El irregular desempeño de Dayro Moreno en el inicio de esta temporada, sumado a la falta de un atacante de área en la plantilla verde, como recambio del tolimense, ponen sobre la mesa nuevamente la dificultad que ha tenido Nacional en los últimos años para encontrar un delantero de cifras importantes en los arcos rivales.
La actuación de Dayro, el año pasado fue, un bálsamo para los registros de los delanteros verdolagas en más de dos décadas.
Tanto así, que el jugador nacido en Chicoral tumbó un registro que estaba en poder Víctor Hugo Aristizábal, quien en 1996 marcó 30 goles con la camiseta de Nacional. Pasaron 21 años para que un jugador superara esa marca. Finalmente, la cosecha de Dayro en 2017 paró en 33 anotaciones.
Y si bien la prolongación de su vínculo con el equipo por un año más le podría permitir ampliar estos registros -siempre y cuando se ponga a tono y tome buen ritmo de competencia-, Dayro podría ser una excepción, pues la dinámica en el fútbol colombiano y de Suramérica dificulta, cada vez más, la posibilidad de que los equipos consoliden y dispongan de un delantero prolífico.
“Es complejo para un club en Colombia retener a un jugador con proyección. Lo que pasa es que en un país que produce cantidad y calidad como este, esa dificultad se compensa con buenos recambios. Pero hay posiciones que escasean y entonces el fútbol de una liga general se resiente mucho”, opina el técnico Óscar Héctor Quintabani.
El colombo-argentino hace referencia a posiciones como delantero de área y lateral izquierdo, que han marcado un déficit importante en los últimos años.
Algo con lo que concuerda el entrenador Javier Álvarez, exponiendo, además, un caso reciente.
“Ahí está lo que pasó con ese muchacho Alfredo Morelos, con unas cifras goleadoras muy buenas en Europa, pero que se marchó del país antes de cumplir los 20 años, y esa fuga de talentos, en ningún oficio, es buena”, dice Álvarez.
En consecuencia, según el entrenador antioqueño, los equipos colombianos solo pueden encontrar solución para cubrir figuras vitales como la del goleador, apelando a jugadores experimentados, que marcan diferencia, pero que tienen que jugar también con el tiempo como enemigo. “La presencia de Dayro Moreno (32 años) en Nacional, la llegada de José Sand (37) en Cali y el regreso de Germán Cano (30) a Medellín, demuestran que para contar con delanteros de raza los clubes del país deben apelar a hombres de veteranía. Con los pro y sus contra que esto implica”, apunta Álvarez.