfocados en un solo artista, como The Beatles, y poseen toda clase de parafernalia relacionada. Hay algunos para quienes ha sido un camino tortuoso: Felipe, uno de los personajes que Celnik llevó a su libro, vendió gran parte de su colección para costear otra adicción.
El periodista recorrió toda clase de historias en las que las canciones fueron el hilo conductor de una pasión en común y que a veces ha hecho que sus protagonistas sacrifiquen mucho más que dinero para mantener esa relación de amor.