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Jefferson Ochoa, orgullo de Casanare que irá a Tokio-2021

Tiene 24 años y fue sparring de Óscar Muñoz para Río-2016. Dice que esa experiencia, su talento y trabajo darán frutos.

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19 de mayo de 2021
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Por Wilson Díaz Sánchez

Cuando el pebetero de los Juegos Olímpicos de Tokio encienda su llama, a 14.348 kilómetros de distancia su resplandor iluminará los rostros sonrientes de los habitantes de Maní, Casanare, que orgullosos verán por televisión el desfile de su primer representante en la historia del certamen.

Jefferson Ochoa Fernández, practicante del taekwondo, se convertirá en el único deportista nacido en ese municipio de la Orinoquía colombiana en participar en la máxima cita deportiva del mundo. Un honor que asume con felicidad y compromiso, pues con convicción habla de una posible medalla para el país, que sería la segunda de esta especialidad tras la conquistada por el samario Óscar Muñoz en Londres 2012.

El exponente de este arte marcial tiene 24 años, 10 de ellos enfocados al alto rendimiento. Cuenta que a los 14 dejó su casa y a su familia, y se fue a vivir solo en una habitación de la capital Yopal, donde enfrentó soledades y tristezas que, sin embargo, no alcanzaron a apagar sus sueños deportivos.

Desde entonces ha contado con la mano amiga del maestro William Duarte quien, además de ser su entrenador, se convirtió en una especie de tutor. Y es que aparte de enseñarle las técnicas y los secretos para convertirlo en un campeón, muchas veces le tendió la mano con dinero para suplir algunas necesidades.

Asegura que su hermano mayor, Andrés Javier, que era el entrenador en el pueblo, inyectó en él la pasión por este deporte y le dio las bases de la competencia. Su hogar lo completan Vanesa, hermana menor, y sus padres, Elena, ama de casa, y Yamit, quien trabaja en una funeraria. “Es una familia humilde, nos ha tocado trabajar duro por las metas, soy el orgullo de ellos, del pueblo y de todo un país”.

Precisamente, de su tierra natal destaca que en tres ocasiones lo han subido al carro de bomberos y llevado por las calles luego de sus victorias. “La gente de allá es la que me manda las mejores energías y vive pendiente de mis logros. Es un pueblo pequeño, muy caluroso, con gente querida y cordial. Ahora es demasiado tranquilo, se vive bien allá”.

Su clasificación a la Olimpiada se concretó el 12 de marzo de 2020 en Costa Rica, un día antes de que se decretara la cuarentena por el coronavirus, luego de superar en semifinales al subcampeón del mundo, el mexicano Brandon Plaza. “Él era el favorito, pero yo di lo mejor y la plaza fue para mí”.

EL COLOMBIANO habló con Jefferson sobre su carrera, sus gustos y vida dedicada al deporte. Por estos días permanece concentrado en Sogamoso, Boyacá, con la selección nacional.

¿Cómo ha hecho para soportar tanta espera luego de más de un año de haber clasificado?

“Gracias a Dios obtuve el cupo antes de la pandemia, ya que muchos deportistas no lo estaban y ese estrés los invade. Tuvimos esa satisfacción en ese momento tan difícil y que aún sigue. Pero de todas las adversidades hay que sacar algo positivo y eso es lo que hemos hecho. Durante el confinamiento estuvimos en la casa, trabajando día a día pequeños detalles para poder mejorar y estar al tope en los eventos que se vienen”.

¿Qué ha hecho tan poderoso a Casanare en el taekwondo?

“Es el mejor deporte de la región, conseguimos muchas medallas en los campeonatos nacionales, siempre es el que más títulos aporta. Todo se debe a que cuenta con grandes entrenadores. El maestro William Duarte lo llevó y le pone mucha dedicación, es entregado y estricto, y eso hace que el nivel sea alto; allá se practica tres veces al día. Para conseguir un objetivo hay que entregarlo todo y así somos, 100 % concentrados en ello”.

