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Por juan felipe zuleta valencia
Después del triunfo 0-1 en Neiva, en el juego de ida de la final ante Huila, César Valoyes recuerda que a pesar de que la confianza estaba en su pico máximo, él y sus compañeros sabían que aún los aguardaba un dolor de cabeza más, antes de la consagración definitiva.
Y la idea no los perturbaba. Después de todo, estar a 90 minutos de alzar la quinta estrella del Medellín, apenas siete meses después de finalizar último en el torneo anterior, era ya todo un premio a la fe y amor propio del grupo.
El 16 de diciembre de 2009, un gol de Jackson Martínez le dio el primer round al Poderoso en la final que se decidió cuatro días después, en el Atanasio Girardot.
“Nos sentíamos en plenitud. Éramos un equipo muy sólido, de un fútbol que imponía y aunque todo el semestre fuimos dominantes, así como en la final de ida, sabíamos que teníamos que pasar una última prueba para redondear la campaña”, recuerda César Valoyes, quien disputó doce partidos ese semestre.
Leonel Álvarez fue el encargado de conducir a ese grupo hacia un desempeño excepcional, tomando la base y la idea de juego que le permitió a Santiago Escobar disputar la final de 2008-1, pero que el semestre siguiente perdió el rumbo y terminó con la peor campaña del equipo por torneos cortos.
En la retina, en el recuerdo y el corazón de los aficionados, el campeonato que cortó con seis años de sequía se convirtió en un faro futbolístico, una referencia para la posteridad. Así lo reconocen jugadores como Juan Esteban Ganizita Ortíz. “Jugábamos un fútbol de gran factura, ofensivo. DIM siempre fue un equipo con ambiciones, pero creo que después de este título se le empezó a exigir más”, considera el volante que hacía dupla en la mitad con Choronta Restrepo.
El domingo 20 de diciembre, ante más 50.000 hinchas que colmaron el Atanasio –capacidad que tenía antes de la remodelación en 2011– los goles de Jackson y Luis Fernando el mosco Mosquera, sellaron el título para los rojos, no sin antes sufrir en el campo y en la tribuna.
Huila empató la serie a los 42 minutos. DIM igualó a los 68’ y amplió con Mosquera a los 72 minutos. Pero a seis del final, los opitas emparejaron el duelo.
“Fueron minutos eternos, el tiempo en el banco no corría. Ya en la cancha –ingresó a falta de tres minutos para los 90– la tarea era tranquilizarnos entre nosotros y no dejar que los nervios nos quitaran lo que ya teníamos en las manos”, rememora Valoyes.
Más que un título fue un renacer, porque el equipo no solo venía de la adversidad deportiva reseñada, sino que atravesaba una crisis económica compleja.
En diálogo con este medio, en sus primeros días como entrenador rojo, Aldo Bobadilla recordó aquel título como el “triunfo de la unión”.
“Se juntaron muchos factores. Había juventud, experiencia y una motivación grupal muy fuerte. Recuerdo que decíamos que aún con las dificultades económicas del club nos sentíamos y éramos los mejores de ese torneo, entonces nos convencimos de que no teníamos techo”, reflexiona el paraguayo.
Ahora, en la semana en la que se cumplen los primeros diez años de la quinta estrella roja, Medellín atraviesa por días expectantes para poder conformar un buen plantel para volver a Libertadores. Con una situación administrativa compleja y la desconfianza de la afición, a lo mejor este recuerdo sirve para saber que sí es posible rebelársele contra negativismo n
Soy periodista porque es la forma que encontré para enseñarle a mi hija que todos los días hay historias que valen la pena escuchar y contar.