Bono para el mundo, Paul David Hewson para su familia, nació con un corazón “excéntrico”. Y no, no se trata de un atributo de su personalidad sino de una condición médica que la famosa voz líder de U2 explica en su libro Surrender: 40 canciones, una historia (2022), que luego se volvió un show unipersonal (de Bono sin U2) y ahora es un documental Bono: Stories of Surrender que este viernes 16 de mayo se estrenó en el Festival de Cannes y que el público verá por Apple TV+ a partir del 30 de mayo.
“En una de las habitaciones de mi corazón, donde la mayor parte de las personas tienen tres puertas, yo tengo dos. Dos puertas batientes que, en la Navidad de 2016, estuvieron a punto de salirse de su lugar”, narra sobre su problema cardiaco en el libro, en vivo y ahora en pantalla.
Con la historia de su operación de corazón, de la angustiosa sensación de la falta de aire, de percibir la muerte en la sala de un hospital en Nueva York, comienza esta odisea que además de confrontarlo con la vida, sus traumas, tantos miedos, la fama, su necesidad de ser visto, su terquedad o su ego, lo ha sincerado a tal punto que todas las puertas de su vida quedaron abiertas, o bueno, casi todas.
Conversando con Bono
En una sala, en lo que parece ser un hotel, en la costera ciudad francesa de Cannes, está Bono. Al fondo de este espacio organizado para las entrevistas se ve el mar Mediterráneo. El vocalista de U2 viste de negro, usa aretes plateados en cada oreja y unas gafas redondas con un lentes rojizos. A su lado una mesa pequeña y redonda, de madera, con la publicidad de su documental en fondo oscuro y letra amarilla: Bono: Stories of Surrender.
Lo vemos en la pantalla ocho periodistas -de medios escritos del mundo- elegidos para conversar con esta leyenda del rock: México, Alemania, Italia, Chile, Argentina, Corea del Sur y Colombia (solo EL COLOMBIANO allí). Nos ve y nos saluda amablemente: “hola amigos”, y comienza la charla.
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El pasado 10 de mayo cumplió 65 años y nos cuenta que los celebró con su hija Jordan Hewson (36 años) quien cumple el mismo día. Ambos fueron a ver un concierto de Elijah Hewson (25 años) -otro de los hijos de Bono, que tiene su propia banda llamada Inhaler- en Amsterdan. Me confirma además que su hijo estuvo presentándose en Colombia este año, “le encantó”.
Corroboro que la banda Inhaler estuvo tocando en Estéreo Picnic. ¿Sabrán quienes lo vieron que su vocalista y guitarrista es hijo de Bono? La ventaja de que el Hewson no sea un apellido relacionable con Bono quizá ha hecho que Elijah haga su carrera sin tantas presiones; algo claro es que su padre es fan: “Ellos son como una brisa fresca, como la banda del instituto... ¿Qué tan loco es eso? Me encanta”, dice.
Hora de Bono de afrontar los recuerdos
Desde que salió el libro, Bono ha estado navegando por el pasado, exorcizando sus demonios, tratando de resolver las preguntas inconclusas de su vida, de descifrar la relación con su padre, de entender el vacío que dejó la pronta partida de su madre (cuando él tenía 14 años) y de meterse profundamente en su psique. Ha sido una batalla constante entre el pasado, el presente y el futuro.
Cuando habla y expone su vida ante nosotros, profundizando lo que ya ha hecho con estos tres productos: libro, gira y documental, se le nota muy sereno y retoma vacíos que incluso después de todo este trabajo instrospectivo, autocrítico y profundo dice que no ha podido llenar. Pero, ¿Bono ha sentido miedo, en todo este proceso de ser tan abierto a la gente, al público?
“Esa es la pregunta que yo me hago. La que me hicieron los miembros de U2 y mi familia. ¿Por qué harías eso? Porque el rock and roll depende mucho del artificio, ¿verdad? Depende de la actitud, un poco de la fanfarronería. Ya sabes, sacar la barbilla y levantar los puños. Y yo era muy bueno en eso. Pero también, creo que lo que les atrajo a la música a lo largo de los años, incluso desde el principio, fue la sensación de que estaba bien reconocer nuestra ingenuidad”.