¿Cómo fue su camino para llegar hasta la alta competencia?

“En mi pueblo, que está a hora y media de Yopal, empecé a los 11 años como hobby, por hacer ejercicio, pero terminé enamorado de esta disciplina. Mi hermano Andrés Javier era el entrenador del pueblo y me motivó. Luego fui elevando el potencial y me llevaron a la selección del departamento con el profesor William que, gracias a Dios, desde chico cuento con él”.

¿Cuándo llegó la etapa definitiva?

“Cuando tienes metas claras hay que ofrecerlo todo. Desde pequeño tuve la idea de ser reconocido en mi especialidad y de darle una medalla olímpica al país y creo que estoy cerca de lograrlo. A los 14 años decidí irme a la capital a vivir solo, a entregarme de lleno al taekwondo, a buscar sueños y ser alguien. Ahora lo estoy consiguiendo. Soy el primer casanareño en estar en una Olimpiada. Las cosas van bien porque me he esforzado todos los días”.

¿Qué fue lo más difícil de vivir solo a una edad?

“Al principio fue duro porque no era solo dejar la familia, también a los amigos de infancia. Dejar las comodidades de tu casa, los padres y hermanos, resultó una etapa fuerte. Allá empecé a estudiar en otro colegio, ya no todos los días, sino los fines de semana para poder cumplir con la preparación. Cada dos meses veía a mis seres queridos, algo complicado porque solo los podía llamar. Sentir que me extrañaban y percibir la sensibilidad de mi madre fue duro”.

Aunque siempre tuvo de cerca al profesor William...

“Reitero, fue una bendición, porque él me apoyaba en lo económico, con cosas para entrenar, alimentación, en fin. Mis logros se deben mucho a su respaldo”.

¿Cuál es la historia de su presencia como sparring del medallista olímpico Óscar Muñoz?

“Estuve con él en todo el proceso de preparación para Río-2016, solo me faltó ir a Brasil. Saqué provecho de esa experiencia e hice buena amistad con él. Es un referente en este deporte y así lo comprobé durante los viajes”.

¿Qué significa el taekwondo para usted?

“Me ha dado todo, vivo por él, he viajado por muchos lugares por él, todo lo que tengo es gracias a mi deporte. Entre todas esas culturas que me ha permitido conocer destaco Grecia, su historia y actualidad. La gente es cordial, su infraestructura gigante, es algo increíble”.

¿Cómo se visualiza en Japón y cómo ha manejado
tanta espera?

“Todos los que vamos a ir sentimos los mismos nervios, ansiedad de competir y dar los mejores resultados. Allá recogeremos los frutos. Será complicado que nos derroten si damos el 100 %”.

Hay mucha convicción y seguridad en sus palabras. ¿Qué piensa de los rivales?

“Son grandes exponentes, con roce internacional. Estarán los primeros del ranquin mundial, con las mismas técnicas que tengo yo. Puede que sean más experimentados, pero nosotros poseemos el talento y hemos trabajado mucho. La seguridad me la gano en el día a día. Ya he competido con ellos y he demostrado que no soy un deportista cualquiera y que se tienen que cuidar mucho de Colombia”.

¿Cuáles son sus puntos fuertes?

“Hago parte de la división de los 58 kilogramos y mi fortaleza es la patada al rostro, soy muy claro a la hora de competir. Voy mucho a la parte de arriba que nos regala 3 puntos, abajo da 2 y eso hace la diferencia, soy efectivo en eso”.

¿Qué significa portar el uniforme de Colombia?

“Es inenarrable la alegría que uno siente al portar la sudadera que dice Colombia, de mirar ese color amarillo. Cuando he tenido la oportunidad de hacer sonar el himno del país la piel se me eriza y la nostalgia llega. Luchar por mi nación es algo que no se puede describir. Cuando logré la clasificación lancé un grito hasta el fin del mundo, miré al cielo y di gracias a Dios. Siento los colores de mi bandera y pienso en la gente que confió en mí”.

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