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Para Raúl Mesa Orozco, el ciclismo no fue su primera pasión. Fue en el patio del colegio San José de Jericó donde mostró sus dotes como futbolista. Era delantero y gracias a su zurda se perfilaba para ser goleador.
Sin embargo, una mañana de 1958, en un viaje a La Pintada para ver pasar la caravana de la Vuelta a Colombia, descubrió su gusto por las bielas y los pedales. Recuerda que fue la tenacidad que le inspiró su coterráneo Ramón Hoyos (q.e.p.d.), lo que lo convirtió en un ferviente seguidor de este deporte.
“Empecé en el velódromo, haciendo pista. Corría con Cochise Rodríguez, Mario Vanegas y Javier ‘El ñato Suárez’. De ahí pasé a la ruta, comencé a practicar subiendo al alto de Minas. Ya con el tiempo dos compañeros (Asdrúbal Salazar y Hugo Cuartas) me pusieron a competir. Corrí tres Clásicos RCN (1966, 1967 y 1968) pero era malito (risas) en uno me retiré y en los otros dos quedé entre los cinco últimos”, cuenta el antioqueño de 76 años.
Pero su relación con el ciclismo no terminó ahí. La autoridad y el respeto que su compañeros le tenían y sobretodo la curiosidad por aprender los fundamentos de este deporte hicieron que los directivos de la Liga de Antioquia lo invitaran a dirigir. En los Juegos Nacionales de 1970, en Ibagué, debutó con triunfos de Cochise y “El ñato” en las pruebas de pista y ruta.
Desde ese momento suma 15 títulos en Vueltas a Colombia, 13 coronas en el Clásico RCN y un sin número de victorias de etapa, conquistas intermedias, premios de montaña, clasificación por equipos, regularidad, sub-23 y metas volantes. Y quiere más.
En esta, la edición 69 de la competencia nacional y la número 57 en su cuenta personal, anhela el triunfo 16, ese que le ha sido esquivo desde 2015, año en el que logró su último título con Óscar Sevilla.
“El ajedrecista del ciclismo”, quien lleva 21 años al volante del carro número uno del EPM-Scott impartiendo las órdenes para que sus ciclistas se empleen a fondo, habló con EL COLOMBIANO sobre sus expectativas para la edición de 2019, la actuación de uno de sus dirigidos en el Giro de Italia sub-23 y sobre los penosos casos de dopaje que se han presentado en los últimos meses.
¿Cuál es la clave de ese éxito en las carreras más importantes del calendario nacional?
“Yo pienso que el éxito radica en conocer muy bien al ciclista. Yo fui corredor y dirigí a mis amigos en las primeras carreras que disputamos, eso también es importante, ser amigo, entenderlos, claro está, sin perder la autoridad, pero lo importante es ponerse en su lugar y saberlos llevar”.
¿Cómo es su metodología de trabajo?
“Lo principal es la amistad y el amor por lo que se hace. Creo que uno puede mostrarle al corredor que esto es un trabajo como cualquier, pero la diferencia es que se debe tener mucha disciplina. La vida de ellos es montar bicicleta, descansar y recuperarse, ser juicioso y tener la mente bien fortalecida para afrontar todos los retos”.
A usted le dicen “el ajedrecista” porque es muy estratégico y sabe cómo mover sus fichas en las carreras. ¿Cómo hay que mover al equipo para triunfar en esta Vuelta a Colombia?
“Aquí es difícil (risas) Este año nos ha ido muy bien. Ganamos Vuelta al Valle, también en Antioquia y en las demás hemos estado segundos y terceros. Ya tenemos 17 etapas, que no es fácil para lo que va de la temporada, pero la Vuelta a Colombia es otra cosa, porque vienen más equipos y corredores competitivos. Cuando empecé el año no tenía un equipo importante porque a finales de 2018 se me fueron 11 de los 16 ciclistas que tenía, pero he formado un grupo que ha respondido y vamos a disputarla para lograr el título 16”.
¿Con quién va a pelear este año la carrera?
“Miguel Ángel Reyes es la apuesta de este año. Es un muchacho que ha ganado dos carreras este año (Vueltas al Valle y Antioquia), tiene estatura, condiciones, va muy bien en la contrarreloj. Hay rivales complicados, pero confío en su trabajo”.
¿De todos esos títulos que ha ganado cuál fue el que más lo marcó?
“Una de las más importantes fue en 1980 en el Tour de L’Avenir con Alfonso Flórez, es la que recuerdo con más cariño porque fue la que me abrió el camino en esta profesión. Recuerdo que le ganamos esa carrera a los ciclistas rusos que eran los más fuertes de esa época, luego vinieron los triunfos de Lucho Herrera y Fabio Parra en 1985 que empezaron a posicionar el ciclismo colombiano”.
Y de esos ciclistas que han ganado con usted, ¿a quién es el que más recuerda?
“Sin duda a Lucho Herrera y Santiago Botero. He celebrado con muchos corredores, pero para mi ganar en Colombia y España con Lucho Herrera y triunfar en la Vuelta en 2007 con Santiago luego de su regreso al país tras correr 10 años en Europa, es demasiado importante. Pero también tengo un capítulo aparte con Óscar Sevilla, que vino al equipo a enseñarle a sus compañeros desde su experiencia y con quien ganamos tres Vueltas y un Clásico RCN en cuatro años”.
¿Qué decir de Camilo Ardila, quien hace parte del equipo y está imparable con la Selección en el Giro sub-23?
“Me siento muy feliz, y sobre todo orgulloso de lo que está haciendo en el BioGiro. A Camilo me lo entregaron de 17 años (tiene 20) y desde ese momento ha mejorado considerablemente. En 2018 fue quinto en la Vuelta a la Juventud, este año, en la misma carrera, ganó dos etapas y fue líder, también ganó en el reto El Escobero del Clásico EL COLOMBIANO. Sin duda es una grata revelación”.
¿Qué opina de los positivos en dopaje que se han presentado en los últimos meses?
“La realidad del dopaje en Colombia es la misma que existe en todo el mundo. Desafortunadamente en el país tomó ventaja en los últimos años porque el laboratorio de Coldeportes estaba cerrado y se confiaron demasiado, pero debo decir que ese error es de los ciclistas porque acuden a esas ayudas ilegales para poder figurar y conseguir mejores patrocinadores y nunca miden las consecuencias que les puede traer esa práctica a sus carreras y a sus equipos”.