Por John Saldarriaga
Una noche lluviosa y con neblina, en Cajamarca, Tolima, un padre y una madre salieron con su hijo enfermo hacia el hospital. En el camino, un grupo del Ejército, creyendo que eran guerrilleros, los mató.
Conocida como la Tragedia de Cajamarca y ocurrida hace diez años, este hecho inspiró a la maestra Beatriz González para pintar Pictogramas Particulares. Señales de tránsito que indican lo que en efecto puede aparecer en la una vía.
“Si hubiera habido una señal que indicara que por esa vía podía aparecer una familia, esa tragedia no hubiera ocurrido”, indica la artista que nació en Bucaramanga.
En el país físico, una señal de tránsito informa que puede aparecer una vaca en la vía. En el país de Beatriz González, una señal de tránsito indica que puede aparecer una familia desplazada; una familia en la que se ven personas adultas llevando a las espaldas a los niños; un hombre con un colchón al hombro, intentando alejarse de la inundación; dos hombres llevando a hombros el cadáver de otro...
Señales que bien pudieran estar clavadas a un lado de las carreteras para advertir a los conductores que, así como puede aparecer una vaca, puede aparecer el rostro del dolor.
El dolor por la violencia o por los desastres naturales ha nutrido la obra creativa de esta artista, quien se especializa en no explotar las penas y sí generar reflexión.
“Beatriz González —explica Alberto Sierra, curador— crea íconos que lleguen a la mente de las personas para que perciban la realidad”.
Desde que, a mediados del decenio del sesenta, la artista ganó el premio especial del XVII Salón Nacional de Artistas con la obra Los suicidas del Sisga, encontró un camino: la base de su trabajo está en la reportería gráfica. Y como una misión, pinta la realidad colombiana. Es como el deber ético de mostrar lo que pasa, que como una impronta se queda grabado en la memoria de quien lo observa.
“Todo artista está comprometido con su realidad y su tiempo, la diferencia está en la forma cómo lo realiza”, dice ella.