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A Mario Rivera no será complicado identificarlo este domingo entre los más de 800 corredores que tomarán la partida en el tradicional Clásico de ciclismo El Colombiano, un certamen que se convirtió para él en una religión.
Mientras que los otros participantes del Gran Fondo (110 kilómetros) y Medio Fondo (60 km) lucirán la prenda azul oscuro, en la que resaltan guacamayas, colibríes, flores y plantas, e inspirada en los municipios del Oriente antioqueño, a este hombre se le verá rodar con un jersey negro y con letras doradas en su pecho que él mismo mandó a diseñar: “Clásico Ejecutivos El Colombiano, 50 años”, dice en su camisa, dando a entender que es el único deportista en la historia de esta carrera que ha corrido todas las ediciones.
“Esto es un honor, un privilegio, un regalo que me da Dios”, cuenta el deportista de 76 años, quien además estuvo presente en las rodadas virtuales cuando el evento se frenó de manera presencial debido a la pandemia en 2020.
Con una memoria envidiable, Mario, corpulento, de ojos claros y frondosa melena blanca, tiene vivos momentos memorables y anecdóticos en la prueba recreo-deportiva.
Comenzó a correrla en 1974, cuando tenía 26 años. Hasta la edición 40 la venía disputando con otros tres ciclistas. Uno de ellos, su hermano Alberto Rivera, quien falleció a causa de un accidente; mientras que tras el Clásico 45 a Álvaro Vásquez y a José Gabriel Sanín los médicos les prohibieron volver a competir.
“La anécdota que más rememoro fue cuando ocho días antes del Clásico 22 me caí en una competencia. Me pusieron 54 puntos de sutura, me dañé la cara, me partí una oreja y me fracturé la nariz, pero aunque no me habían operado de esta última, me paré de la cama y con esparadrapo fui a correr. Esa vez quedé séptimo”, comentó Mario, quien triunfó en los Clásicos de 1974, 2005, 2017, 2018 y 2020. Este último se hizo de manera virtual en honor a Martín Cochise Rodríguez.
Casado hace 40 años y padre de dos hijos, Mario recuerda que en 2019 consultó al médico, le encontraron un tumor en el riñón y lo tuvieron que operar de inmediato.
“No daban nada por la vida mía, pero superé ese duro momento. El doctor me decía que lo que me había salvado era que hacía mucho deporte. Ahora, estar de manera seguida 50 años en el Clásico, un certamen que no toda empresa logra mantener en el tiempo, es motivo de felicidad y orgullo, por eso mandé a hacer mi camisa”, agregó don Mario, todo un ejemplo de tenacidad e inspiración sobre la bicicleta. Este domingo, en medio del recorrido de la carrera por los municipios del Oriente antioqueño, este hombre que parece un roble será uno de los más aplaudidos.
Periodista del área de Deportes