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Para Bono es todo muy visceral, siempre lo ha sido. Su carrera, como vocalista de U2, no ha estado exenta de críticas, lo han llamado activista pretencioso, hasta hipócrita. Pero él defiende ante todo su arte, por lo que todo empezó y hace un símil con John Lennon y la manera en la que el fallecido beatle veía el arte, “era literalmente romper la caja torácica y dejar que el corazón sangrara por todo el público y ahí es donde la película comienza, con una cirugía de corazón, y esa es mi definición de arte. Sí, algunos te patearán cuando estés en el suelo, pero no pasa nada, está bien hacer el ridículo por tu arte. O parecer ridículo por tu arte”.
Tanto en los shows en vivo, como en este documental que los registra, Bono parece actuar por momentos, es bastante bueno imitando voces, acentos. A la hora de entablar esos profundos y a la vez desiertos diálogos con su padre uno sabe quién está hablando por que él diferencia muy bien los tonos de voz.
En la charla insiste en que no es un actor y que cuando se sentía así le hacían parar todo. “Nuestro director, Andrew Dominik, solía decirme: ‘Para. Estás actuando. Deja de actuar’. Y yo pensaba: ‘¿Qué se supone que debo hacer?’. Y el me decía que debía estar en el lente, que este podía ver quién era y sabía si estaba mintiendo (...) Y no podía actuar, así que tenía que ser yo mismo. Y creo que por eso funcionó”.
En este perfomance no están sus amigos y compañeros de toda la vida de U2: The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr., pero con tres sillas Bono los involucró en la narración porque sus historias están entrelazadas desde 1976. Sí, U2 cumplirá 50 años el próximo año.
Al preguntarle qué pensaban sus compañeros de toda esta aventura Bono, en medio de la risa, dijo que a Larry solo le gustan las películas del oeste, que a Adam todavía tiene miedo de preguntarle, “me preocupan más sus críticas que las de ustedes y Edge estuvo conmigo en algunos arreglos. Lo más extraordinario de Edge es que es la única persona que no se considera el guitarrista más influyente de los últimos 30 años. Y cuando habla de canciones, no piensa en la guitarra; solo piensa en la canción. Así que, con estos arreglos, fue muy alentador porque dijo que eran nuevas perspectivas”.
Y así es, en el documental se escuchan las canciones que ha hecho éxito la voz de Bono con solo tres músicos más en el escenario, Jacknife Lee (teclados y batería), Kate Ellis (violonchelo y coros) y Gemma Doherty (arpa, teclados y coros): With or without you, Where the streets have no name, Sunday bloody Sunday o Beautiful Day suenan con esa esencia conocida, sí, pero tienen un aura especial, una sonoridad que las desnuda por completo con un Bono que parece por momentos hipnotizado.
Y aunque sus compañeros no sean una cara visible en esta aventura, para Bono es claro que siempre U2 será una democracia y alguien le recuerda a Bruce Springsteen con el show que hizo en Broadway. “Bruce siempre se ha sorprendido que los cuatro compartamos todo por igual y que sigamos siendo una democracia. The Boss (el jefe, apodo de Springsteen) solo hay uno, pero en U2 hay cuatro jefes” y en eso insiste en el documental.
Surrender, rendirse...
Algo que es claro, tanto en el libro como en los shows y ahora en el documental, es que Bono aún espera, algún día, rendirse por completo, ¿a qué? A sí mismo, al Creador, pero no necesariamente rendirse ante el mundo. “¡Wow! Tienes toda la razón”, me dice. “No se trata de hacer las paces con el mundo. Eso es algo muy presente para mí en este momento. Y en cuanto a cómo me va haciendo las paces conmigo mismo, pues no tan bien (risas). Hacer las paces con el Creador siempre ha sido fácil. Siempre me he sentido amado, y siempre he sentido que me aman por quien soy en mi fe y mi religión” (es católico).
