Gustavo Alfaro tiene ilusionado a Paraguay para clasificarlo, después de 16 años, a una Copa Mundo.
Con su estrategia de juego y poder convencimiento, Alfaro ha logrado que sus dirigidos recuperen confianza, la cual se vio reflejado en las recientes fechas de la Eliminatoria suramericana, en la primera le sacó un valioso empate (0-0) como visitante a Uruguay y el pasado martes venció (1-0) nada más y nada menos que a la pentacampeona mundial Brasil, que no atraviesa su mejor momento.
Alfaro, quien tiene 62 años de edad, hace carrera con una nueva selección para llevarla a una Mundial. A Catar 2022 obtuvo el cupo con Ecuador, pero en enero de 2023, tras su eliminación en la fase de grupos de ese certamen, salió de ese combinado.
Ahora, con los guaraníes, empieza a remontar posiciones para aspirar a una plaza al certamen de Norteamérica en 2026.
Su elenco ya está en zona de repechaje. Es séptimo con 9 puntos, a dos del cuarto que es Ecuador, su próximo rival, el 10 de octubre.
Alfaro dijo que los albirrojos “pusieron el corazón” y que eso motivó su valiosa victoria ante Brasil en Asunción.
Para el orientador los jugadores tenían dos opciones, seguir los dictados de su cabeza o los del corazón. “Ellos pusieron el corazón y por eso se llevaron la victoria”, enfatizó.
Señaló que su equipo no bajará los brazos y que los próximos partidos contra Ecuador en Quito y Venezuela en Asunción, en octubre, “serán los más importantes” de la eliminatoria.
El DT anunció que se instalará el 6 de octubre en Quito para organizar el partido contra la tricolor.
Alfaro sostuvo que la Albirroja recuperó “el rasgo distintivo que siempre le caracterizó“ y que, a partir de ahora, “será un rival incómodo para todos sus rivales”.
“Ese sentimiento estaba vivo, solamente estaba adormecido. Se cayeron las telarañas para descubrir que el árbol está lleno de frutos”, señaló en sentido figurado. “Ojalá que este sea el camino que nos lleve al Mundial 2026”, manifestó.
El profesional remarcó que Brasil “nos obligó a jugar incómodos. El equipo aprendió a sufrir, aprendió a esperar. Es ahí donde hay que ser contundente”.