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No será la primera vez que Ricardo Calle tenga que reservarse para él solo la alegría de estar al frente del banquillo del club de sus amores, en el estadio donde tantas veces fue feliz como jugador, mientras a su alrededor el ambiente es totalmente enrarecido y la urgencia no deja mucho lugar para exteriorizar felicidad alguna.
Fue el 18 de octubre de 2017, en uno de esos insólitos giros que ocurren cuando la falta de resultados obliga a movimientos improvisados en busca de alguna solución.
Juan José Peláez había sido despedido luego de perder 1-2 ante Junior por la fecha 15 del Finalización. La directiva roja decidió encargar a los hermanos Ismael y Juan Rescalvo, que se encontraban en labores administrativas en el club rojo, pero no podían dirigir porque habían dirigido Copa Águila previamente con el Envigado.
De rebote, a Calle le tocó estar en la raya técnica nada menos que en la final de Copa ante Junior, juego que terminaría 1-1 y título que quedaría 20 días después en manos de los barranquilleros.
Hoy, ante Bucaramanga, nuevamente le toca estar en el banco del Atanasio con la premura de resultados, ante una afición desencantada y que ha desaprobado cada decisión tomada en el interior de la institución este año.
“Nosotros trabajamos para el club y nos debemos a este. Ahora nos dan esta responsabilidad. Yo pienso que cuando en la familia lo necesitan para alguna cosa, uno tiene que estar dispuesto”, señala Calle, tricampeón como jugador con el cuadro rojo.
Respetando la labor que hizo Octavio Zambrano, y de la cual hizo parte junto a Leny Maturana, el ahora encargado del equipo rojo considera necesario hacer cambios de fondo para intentar darle un giro al Poderoso en la última curva, evitando el abismo definitivo de la eliminación: “Yo pienso que hay que cambiar, hacer cosas diferentes porque sabemos que no llevábamos un buen torneo, entonces debemos buscar, como se dice, la comba al palo para encontrarle el camino adecuado a esta situación”, señala en diálogo con Al Rojo Vivo.
Medellín tiene actualmente un invicto de 27 fechas en condición de local, producto de 15 victorias y 12 empates. Desde marzo de 2018, cuando perdió contra Junior, el elenco antioqueño no cae en el Atanasio Girardot.
Entre la exigua temporada que ha tenido en 2019, ampliar ese registro histórico por torneos cortos debe ser un aliciente más que suficiente para el Independiente Medellín.