Cuando era niño, Juan José Florián fue reclutado por las Farc. Logró escapar luego de vivir un año en el monte, se enfiló en el Ejército, luego sufrió un atentado en el que perdió las dos manos, la pierna derecha, la visión del ojo derecho, la audición del oído derecho y quedó con quemaduras en el resto del cuerpo. En un giro aún más inesperado, este hombre terminó siendo un ciclista de élite.
La historia de vida de Juan José Florián, conocido en el mundo del deporte como Mochoman, es digna de una película, y en Movistar, donde llegó en 2019 para conformar el equipo de ciclismo paralímpico, quisieron rendirle un homenaje con un documental que se presentará en España.
Este antioqueño, que nació en Puerto Berrío hace 42 años, pero muy pequeño fue llevado a vivir a Granada, Meta, lugar donde fue reclutado por las Farc, organización que lo mantuvo en contra de su voluntad por espacio de un año. Recuerda de esos días no solo el dolor de un niño, quien a los 13 años es apartado de su familia, sino de todo lo que le insistieron para cambiar su mentalidad. Pero él, fiel a los valores que su mamá le había enseñado, nunca vio a los soldados como enemigos; por el contrario, ser parte del Ejército Nacional era su sueño.
Por ello, en un enfrentamiento aprovechó y se fugó de las Farc, acto que lo llevó a estar escondido durante mucho tiempo, para luego cumplir su sueño de ser parte del Ejército, primero prestando el servicio militar y luego al seguir la carrera profesional.
Ese sueño duró poco, pues fue víctima de un atentado (un explosivo que la guerrilla dejó en el jardín de su casa) y el cual le causó la pérdida de sus dos manos, la pierna derecha, la visión del ojo derecho, afectó la audición de su oído derecho y el resto de su cuerpo fue afectado por quemaduras, algo que lo llevó a estar en coma durante 12 días –en julio de 2011–. Tras volver a la vida, Juan José vivió una etapa en la que odiaba lo que le había quedado de cuerpo, y fue esa parte mental la que por poco lo deja sin vida.
Su familia lo sostuvo, lo acompañó y trató de sacarlo de ese estado en el que quedó, sin ilusión y sin ganas de vivir. Hasta que un día, en medio de su rutina, y tal vez pensando en acabar con todo, tomó la bicicleta de su hermana y se lanzó a dar un pedalazo: ese día cambió su vida.
Además de no ‘matarse’, Juan José sintió que si se esforzaba lo podía hacer bien y disfrutar de la bici. Fue allí cuando inició el camino que ahora lo tiene como ciclista paralímpico, cumpliendo sueños en el deporte, llevando su mensaje de resiliencia y amor por el ciclismo y siendo feliz, pues aprendió a aceptarse, quererse y valorar lo que le había quedado: la vida.
Tras iniciar su camino deportivo, Juan José conoció a la que ahora es su esposa Angie Garcés y con quien tiene dos hijos (Juan José de 7 años y Laura Florián de 18 años), quienes son su orgullo, y por quienes cada día se esfuerza más, pues quiere que lo vean como una inspiración y por eso, él los anima a conseguir lo que desean, pues son los sueños los que impulsan.
De Juan José dice: “le di mi nombre porque nunca le voy a poder dar la mano, pero para siempre llevará mi nombre y eso es lo que siempre le digo”.
¿Qué dice el protagonista de la historia?
El legado que me gustaría dejar con el documental es que sea una enseñanza de vida, y que quede en la mente de quienes vean este trabajo tan bonito que se hizo con el equipo de Movistar Plus que no es mostrar solo la historia, sino que apliquen las enseñanzas para su vida. Que la vida nos pone límites, pero está en cada uno salir a flote, que si alguien está pasando por un momento duro, vea que sí hay esperanza, que hay futuro, que se puede seguir adelante. Que salga de la tristeza y el dolor para que lo transforme en su mente y pueda hacer cambios positivos y salir adelante.
¿Tras pasar por tantas cosas difíciles, qué lo hizo cambiar para encontrar en la bicicleta esa salvación, ese nuevo motivo para vivir?
