Su esposa Margarita sufre y le incómoda que corra el Rally Dakar, eso sí, siempre le prende una velita a los santos para que lo iluminen en ese duro y despiadado camino.
Ella lo entiende y apoya, y aunque le costó se concientizó de que por las venas de este hombre, con quien tiene un hijo de cuatro años llamado Matías, pareciera que no corriera sangre, sino gasolina.
Christian Cajicá lleva sintiendo el rugir de los motores desde que estaba en el vientre de su madre, llamada también Margarita.
Su padre, Héctor, fue campeón nacional de motociclismo, y en la actualidad es su mejor amigo en el mundo de los motores. “Siempre lo apoyo para que salga adelante y alcancé sus sueños”, dice Héctor, quien pone en práctica sus palabras.
La prueba está en que por segundo año consecutivo partió hacia Argentina en el camión -ocho días de recorrido- que sirve de asistencia para su hijo, quien el año pasado, en la categoría de cuatrimotos, logró un histórico puesto al terminar 17 en la clasificación general.
Christian expresa que antes de emigrar al país del sur la competencia para él ya había iniciado, es más, agrega que en el Dakar lo que encuentra es diversión.
“El verdadero estrés fue conseguir el dinero para competir en este certamen”. Y para poder estar allí necesitaba por lo menos 350 millones de pesos, y eso que a una semana para la carrera le faltaban 20. “Gracias a Dios logré estar al otro lado del charco”, dice el piloto, al que se le siente la voz nostálgica cuando expresa que la mayor adversidad para los deportistas en Colombia es tocar puertas para conseguir un patrocinio continuo.
Esa ha sido su mayor piedra en el zapato, pero afirma que ese sufrimiento también ha herido su orgullo, convirtiéndose en el desafío más grande para alcanzar lo que desea.
Por eso competir en un Dakar se convierte en un triunfo para él, pero no se conforma, se tiene confianza para decir que a la odisea, como llaman los deportistas al Rally, “viajé a dar la pelea”.
“Se necesitan muchos años para ganar un Rally, pero siento que la experiencia que vengo logrando me permite soñar con el triunfo. Uno no debería esperar a tener una edad tan madura para estar allí, ojalá tuviéramos respaldo para competir más rápido”, comenta el bogotano, el más joven, con 31 años, de la representación criolla en la carrera que tuvo ayer su primera etapa entre las ciudades argentinas de Rosario y Villa Carlos Paz.
“Sí se puede soñar con la victoria, es más, ese sería un buen paso para tener más apoyo de la empresa privada en el país”, se ilusiona Cajicá, quien ya ha sido campeón nacional de rally.
Ahora sigue acelerando en su cuatrimoto con la ilusión de escribir más historia y de paso ayudar a masificar este deporte. Mientras tanto, una vela permanece encendida para que todos los santos a los que le reza su esposa lo protejan en la odisea que emprendió.