“No soy muy religioso en el sentido obvio, pero nunca sentí que tuviera que ser otra persona para rezar. Siempre podía ser yo mismo. Si salía a beber o me metía en problemas, me sentía tan cerca de Dios como si estuviera en una iglesia”. En el libro hay incluso fragmentos de la Biblia que se mezclan con citas de poetas irlandeses.
¿Y se ha sentido lejos de Dios? “Solo un par de veces. Y una vez fue en lo que pasa al principio de esta película, cuando sentí que me quedaba sin aire después de esa cirugía de corazón. Sentí que no podía respirar. Soy cantante. Dependo del aire”.
Rendirse es una acción que resuena bastante en todo este proceso, “Titulé el libro Surrender, (Rendirse en español) no porque lo entendiera, sino porque sabía que necesitaba afrontarlo”.
En Bono hay una insistencia clara en querer salvar el mundo, y sus oponentes acérrimos lo han denominado “el salvador blanco”, apodo que poco le importa, pero que entiende porque hubo muchos momentos en su vida en los que fue ingenuo en cuanto a la filantropía se refiere.
En el documental se cuestiona eso, sin tapujos, reflexiona sobre sus esfuerzos por “salvar el mundo”, ¿Por qué persiste en salvar el mundo?, le preguntan. “Seguro que se trata de una mezcla de razones correctas e incorrectas. Una parte de mí busca la atención y ser el centro de atención. Otra parte quiere compartirla con quienes hacen un mejor trabajo y cuya historia necesitamos escuchar. Otra parte lo hace porque ¿qué otra cosa voy a hacer con esta celebridad? Es absurdo, pero es una moneda de cambio y quiero gastarla sabiamente”.
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A Bono hoy no le falta el aire, como pasa al inicio del documental, incluso cuenta que el médico que lo operó le dijo a su esposa (parte importante de esta historia) que está al 130 % de la capacidad pulmonar para su edad.
Para su esposa hay dedicatoria del libro, de canciones, la certeza de que las cuatro personas más importantes en su vida las conoció al mismo tiempo (ella y los tres integrantes de U2) .
Para su padre toda una muestra de esa necesidad que siempre ha tenido de sentirse aceptado por una figura paterna, la dureza del progenitor que, a pesar de ello, lo formó y el recordar la frase con la que siempre, sin falta, iniciaba todas las conversaciones: “¿Algo raro o sorprendente?”.
“Tengo una teoría muy poco científica: cuando perdemos a un ser querido, nos deja algo como legado, un regalo. Cuando perdí a mi madre, los tuve a ustedes para llenar ese vacío (dice a la audiencia en su show). Cuando perdí a mi padre, noté que mi voz empezaba a cambiar” y el documental termina con Bono interpretando la famosa canción napolitana Vuelve a Sorrento (una de las preferidas de su padre) para así concluir que lo que este siempre le insinuó, que era un baritono que se creía tenor, se convirtió en un tenor de verdad. “Quizá tuvo que ver con la palabra perdón. No sé si yo perdoné a mi padre o si mi padre me perdonó a mi, porque nací dispuesto a luchar, no me resulta fácil rendirme”.
Después de 20 minutos de conversación Bono se despide bastante contento y nos invita, a todos, a tomarnos por ahí una botella de whisky, si es irlandés, mejor.
Si alguna vez me lo encuentro se lo recordaré, porque semejante invitación no se puede despreciar.
RADIOGRAFÍA
Los tres formatos de su “rendición”
1. Surrender: 40 canciones, una historia es un libro que fue lanzado en 2022 y en el que Bono cuenta su vida, en una mezcla de poesía, pomposidad y de manera minuciosa en 40 capítulos, que evocan 40 canciones.
2. Stories Of Surrender The Book Tour fue la gira que recorrió varias ciudades de Canadá, Estados Unidos, Inglaterra y varios países de Europa entre 2022 y 2023 en un show en el que Bono, sin U2, fusionó música, narrativa e interpretación con clásicos de la banda en arreglos minimalistas, intercalados con anécdotas de su vida.
3. Bono: Stories of Surrender, es la grabación que se hizo de esos shows en N.Y. e Italia y que se presenta como un documental.