Urabá es una cantera inagotable de deportistas, pero hacía rato que no producía un baloncestista con personalidad, ambición y futuro como Juan Carlos Cárdenas Morales.
Sus dos metros de estatura lo convierten en el segundo más alto de Academia de la Montaña, al lado del dominicano Manuel Guzmán que mide 2,02. Ese biotipo lo llevó un día a probarse en los semilleros de fútbol de Apartadó, en los que arrancó de central y pasó a delantero.
“Creí que mi estatura me ayudaría en el balompié, pero me hacían caños de manera fácil y algunos hasta me gozaban; por eso cuando un amigo me invitó a jugar baloncesto de una acepté, además mi mamá -Telma Morales García, profesora- y mi hermana Gissell también lo hacen; el único que siguió en el fútbol es mi hermano Jorge Iván”.
Por estas razones Juan Carlos llegó al deporte de la pelota naranja y está feliz, porque en tres años de experiencia ya hizo parte de una Selección de Apartadó en Intercolegiados y ahora es protagonista de la final de la Liga Directv.
Sin desconocer que está en proceso de formación, y sabe que todos los minutos que le dan los tiene que aprovechar, el poste y alero del quinteto antioqueño se siente un joven realizado, porque “una cosa es ver la finalísima de afuera y otra jugarla; de ahí la emoción que sentí el miércoles cuando el entrenador me incluyó ante Águilas de Tunja y la afición me aplaudió porque la metí toda y puse en apuros al estadounidense Eddy Barlow”.
Piensa en grande
Hace un año dejó el Urabá antioqueño atraído por la imponencia del coliseo Iván de Bedout y la ilusión de sobresalir, ya que está empeñado en irse para Estados Unidos a jugar baloncesto en una universidad.
Y gracias a que al lado de Juan Carlos Fajardo y David Hernández ha respondido cuando lo incluyen, será tenido en cuenta en el resto de la temporada que continuará mañana en Tunja.
“El flaco va por buen camino, lo vimos en un torneo nacional y con ese biotipo lo invitamos a que hiciera parte del proceso de Academia y por fortuna ha asimilado rápido los conceptos”, destacó Hernán Giraldo.
Consciente de que tiene que aprovechar la experiencia al lado de jugadores de calidad como el dominicano César Chávez, quien se la pasa apoyándolos, Juan Carlos se define como “un jugador de esos que no se da por vencido hasta el último segundo”.
El miércoles lo demostró al no dejarse intimidar de la experiencia de los rivales y con las zancadas que le permiten esos pies largos y los tenis número 47 que tiene que conseguir en el exterior, le dio una mano importante a Academia.
Sabe que para soñar con el título tienen que ganar, mínimo, uno de los tres partidos programados en Tunja y así lamente la ausencia del capitán Chávez (la lesión lo sacó de las finales), le cree al conjunto antioqueño, porque “si hace el mismo juego que lo ha tenido en los primeros lugares, de seguro que le dará una alegría a sus seguidores”.
Las bendiciones que dice recibir, desde el cielo, de su padre Roberto Cárdenas Correa, la energía que le llega a diario de Apartadó de parte de su familia y el buen proceso que trae el equipo le hacen creer a Juan Carlos que este semestre hará realidad uno de sus sueños: ser campeón del baloncesto colombiano.