María Camila Osorio Serrano, quien acaba de cumplir 20 años, es dulce, risueña, extrovertida y disciplinada. Irrumpió en el circuito profesional femenino con su desparpajo, sencillez y talento para instalarse entre las mejores de la WTA.
Los expertos la catalogan como la nueva joya del tenis suramericano y su ascenso vertiginoso en el ranquin WTA la mostró en 2021 como la revelación: ingresó a las 100 mejores en mayo y en octubre se consolidó en la casilla 53.
La raqueta número uno de Colombia proviene de una familia deportiva, su abuelo Rolando Serrano fue futbolista, al igual que su padre Carlos Osorio y su hermano Sebastián, además su mamá, Adriana Serrano, jugó baloncesto.
De ahí que la pasión por el deporte sea algo que María Camila lleva en la sangre y que cultivó desde muy pequeña en su hogar. Ahora que es tenista profesional se permite vivir al máximo la experiencia de viajar por el mundo con su madre, de circuito en circuito, pensando siempre en escalar más y llegar muy lejos.
Cuando tenía 6 años agarró una raqueta de tenis y empezó con sus clases en la escuela de Édgar Muñoz, donde también se formó Fabiola Zuluaga, una de las referentes de Osorio Serrano, quien sueña con estar entre las 5 mejores del mundo, algo que ya logró en 2018, cuando integraba la categoría júnior y se instaló en la cuarta casilla del ranquin.
Ese año, María Camila se presentó en el tenis como promesa tras ganar las medallas de plata y bronce en los Juegos Olímpicos de la Juventud en Argentina.
Un año más tarde ese nivel llevó a la cucuteña a convertirse en la raqueta número uno de Colombia en el ranquin WTA tras el retiro de Mariana Duque.
Posteriormente, el 18 de agosto se coronó campeona del W25 de Guayaquil al imponerse a Katerina Stewart con parciales de 7-5 y 7-6.
Y su gran logro como juvenil fue el título del US Open, venciendo en la final a la local y gran favorita, Alexandra Yepifanova, con parciales de 6-1 y 6-0.
Tras la pandemia y con el regreso de las competencias, María Camila sorprendió en Bogotá, el 11 de abril de este año, al quedarse con el título de la Copa Colsanitas, para dar un salto gigante en el escalafón.
Su nueva ubicación, entre las 100, le generaron más alegrías. Clasificó al Roland Garros, su debut en un Grand Slam, convirtiéndose en la sexta colombiana en jugar un cuadro principal.
En junio también hizo su debut en Wimbledon, clasificó al cuadro principal.