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7 finalistas han vestido la verde y la vinotinto

Jugadores de Nacional y Tolima que han militado en ambos clubes, en duelo final.

  • Danovis Banguero ha cumplido un rol determinante en las recientes finales entre Nacional y Tolima. En 2018 anotó para el vinotinto y en el 2022 para el verde. FOTO MANUEL SALDARRIAGA.
    Danovis Banguero ha cumplido un rol determinante en las recientes finales entre Nacional y Tolima. En 2018 anotó para el vinotinto y en el 2022 para el verde. FOTO MANUEL SALDARRIAGA.
26 de junio de 2022
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Infográfico
7 finalistas han vestido la verde y la vinotinto

La ley del ex”, como se ha denominado entre los seguidores del fútbol el hecho de que un jugador le haga un gol o derrote al equipo por el que pasó, se volverá a ver reflejada en la final de la Liga 1-2022, en la que Nacional y Tolima pugnan por el título.

En el partido de vuelta de este domingo (7:00 p.m.), en el Manuel Murillo Toro, estarían en el campo siete jugadores que han vestido la camiseta de ambas instituciones.

Lo anterior ya se hizo visible en el partido de ida, en el Atanasio Girardot, donde el conjunto verde logró el empate parcial (1-1) con anotación de Danovis Banguero, quien le devolvió al equipo la tranquilidad para irse al descanso y en el segundo tiempo tomar la ventaja con el golazo de Yerson Candelo, al que se le sumó en el epílogo del compromiso el tanto de Andrés Andrade, que también vistió la vinotinto previo a su salida hacia el fútbol mexicano y el miércoles fue el encargado de poner el 3-1 definitivo.

Paradójicamente, Banguero fue quien anotó en 2018 el gol que le dio el triunfo a Tolima (2-1) en el Atanasio, que obligó a la definición desde el punto penal, en la que el representativo de Ibagué se impuso (2-4) y fue campeón.

Además de Banguero y El Rifle, también han vestido ambas camisetas Michael Rangel, Jeison Lucumí, Andrés Ibargüen, Brayan Rovira y Jonathan Marulanda. Los cinco últimos tienen pasado en el equipo paisa y hoy defienden los intereses del elenco que dirige Hernán Torres, que tendrá que ganar en su estadio por lo menos por dos goles de diferencia para igualar la serie, o por tres si quiere dar la vuelta olímpica sin llegar a la definición desde los 11 metros.

“Motivación especial”

Quienes han tenido la oportunidad de estar en un campo de juego reconocen que se siente una motivación especial enfrentar a un equipo por el que se pasó. El exfutbolista Iván Vélez dice que ese sentimiento es aún más fuerte “cuando uno ha durado cierto tiempo en una institución, porque cuando se enfrenta a los amigos nunca quiere perder, es una sensación que se experimenta desde niño”.

Vélez recordó una experiencia que lo marcó: “Jugamos en la fase semifinal un partido América-Junior y tuvimos la oportunidad de eliminar a los tiburones. Fue un juego súper especial porque cuando yo tomaba la pelota había chiflidos”.

Otros futbolistas coinciden en que, en muchos casos, el conocimiento que se tiene sobre el rival suele ser determinante en el campo de juego.

Otra mirada

Desde lo psicológico también hay mucho en juego al enfrentar un equipo con el que se tuvo un vínculo estrecho. “Cada caso tiene sus particularidades y la forma en que lo asuma el jugador estará ligada a su historia específica: cómo fue su recorrido con el equipo previo, qué tan significativo fue su paso allí y cómo se cerró su desvinculación. No es igual para quien quedó posicionado como ídolo y salió de una forma amistosa o rumbo a un club del exterior que para quien pasó a un conjunto concebido como rival clásico directo y más cuando a ese paso se le suele adjudicar la etiqueta de traidor”, analizó el psicólogo y periodista deportivo Diego Londoño.

Para él, en estos casos hay que considerar qué tanto tiempo transcurrió tras esa trayectoria en el equipo anterior y si aún actúan allí algunos de sus excompañeros. Además, en qué términos quedaron esas relaciones: si hubo roces que los distanciaron o si conservan una amistad o, al menos, una relación de respeto o de reconocimiento.

Londoño considera que hay casos en los que enfrentar al anterior equipo pueda asumirse como una oportunidad de revancha, si el jugador concibe no haber recibido el trato o las oportunidades de actuar que esperaba. “Bien orientado ese sentir puede aprovecharse como estímulo motivacional porque también pudiera representar una presión extra que desvíe el foco competitivo”, explicó.

Igualmente, manifiesta que la forma de afrontar al exequipo está asociada con imaginarios que se instalaron en el ambiente futbolístico, como la idea contemporánea de que es mal visto que un jugador celebre un gol que marca ante un club en el que tuvo un pasado .

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