“Más que una salvación, encontré vida, pasión, una mentalidad diferente y descubrí que lo único que necesitaba era esas ganas, ser atrevido, y por eso me llena de emoción rodar, y también la admiración de la gente que me ve en la carretera y me saluda, algo que no pasa cuando estoy abajo de ella, porque ya cuando me ven de civil siento que me miran con tristeza, entonces poder transformar esa sensación con una mirada más positiva y de admiración de que sí se puede salir adelante”.
¿Cómo logró aceptar su nuevo cuerpo y su nueva condición?
“Eso fue después de muchas lágrimas y tras hacer un alto y cuestionarme para qué me habían quedado los brazos y la pierna, porque el médico tras las operaciones lo único que me dijo era que me había dejado una palanca para que pudiera utilizar prótesis. Ellos cuando le salvan la vida a uno piensan es en eso, que uno pueda tener dónde poner o adaptar las prótesis para lo que sigue. Ya uno es quien tiene que mirar cómo va a hacer para seguir, porque nadie te dice cómo, es uno quien tiene que aprender que con esa parte puede tu esposa agarrarte, o nadar, o montar la bici”.
¿De los logros que ha tenido como deportista paralímpico, cuál es el que más recuerda o que más representa para usted?
“Todos son maravillosos, pero al pensar, creo que lo más importante es poder montarme en la bicicleta y seguir, eso es el mayor logro. Claro que las medallas internacionales como las que gané en Brasil, que fue sufrida, también las valoro mucho, por todo el sufrimiento de pedalear sin prótesis, pero mi título más grande es poder montarme en una bicicleta y montar”.
¿Cuál es el consejo que siempre le da a sus hijos y alguno de los dos sacó el amor por la bicicleta o el deporte?
“Siempre levanto a mi hijo por las mañanas y como todo niño se levanta enojado y trato de sacarle una sonrisa, diciéndole todas las cosas buenas que tiene en la vida, su papá, su mamá, que va a ir a la escuela, que tiene amigos, y cuando no se contenta lo molesto con el moñón y ya cuando se sonríe le digo que esa es la actitud para afrontar la vida y se va contento. Cuando no le va bien en las notas, le pregunto qué pasó, no lo regaño, pero siempre le digo que cada día hay que intentar hacerlo mejor”.
Esto nos contó Ángel Huerta Hernanz, redactor y guionista del Informe Plus de Movistar
“Nuestro programa, Informe Plus, tiene como premisa contar historias de deporte con un trasfondo humano. Es por ello que la de Juan José Florián se ajusta perfectamente al tipo de historias que buscamos.
De hecho, es tan potente que no requiere mucha imaginación a la hora de realizar el guión. Digamos que la historia “se cuenta sola. Si a ello sumamos la capacidad oratoria de Juan José, el trabajo resulta mucho más sencillo. La audiencia española tiene una afinidad especial con Latinoamérica y, más aún, con la historia colombiana reciente”.
¿Qué retos técnicos tuvieron que afrontar mientras rodaban el documental y cómo eligieron los escenarios?
“En 2016 estuvimos grabando otro documental aprovechando el referéndum de paz, por lo que ya pudimos filmar mucho del material que aparece en el documental. La mayoría de las imágenes de guerrilla que aparece en el documental fue grabada en los Llanos del Llarí.
Este año sólo pudimos grabar en Bogotá porque el Ministerio de Asuntos Exteriores español no recomienda viajar a la región de Juan José, por lo que automáticamente nuestra empresa aplica un protocolo de seguridad por el que no nos dejaron desplazarnos a Granada, Meta.
En España todo resultó más sencillo. Filmamos en los escenarios más visitados por los turistas y luego alguna filmación de exteriores en la Sierra de Madrid”.
¿Qué esperan lograr con este documental, cuál es el propósito?
“Nuestra intención es la de dar a conocer la realidad que sufren cada día todas las víctimas del conflicto colombiano. Buscamos emocionar y hacer reflexionar al espectador sobre las vidas de los demás y la suya propia. Mochoman es un ejemplo de superación y sus enseñanzas llegan a cualquier persona, independientemente del país en el que se encuentre”.